Matías Vega – Bio Bio Chile
Un reportaje de un medio británico concluyó que el Ejército de china habría estado trabajando en combinaciones de los coronavirus más letales conocidos para crear un arma biológica, justo cuando se originó el brote de covid-19 en Wuhan.
Así, aseguran que este origen fue encubierto, culpando al mercado de Huanan, siendo ocultado también el hecho de que el mismo laboratorio ya habría estado trabajando en una vacuna desde antes del brote.
El artículo, publicado por The Times & The Sunday Times se basa en comunicaciones interceptadas y estudios filtrados, respaldando la teoría sobre que el primer brote de sars-cov-2 habría sido una ‘fuga’ de un laboratorio.
Se trata de una hipótesis polémica -y negada por China varias veces-, que comenzó como poco más que una ‘teoría conspirativa’, ganando credibilidad con el tiempo. Sin embargo, aunque ha estado presente desde que inició la pandemia, conseguir evidencia ha sido complicado por el hermetismo del gigante asiático y de cualquier investigación científica para fines militares.
Asimismo, el Ejército chino habría impuesto un estricto control en torno al caso, incluso impidiendo que investigadores puedan ingresar a las cuevas donde el coronavirus habría sido encontrado.
Documentos filtrados
De acuerdo con el reportaje, recientes indagatorias estadounidenses lograron analizar comunicaciones interceptadas de alto secreto, y estudios científicos encubiertos que describían experimentos peligrosos en ratones. Éstos habrían arrojado tasas de mortalidad de hasta un 75%.
Dichas pruebas habrían sido efectuadas en el Instituto de Virología de Wuhan y con financiamiento militar, aseguraron. Se trata de las instalaciones que fueron visitadas por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en febrero de 2021, como parte de una misión para investigar los orígenes de la pandemia.
Una visita que también tuvo sus polémicas, debido entre otros motivos a que China se resistió hasta por un año en permitir a los expertos internacionales acceder a la región.
Entre los cientos de documentos estudiados se incluyen reportes confidenciales, memorándums internos, estudios científicos, y hasta correos.
En ellos, se revelaría además que el laboratorio en cuestión habría comenzado estudiando los orígenes del virus SARS que asoló la región del sur de china en 2002, para pronto experimentar con cepas de coronavirus en las cuevas locales. Dichos estudios habrían sido publicados, asegurando que eran necesarios para anticiparse y desarrollar vacunas contra ellos.
Sin embargo, la situación cambió cuando el Instituto descubrió en 2016 un nuevo coronavirus en una mina de Mojiang, Yunnan, cerca de la frontera china con Laos. Éste sería el pariente más cercano al covid-19 entre los conocidos previo a la pandemia.