Traducido de SecretChina.com por TierraPura.org

Hay una breve historia en el Sutra de los dichos de Buda sobre una metáfora.

Un solitario atardecer de otoño, en medio de una interminable extensión de desierto, un viajero seguía su camino. De repente, el viajero se fijó en un trozo de materia blanca esparcido por el delgado y oscuro sendero del desierto y, al examinarlo más de cerca, resultó ser los huesos blancos de un hombre.

El viajero se quedó perplejo y pensativo cuando, de repente, oyó un rugido alarmante y un gran tigre se acercaba.

Al ver al tigre, el viajero comprendió al instante la razón de los huesos blancos e inmediatamente huyó hacia el camino por el que había venido. Pero, aparentemente perdido, el viajero corrió hacia la cima de un escarpado acantilado.

Afortunadamente, había un pino en el acantilado con una enredadera colgando de sus ramas. Sin dudarlo, el viajero se colgó de la liana y se salvó de ser devorado

El tigre, sin embargo, estaba tan disgustado porque se le escapó la comida que puedes imaginarte cómo rugió de frustración desde el acantilado.

¡Menos mal! Gracias a la sombra de esta enredadera, finalmente se salvó una preciosa vida.

El viajero se sintió aliviado por el momento, pero cuando miró hacia sus pies, no pudo evitar dejar escapar un escalofrío.

La situación se tornó más aterradora porque la liana que había salvado la vida del viajero, había empezado a ser devorada desde las raíces por dos ratas blancas y negras.

El viajero intentó desesperadamente sacudir la liana para deshacerse de las ratas, pero éstas no parecían advertirlo.

Cada vez que agitaba la enredadera, caían de ella gotas de agua de miel de las colmenas de las abejas que anidaban en las ramas.

El viajero experimentó otra vez alivio, pero cuando miró hacia sus pies, no pudo evitar dejar escapar un escalofrío, pues bajo sus pies se encontraban las imprevisibles profundidades del mar, con sus furiosas olas, y entre ellas tres dragones venenosos, con la boca abierta, esperando su caída.

Pero la miel era tan dulce que el viajero olvidó que ahora se encontraba en una situación peligrosa y mortal y disfrutó de ella …

La vida humana es así, sorbiendo la “miel” cada día, cayendo inconscientemente hacia el “fin”. 

El desierto es una metáfora de la interminable soledad de tu vida.

El crepúsculo del otoño es una metáfora de la soledad de la vida. Todos vivimos en este mundo con un indecible sentimiento de soledad del que no podemos hablar ni siquiera a nuestros parientes más cercanos.

Los huesos blancos al borde del camino son la muerte de familiares, parientes, amigos, etc. en tu viaje por la vida.

El tigre hambriento, por analogía, es tu propia muerte. Todas las cosas que existen en este mundo son impermanentes, así que debes morir. La muerte es lo más horrible para ti, por eso utilizamos la metáfora del tigre horrible.

El pino al que subes a lo alto del acantilado se refiere al dinero, las posesiones, la fama, el estatus, etc. Ninguna de estas cosas puedes llevar cuando estás cerca de la muerte, aunque tengas más.

La metáfora de la enredadera es la del estado de ánimo autocomplaciente. Si lo piensas bien: los últimos diez o veinte años han desaparecido como un sueño con un solo “ah”. Las próximas décadas pasarán de la misma manera.

Las ratas blancas y negras que siguen mordiendo la liana son el día y la noche. Siguen acortando tu vida momento a momento.

Lo que produce el sufrimiento del infierno son estos tres dragones venenosos, que se refieren a los tres venenos de la avaricia, la ira y la necedad en tu mente.

La miel se refiere a los deseos del hombre. A lo largo del día, en todo lo que piensa y todo lo que sigue pidiendo es la satisfacción de este deseo. La vida humana es así, sorbiendo la “miel” cada día, cayendo inconscientemente hasta el “fin”. Esto es lo que Buda dijo sobre la vida.

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