Fuente: Infobae
Desde abril de 2021, la Terminal 5 del puerto de Buenos Aires no recibe buques ni tiene un solo movimiento de carga. No obstante, la concesionaria Buenos Aires Container Terminal Services S.A. (Bactssa) controlada por la operadora china Hutchinson Ports, sigue abonando los sueldos de sus 500 trabajadores y los cánones a la Administración General de Puertos además de mantener la infraestructura de grúas y muelles.
Aún con esta situación de pérdida económica, China dispuso de toda su artillería de lobby para mantenerse en este enclave ubicado en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires.
Su contrato de concesión finalizaba el 15 de mayo de 2021, pero consiguieron una medida cautelar ante el Juzgado Contencioso Administrativo Federal N° 1, que rápidamente hizo lugar al pedido de prórroga del plazo.
Ese fallo fue luego ratificado en segunda instancia por la sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal.
Frente a este escenario, el Ministerio de Transporte dictó la Resolución 193/2022 que extendió el plazo de concesión de la Terminal N° 5 hasta el 31 de mayo de 2024, fecha en la que también caducan las concesiones de sus competidoras, Terminales Río de la Plata (Dubai Ports) y la Terminal 4 (APM Terminals).
La pregunta es por qué China realizó semejante movida por un puerto que solo le genera gastos.
Con USD 17.000 millones, la Argentina es el 4° país de América Latina con más financiamiento chino. Este dato surge de la base de datos de China con información del Banco de Desarrollo, el Banco de Exportaciones e Importaciones y el ICBC. A esta cifra deben sumarse los cerca de USD 20.000 millones del canje de monedas del Banco Central con China, que a su vez explican cerca de la mitad de las reservas internacionales brutas del país.
Tampoco es casual que sean Sri Lanka y Argentina dos de los tres mayores receptores de los préstamos de rescate de China junto con Pakistán, con USD 32.830 millones desde 2017.
La posibilidad de que se repita en Argentina la historia de Sri Lanka y su puerto de Hambantota podría estar a la vuelta de la esquina: China condona una parte de la abultada y casi impagable deuda de Argentina y en contraprestación obtiene la concesión por 99 años de la Terminal 5.
Quién sabe si en poco tiempo no se verá la silueta de los buques militares chinos, que Pekín dirá que son de investigación científica, en el puerto de Buenos Aires.
El “modelo terminado” de la estrategia china, ese es el del puerto de Hambantota en Sri Lanka.
Desde el principio, se objetó la decisión de construir un segundo gran puerto en un país del tamaño de Gran Bretaña y con una población de 22 millones de habitantes. Más aun cuando el principal puerto de la capital estaba creciendo y tenía espacio para expandirse.
Gran parte de los problemas económicos que hoy padece la antigua Ceilán se explican con la construcción de este puerto que todos condenaron anticipadamente al fracaso. Todos menos el financista y principal impulsor: el Gobierno de China.
Los presagios se cumplieron, el puerto resultó un fracaso, la deuda creció hasta volverse impagable y China se cobró con el puerto, el que le fue cedido por un período de 99 años junto con 607 hectáreas linderas para la construcción de una zona industrial.
La transferencia le otorgó a China el control del territorio a solo unos cientos de kilómetros de las costas de la India, uno de sus rivales, y un punto de apoyo estratégico a lo largo de un canal comercial y militar crítico.
Aunque funcionarios y analistas chinos insisten en que el interés de China en el puerto de Hambantota es puramente comercial, las recientes visitas de buques de guerra a sus muelles indican todo lo contrario.
Cuesta creer, por ejemplo, que la llegada del “Yuan Wang 5″, repleto de antenas y parabólicas, sea como dice China, un “buque de investigación y científico”. Varios expertos coindicen en que se trata de una de las naves de seguimiento espacial de última generación, capaz de vigilar los satélites, y los lanzamientos de cohetes y misiles balísticos intercontinentales. Se especula que lleva una flota de drones submarinos y que es, en otras palabras, un formidable equipo de vigilancia.
La recalada de esta nave en Sri Lanka desoyó las protestas de India y Occidente sobre las ambiciones chinas en el océano Índico.
Oficialmente, el “Yuan Wang 5″ atracó en Hambantota para cargar combustible y abastecerse de otros suministros, aunque Sri Lanka, que está en bancarrota, tiene muy poco de todo ello.
El antecedente es claro, solo resta ver si el Gobierno argentino será ingenuo o permeable al lobby chino para no detener esta avanzada.
* Autor del libro “El hambre del dragón”