Fuente: La Derecha Diario
Un escándalo que se veía venir hace rato terminó por estallar. El Subsecretario de Energía de Biden, Sam Brinton, fue despedido esta semana luego de su arresto por robo de equipaje en los aeropuertos de Saint Paul, Minnesota y Las Vegas, Nevada.
Se desconoce por qué llevó a cabo estos robos, pero su perfil público indicaba graves problemas mentales. Brinton se identifica como un “travesti pansexual no binario“, solía usar coloridos vestidos de mujer y se pelaba voluntariamente.
De acuerdo a un comunicado del Departamento de Energía (DOE), el funcionario ya no forma parte de la administración demócrata, un duro golpe para el gobierno de Biden, que había mostrado a Brinton como un ejemplo a seguir de inclusión y representatividad LGBT en el sector público.
El primero de los incidentes involucrando a Brinton se dio en el mes de julio, cuando fue acusado de robar equipaje en el Aeropuerto Internacional Harry Reid localizado en Las Vegas, en donde Brinton fue visto por un oficial robándose una valija que no era suya.
El policía luego declaró que un “adulto blanco masculino utilizando una remera blanca con un símbolo de un átomo coloreado por el arcoiris“, cometió hurto en el aeropuerto. Según la Comisaría, el agente de seguridad no sabía que la persona era un alto funcionario de la Casa Blanca.
En el incidente de Las Vegas, Brinton fue acusado de robar una valija con un valor de $350 dólares con un equipaje en su interior valuado en unos $3.500 dólares, el cual consistía en joyas, ropa y maquillaje. Este incidente ocurrió en julio, pero se mantuvo en secreto.
En septiembre, sin embargo, el funcionario demócrata volvió a atacar. El segundo incidente, fue reportado en el aeropuerto de Saint Paul, Minnesota, donde Brinton fue acusado de robarle un lujoso bolso de la marca Vera Bradley, el cual estaba valuado en un importe de $2.500 dólares.
A diferencia del caso en Las Vegas, esta vez la situación se hizo pública. En un primer momento, Brinton negó haber tomado el equipaje; luego, cuando salieron las imagenes de las cámaras de seguridad, admitió que tomó la valija pero que “fue por error”.
Los medios blindaron la noticia hasta que en octubre, el periódico The Star Tribune reportó que luego de consumado el robo, Brinton habría desechado los contenidos de la valija en un hotel localizado en Saint Paul y se quedó con el bolso. O sea que jamás lo devolvió.
A su vez, un mejor análisis de las grabaciones demostró que Brinton, al momento de sustraer el equipaje de la cinta, removió la identificación de la valija y la desechó, algo que no hace una persona que agarra una valija sin querer. Además, él ya tenía su valija con la que había viajado.
Este diario además encontró los registros de American Airlines, que demostraron que el funcionario luego despachó el equipaje robado en otros dos vuelos con destino a Washington en septiembre y a Europa en octubre, completamente tomando posesión de lo robado.
A lo largo de noviembre, el gobierno de Biden intentó instalar en los medios que fue todo un malentendido, y que su funcionario no había robado una valija. Sin embargo, con la viralización de este segundo caso, se hizo público el primero, demostrando que su accionar delictivo es algo sistemático.
Agregando la suma robada en el primer caso, Brinton llegó a un valor de hurto que exige su arresto. Por el momento se tiene evidencia de estos dos robos, pero hay denuncias de que el ex funcionario travesti de Biden viene cometiendo robos en aeropuertos hace años.
Las grabaciones en Minnesota también demostraron que Brinton permaneció más de 20 minutos viendo las valijas pasar por la cinta transportadora, ya teniendo su valija en su posesión, por lo que la fiscalía también acusa que hubo premeditación.
La principal teoría que se baraja por el momento es que el funcionario de Biden sufre de cleptomanía, algo muy extraño para un empleado de tan alto rango de la Casa Blanca, que suele tener que aprobar una serie de evaluaciones psicológicas para ser admitido en el gobierno.
Se cree que, debido a las políticas de inclusión de la administración demócrata, es posible que se haya dado la aprobación psicológica de Sam Brinton sin hacerle las evaluaciones correspondientes, en un esfuerzo de la gestión de Biden de incluir rápidamente muchos funcionarios LGBT.
Cleptómano o no, Brinton enfrenta una pena de hasta 5 años de prisión en Minnesota y otros 10 años en Nevada, lo cual totalizaría unos 15 años tras las rejas, sumado a multas de hasta US$ 10.000, y la obligación de devolver lo robado.
Miembros de todo el arco republicano habían estado pidiendo que se despida al perturbado funcionario travesti de Biden, especialmente figuras como el senador de Arkansas Tom Cotton y la diputada de Georgia Marjorie Taylor Greene, quienes habían presentado un comunicado criticando la “política de contratación basada en empatía” de Biden y pidiendo que se empiece a elegir funcionarios de acuerdo a las aptitudes que posean para el puesto, y no por su raza o orientación sexual.
Brinton había pedido licencia sin goce de sueldo en septiembre cuando estalló el cargo originalmente, y había estado usando este tiempo para reanudar su activismo político en favor de la comunidad LGBT.
A pesar de tener un título de ingeniería y una maestría en disposición nuclear, había dedicado su carrera profesional al activismo político y a cuestiones de recursos humanos. Antes de ingresar a la Casa Blanca, había trabajado como director de Asuntos Legislativos de la empresa nuclear Deep Isolation.
En sus charlas públicas, lejos de hablar de la agenda nuclear del gobierno, habló una y otra vez de sus experiencias sexuales. En su niñez, tras admitir públicamente su orientación sexual, según cuenta, sus padres lo enviaron a terapia de conversión, donde asegura que fue sometido a sesiones de electroshock, obviamente sin éxito.