Fuente: Minghui.org

Como dice el antiguo refrán chino: “Los cielos no pueden ser engañados. Ellos saben los pensamientos de una persona aun antes que los pensamientos se formen”. Muchas personas han sido recompensadas por sus corazones bondadosos y muchas han sido castigadas por sus malos pensamientos. Los principios de los Cielos están bien definidos y son indiscutibles. Uno recoge lo que siembra. Las siguientes historias son ejemplos de estas leyes divinas.

Wang Zhongcheng era un oficial del gobierno que gobernaba las áreas de Guangdong y Guangxi durante la dinastía Ming.

Un día encontró 340.000 taeles (hay 37 gramos en un tael) de plata sobrante mientras realizaba una auditoría a la tesorería. La oficina de contaduría ya había balanceado todas las cuentas y los gastos habían sido pagados. La cantidad sobrante resultó de años de gastos reducidos en el área militar en tiempos de paz y ninguna oficina tenía registro de este exceso de dinero.

Wang planeaba escribir un reporte al gobierno central sobre su descubrimiento. Uno de sus viejos amigos le aconsejó: “Eres bien conocido por ser un oficial insobornable. El dinero sobrante no fue malversación de fondos del gobierno central o de la gente. ¿Por qué no reportas 300.000 y te quedas con 40.000 para tus cuatro hijos? No le hará daño a tu lealtad o a la nación”.

Wang sonrió y dijo: “Sería como una viuda que ha cuidado su castidad luego de la muerte de su esposo por 30 años y luego la pierde por sus hijos. ¿No es eso triste?”.

Escribió un reporte detallado que entregó hasta el último tael de plata. La gente lo alabó por ser un oficial genuinamente noble, y permaneció como gobernador por muchos años. Sus hijos y nietos ganaron muchas posiciones en el gobierno pasando exámenes nacionales y su familia prosperó generación tras generación.

En contraste, hubo un oficial del gobierno en el área de Shaoxing en lo que hoy es la provincia de Zhejiang, que malversó más de cien mil taeles de plata. Luego de retirarse, compró grandes piezas de terreno en su tierra natal y se volvió el hombre más rico del área. Sin embargo, sufría de sueños recurrentes en los que su abuelo le advertía sobre un castigo que vendría, pero él no lo creyó.

Su hijo y nieto únicos malgastaban dinero bebiendo, apostando y en prostitución. Ambos murieron jóvenes. Poco después de su muerte, el oficial retirado tuvo un derrame cerebral y quedó paralizado. Toda su propiedad fue vendida y perdió todas sus pertenencias, pero ese no fue el final. Castigos aun peores le esperaban en el infierno.

Acumular virtud es la clave del éxito. Los pensamientos rectos de Wang y los pensamientos avaros del oficial corrupto determinaron su comportamiento y las consecuencias que luego surgieron. La ley del Cielo juzga todo, recompensando y castigando a la gente respectivamente.

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