Por Ines Ehulech – Infobae

El Gobierno de Bolivia anunció este martes que romperá relaciones diplomáticas con Israel por las ofensivas que está llevando a cabo en Gaza contra los civiles palestinos, acciones que considera “crímenes de guerra” y una “amenaza de la paz y la seguridad internacionales”.

Sin embargo, esta sería tan sólo la fachada de la noticia ya que, por detrás, existe una serie de argumentos políticos que motivaron a los gobernantes a tomar la decisión.

El analista y experto en el crimen transnacional organizado Hugo Acha analizó los recientes sucesos y explicó que no le sorprendió en absoluto el anuncio, dado el manejo de la política en el país latinoamericano y sus vínculos con Irán.

—Considerando el historial de las relaciones entre los países, ¿era cuestión de tiempo hasta que algo así ocurriera?

—Absolutamente. Desde que Evo Morales asumió el poder, Bolivia fue el país más hostil de toda la región -y, muchas veces, inclusive más que actores del Medio Oriente- con Israel. Bajo su mandato, no desaprovechó ni un solo foro, ninguna ocasión, para ser, no crítico ni cuestionador, sino directamente y violentamente anti Israel. Desde restringir el acceso a turistas, discriminando empresas israelíes de trayectoria y permanencia, y hasta con sus recientes declaraciones en redes sociales. Evo Morales fue de los primeros, si no el primero, en manifestar abiertamente su apoyo.

— El 7 de octubre, cuando se conocieron los ataques de Hamas, el Ministerio de Exteriores de Bolivia emitió un comunicado en el que evitó condenar el accionar de Israel directamente e hizo un llamado a la paz. ¿Qué fue lo que impulsó el cambio de postura de Luis Arce?

—Hamas y Hezbollah son parte, hoy, de una cadena logístico-financiera muy compleja que, desde nuestro hemisferio, abastece a una serie de actores estatales y paraestatales vinculados al terrorismo: Irán, los servicios de Inteligencia rusos, una fracción de los servicios de Inteligencia chinos. En paralelo, yo defino al equipo de Morales como la organización narcotraficante unitaria más grande del planeta ya que, a diferencia de lo que ocurre en Perú o Colombia, en Bolivia la Confederación de Cocaleros del Trópico de Cochabamba -que es el nervio y base del MAS- controla el 98% del ciclo de cocaína. Los mismos Hamas y Hezbollah se benefician de este tráfico. Entonces, teniendo en cuenta estos aspectos, creo que lo que sucedió fue que la organización de Morales, que venía presionando muy duramente en las últimas horas, se ha preocupado muchísimo tras la aprobación de la nueva ley antiterrorismo de Israel, de hace pocos días atrás.

—¿Qué establece la ley y cómo podría afectar a estos actores bolivianos?

—La legislación dice que todo individuo u organización que desarrolle actividades que beneficien directa o indirectamente al terrorismo será perseguido por el Estado de Israel como una organización terrorista. Esta es la primera vez que un Estado occidental -entendiendo a plenitud a Israel como un Estado occidental y una democracia- que se pone en riesgo lo que -hasta ahora- había sido un blindaje discursivo para esta organización: el tema de la coca como una cuestión ancestral, cultural… Todo este ciclo, del que participa el Estado boliviano gobernado por la organización política de Evo, es -de acuerdo a este concepto legal- un cómplice en el ciclo del terrorismo. Creo que esto es lo que los ha llevado a esta ruptura.

—¿Cree que al igual que Hezbollah y otros actores terroristas, el anuncio de Bolivia se da, a su vez, como una muestra de apoyo al régimen de Irán, en un momento en el que Israel intensifica las ofensivas contra Hamas?

—No me cabe duda pero es parte de una estrategia bien analizada, como explicaba antes. Más que consideraciones de tipo ético, político o humanitario, el gatillo es la adopción de una ley sumamente dura. Se trata de darle una cobertura discursiva, legal, darle una legitimación desde el punto de vista de la percepción pública.

—Es decir que, a menos que se produzca un cambio ideológico en el gobierno, esta decisión ¿podría durar 10 años, como ocurrió en la última ruptura?

—Sí. En este momento en el que poder real de Bolivia lo tiene la organización cocalera, y cuando la economía del país está literalmente adicta al flujo de ese dinero que le permite zafar de situaciones como brechas fiscales o carencias de presupuesto, solamente un cambio con un retorno a la democracia y a un gobierno no vinculado a actividades ilícitas Bolivia abandonará esta posición.

—En tanto eso ocurre, ¿se puede esperar mayor cooperación con Teherán?

—Claro. Por lo menos hasta 2019, la Embajada de Irán con mayor cantidad de personal efectivo presente en la región estaba en La Paz; si la memoria no me engaña eran 360 o 370 diplomáticos acreditados. Por cierto, cuando llegaron, la balanza comercial entre los dos países alcanzaba apenas los 6 millones de dólares. No hay explicación lógica para tener más de 300 diplomáticos acreditados en la embajada de un país donde su balanza comercial no alcanza ni para justificar la planilla de pagos.

—La Canciller interina convocó a los “países hermanos” a “producir una acción colectiva” y “evitar un “genocidio” ¿Cree que otras naciones de la región podrían sumarse a la decisión de Bolivia?

—Desde el punto de vista discursivo, siempre digo que a Bolivia lo controla una organización y no tanto un partido político. Entonces, no me cabe duda que muchos países, desde lo discursivo, filosófico o ideológico, van a verse tentados a seguir esto porque está diseñado para que ello suceda. Pero aquí quiero hacerle una salvedad. Esto no se trata de una cuestión entre palestinos e israelíes sino que se suma este fenómeno internacional que yo llamo La Guerra Infinita, una combinación de los ciclos de lo ilícito, la inestabilidad social, y los actores estatales, paraestatales y grupos terroristas que se benefician de este ciclo ilegal.

—Hace unos meses, Bolivia e Irán firmaron un pacto militar que, para muchos, podría preparar la región para actos de terrorismo o fomentar este tipo de acciones. ¿Cómo evalúa hoy ese acuerdo?

—Recordemos que cuando se inauguró la denominada escuela del ALBA, una academia militar en Bolivia, estuvo presente en aquel acto un alto jerarca de Quds -las Fuerzas Especiales de la Guardia Revolucionaria de Irán- directamente vinculado a los atentados de la AMIA en Argentina. Hoy día, su sucesor Esmail Qaani está en El Líbano coordinando las acciones de Hezbollah en contra de Estados Unidos. Entonces la profundización de esta situación tiene como trasfondo la intención declarada de Irán de ser un actor global que ocasione -por medio de “La Guerra Infinita”- la inestabilidad y la mayor cantidad de conflictos posibles para complicar la ecuación geopolítica de los Estados Unidos. Así que a partir de esto podríamos ver un refuerzo de la presencia de Irán, sus servicios de Inteligencia, su rama paramilitar y hasta Hamas y Hezbollah, que ya de por sí son significativas, tanto en la zona de la triple frontera, en el Arco Andino y en Centroamérica. Esa posibilidad siempre ha cabido.

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