Por Theo Belok – Derecha Soberanista

Momento de gran convulsión e incertidumbre está viviendo el Brasil del nuevo presidente ultraizquierdista Lula Da Silva. 

Una turba multitudinaria de supuestos seguidores de Jair Bolsonaro, tomaron  el Palacio presidencial, el Congreso y la Corte Suprema de Brasil. Una medida que tras las reñidas elecciones, era fervientemente pedida por la muchedumbre enardecida, fuertemente disgustada por los resultados electorales adversos sufridos por Jair  Bolsonaro. 

Éste hecho me recordó cuando transcurría el final de mi investigación sobre la presidencia de Donald Trump (que se tradujo en el libro “Trump contra el Globalismo”) se produjo la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021. 

En aquella oportunidad reinaba en toda la derecha republicana, un fuerte sentido de injusticia por el declamado fraude electoral, por los cientos de miles de votos por correo, las mulas, las máquinas de conteo de empresas de capitales chinos y demócratas, los maletines de votos extras, los votos de personas fallecidas, y la brutal interferencia del Big Tech y el Big Media. 

Investigadores independientes observaron en la toma del Capitolio norteamericano, irregularidades e infiltrados de la izquierda radical que causaron destrozos y saqueos. También fueron observados agentes del FBI entre los manifestantes. Lo que pareció ser una mezcla de reclamo popular junto a un evento de falsa bandera, del cual la izquierda demócrata sacó provecho deslegitimando -una vez más- a Trump y sus partidarios.  

En el caso de Brasil, la posible elección amañada fue resaltada por Bolsonaro antes de realizarse, quien dijo : “Los mismos jueces que sacaron a Lula de la cárcel y lo volvieron elegible, son exactamente los mismos que conducen el proceso electoral brasileño”. 

En norteamérica, ni bien comenzó la pandemia del Covid 19, Donald Trump -un partidario firme de las libertades individuales- se opuso a los feroces cierres y bloqueos que realizaban los Estados demócratas. Hizo referencia a que éstas políticas justificarían el voto por correo y con ello el fraude electoral en las elecciones presidenciales. 

LA CULPA ES SIEMPRE DE “LA DERECHA”

Para los progresistas y socialdemócratas, la culpa es siempre de la derecha. Lula declaró “Bolsonaro es el culpable, él alentaba tomar el Tribunal Supremo, sus partidarios son responsables”, frente a esa declaración Bolsonaro rechazó la acusación afirmando que faltan pruebas. En un hilo de tres tuits aseguró que durante su mandato “siempre” ha cumplido con la Constitución, “respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y la sagrada libertad”. “Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del Ejecutivo de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva)”

En ambos países, la izquierda globalista capitalizó la crisis a su favor. Si pensáramos en quien se benefició siguiendo la máxima romana “Cui Bono”, podríamos deducir quienes pudieron estar detrás del impulso y organización de las masas. Estaríamos frente a un evento de falsa bandera. 

El Ministerio Público Federal brasileño anunció la apertura de una investigación penal por los “actos violentos”, por su lado Lula da Silva decretó intervención federal en el área de la seguridad de Brasilia.

Es curioso ver, que los socialistas y neosocialistas se quejen del “asalto a la democracia” y “golpe a la democracia”, cuando son ellos históricamente quienes han seguido ese manual. 

Este evento les permite encarnar el papel de víctimas con el cual han manipulado siempre a las muchedumbres. En sus últimas declaraciones, Lula culpó también al agro de ser el actor intelectual del intento de golpe. Y aprovechó para reforzar su retórica de ambientalismo catastrofista. 

Desde aquí, solo esperamos que Brasil no caiga por el acantilado del neosocialismo. 

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