Por Javier Villamor – El Debate

Las redes sociales han sido un espacio de libertad en el más amplio sentido de la palabra. Para lo bueno y para lo malo. Uno puede encontrar contenidos de gran calidad o todo lo contrario; lo mejor y lo peor. La libertad de expresión no siempre es agradable, pero es libertad de expresión, o al menos hasta el próximo 25 de agosto.

El comisario europeo Thierry Breton ha explicado en el canal de televisión francés Franceinfo que en esa fecha entrará en vigor la ley europea que permita censurar las redes sociales ante contenidos considerados como «peligrosos». Desde los conocidos como delitos de odio hasta convocatorias a la violencia.

Según explica Breton, los usuarios que sean advertidos tendrán la obligación de borrar esos contenidos. De no hacerlo, serían sancionados inmediatamente. Censura en tiempo real. Se podrá multar, pero queda la duda de lo que podrá ocurrir más allá en un futuro.

El comisario se escuda en que la censura no será arbitraria ya que «no será una persona o una junta directiva» quien la lleve a cabo, sino que vendrá determinada por la ley. Para eso, la UE está equipada con consejos específicos que determinarán los límites de actuación. Serán intervenciones rápidas, automatizadas en muchos casos. Desde palabras prohibidas hasta contenido multimedia que se considere peligroso.

Las plataformas tendrán que demostrar que han tomado medidas para hacer cumplir la legislación. Breton asegura que actualmente se están llevando a cabo «pruebas en blanco» para determinar la eficacia de los procedimientos. En el caso de Meta, que ha puesto de ejemplo, la empresa deberá contratar a 1.000 personas para poder censurar en tiempo real.

El contexto es importante

Estas polémicas declaraciones se entienden dentro del marco de violencia que ha vivido Francia en las últimas semanas. Las fuerzas de seguridad entienden que parte de estos altercados han sido coordinados por redes sociales y quieren evitar que vuelva a ocurrir en un futuro. O, al menos, que sus responsables paguen por actuar así.

La duda legítima, en cambio, surge al pensar sobre lo que se considera oficialmente como delito de odio. En determinadas regiones del continente predicar el Evangelio puede ser considerado de esta manera o como islamofobia. No aceptar la ideología de género -ni las supuestas identidades múltiples de género que existen- puede considerarse transfobia, homofobia o lgtbifobia. Esto que puede parecer extraño es algo que ya se ha planteado en España con la ley trans de Irene Montero y el efecto dominó se expande a otros países europeos.

Así como ha ocurrido con otras legislaciones como la del aborto o la eutanasia, ante la intención de censurar las redes sociales surge el miedo a la pendiente resbaladiza. Es decir, que se aprueben procedimientos bajo determinados supuestos pero que después estos se amplíen a un espectro mucho más amplio del original.

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