Traducido de Breitbart por TierraPura.org
El Consejo Protestante de Ruanda (CPR) ha dado instrucciones a todos sus centros sanitarios para que dejen de practicar abortos, sumándose así a una política similar adoptada por la Iglesia católica.
El CPR dirige actualmente alrededor del 10% de los centros sanitarios más grandes de Ruanda, mientras que la Iglesia católica dirige otro 30%, muchos de ellos en zonas rurales.
Con una población de 13 millones de personas, Ruanda es mayoritariamente cristiana (93,2 por ciento), lo que ha tenido un impacto significativo en sus opiniones relativas a la protección del no nacido.
Desde 2018, el aborto es legal en Ruanda en casos de violación, matrimonio forzado, incesto o cuando el embarazo supone un riesgo para la salud, pero solo tras consultar con un médico.
La decisión del CPR de este mes, firmada por 26 organizaciones religiosas protestantes, reiteraba la extendida creencia cristiana de que quitar la vida al no nacido es pecado e instaba a los padres a “guiar” a sus hijas en la abstinencia sexual antes del matrimonio.
“Para nosotros, tenemos nuestra creencia, y nuestra creencia no puede ser arrebatada por la ley. No nos oponemos a la ley, pero nuestras creencias no nos permiten apoyar el aborto”, declaró Laurent Mbanda, jefe de la Iglesia Anglicana de Ruanda.
Según el Instituto Guttmacher, afiliado a Planned Parenthood, el aborto es ilegal actualmente en 10 de los 54 países africanos. En otros 10 países, el aborto sólo es legal cuando se considera necesario para salvar la vida de la madre.
En tres países africanos, Cabo Verde, Sudáfrica y Túnez, el aborto es legal por cualquier motivo.
La organización abortista Marie Stopes International, cuyo fundador era racista y eugenista, gestiona actualmente más de 600 clínicas en 37 países de todo el mundo, muchas de ellas dirigidas a la población negra del África subsahariana.
La organización tiene oficinas o clínicas abortistas en Burkina Faso, Ghana, República Democrática del Congo, Malí, Etiopía, Nigeria, Senegal, Níger, Kenia, Sierra Leona, Uganda, Tanzania, Malawi, Madagascar, Sudáfrica, Zambia y Zimbabwe.
Según datos de su página web, la organización acabó con la vida de 2.628.900 niños africanos no nacidos solo en 2019, mucho más que la suma de todos los abortos que practicó en Europa, América del Norte y del Sur y Australia, países predominantemente blancos, juntos.