Fuente: Hispanidad.com

En Hispanidad hemos publicado varios casos de trans arrepentidos, por ejemplo, el de Helena Kerschner, que explicaba el suplicio que supone cambiar de sexo. O el caso de Sandra: “Te meten el pene para adentro. De su tamaño dependerá la profundidad de tu vagina. Con el prepucio te hacen el clítoris”. O el de Nagore, la mujer que paró su transición a hombre. O el caso de Susana, la primera trans arrepentida que reclama a la Sanidad pública: “Yo tenía 15 años. ¿Cómo me dejaron hacer eso?”. Además, hemos denunciado cómo aumentaba el número de trans que se arrepiente de su proceso de cambio de sexo.

O casos en los que se ve cómo toda la maquinaria trans coacciona y empuja a jóvenes a tomar deciones irreversibles de las que se pueden arrepentir. Como Chloe Cole que denunció la coacción a la que fueron sometidos sus padres por parte de los médicos:”¿Preferirías tener una hija muerta o un hijo vivo?” o el del ex marine estadounidense Chris Beck que advitió que los famosos bloqueadores de la pubertad “son las mismas hormonas que solían utilizar para la castración química para pedófilos” o el de Amelia, transgénero arrepentida, que denunciaba la coacción que sufrió: le dijeron que “si no transicionaba no iba a ser feliz y me acabaría quitando la vida”. Muestra de ello son los protocolos en los colegios que obligan a los profesores a denunciar a los padres que se opongan a que sus hijos cambien de sexo

Ahora recogemos el testimonio de Ryan, en 2019 estaba teniendo “un montón de problemas mentales” tanto con su “sexualidad” como con su “identidad”, denuncia que tan pronto “googleó” sus problemas estuvo “rodeada de un montón de contenido que decía básicamente Eres trans, Eres trans, Eres trans”. Se convenció de que era trans y de que sería “mejor si era hombre”, “la vida sería más fácil, yo sería más feliz”. Su testimonio merece la pena:  

Ryan cuenta que una semana después fue a una clínica de Planned Parenthood, donde les dijo que creía ser trans, sin más preguntas, ellos le contestaron: “¡Excelente! Vamos a diagnosticarte de disforia de género, aquí tienes tu receta médica para obtener la testosterona”. En el momento, Ryan se alegró de que el proceso fuera tan sencillo, pero ahora admite que no se dio cuenta de lo alarmante de todas esas facilidades y de lo extraño y peligroso que iba a ser todo eso. 

Así, comenzó su tratamiento de hormas, asegura que “pronto recibió su primera inyección de hormonas, como una semana después”. Después obtuvo “un compresor de pecho”, además, vio a un terapeuta, porque quería realizarse una “doble masectomía”, para conseguir el visto bueno del terapeuta para extirparse ambos pechos solo necesitó una cita: “no me hicieron ninguna pregunta, no indagaron, ni si quiera preguntaron ¿hace cuánto estás transicionando? ¿Estás segura de que esto es lo mejor para ti? NADA. Todo fue aprobado, nadie me cuestionó, ningún profesional hizo nada, estaba básicamente autodiagnosticándome a mí misma durante toda mi transición. Yo era responsable de mi propio diagnóstico médico. Lo cual es bastante loco.”

Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, comenzó a echar de menos ser y sentirse mujer y paró el tratamiento, comenzando su detransicion. 

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