Por Li Jingfei, corresponsal de Minghui

El Family Research Council, una organización educativa y de investigación sin ánimo de lucro, publicó en octubre de 2023 su informe “Libertad religiosa en China, edición 2023”.

Su resumen dice: “La República Popular China restringe la práctica religiosa y oprime a las minorías religiosas a gran escala. Esta persecución religiosa afecta a personas de todas las confesiones. Cristianos, musulmanes, budistas tibetanos, practicantes de Falun Gong y otros son víctimas del esfuerzo del Partido Comunista Chino (PCCh) por suprimir cualquier conjunto de creencias que pueda competir con la ideología del Partido. Esta campaña contra la religión ha tenido y sigue teniendo consecuencias devastadoras para quienes simplemente desean vivir de acuerdo con su conciencia”.

Captura de pantalla de la primera página del informe.

En la sección sobre la persecución a Falun Gong, el informe dice que el abuso de los derechos humanos “se acerca a una escala y brutalidad no vistas desde las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial”.

A continuación, extractos del informe centrados en Falun Gong:

“Falun Gong (también conocido como Falun Dafa) no es una religión formal, sino una disciplina espiritual basada en un conjunto de ejercicios de meditación y textos que predican las virtudes de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Sin embargo, esta práctica en rápido crecimiento suscitó la ira del gobierno chino a finales de la década de los noventa, cuando alcanzó entre 70 y 100 millones de adeptos, superando así el número de miembros del PCCh en aquel momento (63 millones). Tras décadas de supresión de las creencias tradicionales chinas, el creciente interés por la espiritualidad se consideró una amenaza para el PCCh”.

“Julio de 1999 marcó el inicio de la campaña del gobierno para erradicar la creencia en Falun Gong. Este esfuerzo incluyó detenciones masivas, encarcelamiento en campos de trabajo, lavado de cerebro y tortura para cualquiera que se negara a renunciar a sus creencias y prácticas de Falun Gong. Las autoridades torturaron a los practicantes mientras intentaban obligarles a renunciar a su fe y dejar de practicar, algo que continúa hoy en día”.

“La forma más horrible de persecución contra Falun Gong (y, a veces, contra otras minorías religiosas) es la sustracción forzada de órganos. Se trata del acto de sustraer órganos por la fuerza a presos de conciencia y venderlos. Un equipo de investigadores ha demostrado que a los pacientes de China (incluidos los que viajan desde el extranjero) se les prometen órganos compatibles para trasplante en pocos días, un plazo increíblemente corto comparado con la espera en los países occidentales, que oscila entre unos meses y unos años. Esta rapidez en la recepción de órganos sólo es posible con los procedimientos forzados de China que se cobran la vida de creyentes inocentes de Falun Gong”.

“El 17 de junio de 2019, el Tribunal Independiente sobre la Sustracción Forzada de Órganos de Prisioneros de Conciencia en China concluyó con certeza que los seguidores de Falun Gong han sido utilizados como fuente principal en la sustracción forzada de órganos. Los abogados de derechos humanos estiman que desde 2001 al menos 65.000 practicantes de Falun Gong han sido asesinados por sus órganos. El gobierno chino obtiene importantes beneficios del tráfico de órganos. Global Rights Compliance sugiere que China obtiene al menos 840 millones de dólares estadounidenses al año de estas actividades, mientras que algunos estiman que los beneficios ascienden a 1.700 millones de dólares estadounidenses. Las pruebas sugieren que pacientes de más de 20 países han viajado a China para someterse a trasplantes en lo que ahora se conoce como `turismo de trasplantes´”.

En su recomendación política, el informe afirma: “Las constantes violaciones de los derechos humanos por parte del PCCh demuestran que no se le puede tratar como a cualquier otro gobierno. Los derechos humanos y la libertad religiosa deben abordarse en las relaciones comerciales y diplomáticas de Estados Unidos con China”.

“No se debe permitir que el gobierno chino cometa descaradamente violaciones de los derechos humanos y de la libertad religiosa sin que tenga consecuencias en la comunidad internacional”.

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