Por Marcelo Duclos – Panam Post

Las elecciones primarias de agosto y las generales de octubre dejaron resultados incuestionables. En la primera instancia, quedó en evidencia un Javier Milei que cuenta con casi un tercio del electorado, también Patricia Bullrich le ganó a Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa se impuso ante Juan Grabois. Después, fue muy claro que nadie había ganado en primera vuelta y los que iban a tener que disputar un balotaje eran Milei y Massa.

Sin embargo, una de las interrogantes que ha cobrado mayor fuerza en los últimos días, luego de revelarse el conteo oficial y también un curioso número de irregularidades que fueron captadas en video, es la siguiente: ¿hubo fraude en Argentina?

Esta cuestión merece una breve explicación. Se puede hacer trampa y que esto no haya influenciado de manera directa en el resultado definitivo de una elección. ¿Es grave, entonces? Absolutamente.

Como vimos los argentinos, hubo una viralización de decenas de imágenes mostrando irregularidades en los cuartos oscuros, donde, por ejemplo, faltaban las boletas de Javier Milei. También aparecieron varias actas de resultados norcoreanos, donde el candidato peronista se llevaba casi todos los votos, a diferencia de Bullrich y Milei, que en esas urnas no habían conseguido ni uno solo. Ahora, si se audita al detalle cada irregularidad, estaríamos ante un escenario de balotaje Massa-Milei, pero puede que el 36-30 que llevó al oficialista y al libertario a la segunda vuelta no exprese con exactitud lo que decían las urnas.

Con una elección cuestionada como la que tuvo lugar en la ciudad de La Plata, donde aparecieron hasta urnas sin votos, sin posibilidad de chequear lo que decían las actas (y un resultado final ajustado), varios periodistas argentinos proponen desdramatizar el asunto. Incluso sugieren que visibilizar la cuestión atenta contra la credibilidad del sistema democrático.

Es absolutamente irrelevante que el resultado definitivo (Massa y Milei en el balotaje) no se haya modificado, a pesar de las irregularidades comprobadas. Es necesario poner el foco en todas las cuestiones que tuvieron lugar, ya que el país se juega su futuro en una elección mano a mano que se definirá por un voto de diferencia.

Claro que con un padrón de decenas de millones de personas siempre existirán algunas irregularidades, el problema es que, en Argentina, las mismas siempre suceden en favor del peronismo y en contra de la oposición. Ninguno de los videos que viralizaron en los últimos días mostraron a votantes de Massa indignados porque no encontraban su boleta en el cuarto oscuro. Tampoco se vieron actas sin votos para el candidato del oficialismo.

Es evidente que el poder desea hacer siempre todos los “microfraudes” posibles, para tratar de alterar los resultados en su favor. De otra manera no se explica como no se aplica a nivel nacional la boleta única de papel, que ha dado buenos resultados en provincias como Santa Fe o Córdoba. Ir a las elecciones contra el peronismo kirchnerista desde el llano es, sin lugar a dudas, una desigual batalla épica entre David y Goliat. En este contexto, lo que menos necesitamos es tener a comunicadores en televisión justificando el fraude en Argentina. Ya es suficiente tener al candidato oficial apalancado en el Estado, utilizando todas las herramientas que brinda el ejercicio del poder para su campaña sucia, populista y prebendaria.

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