Por Gabriela MorenoPanampost

China entró al proceso de licitaciones públicas en Chile con emisarios de bajo perfil que, sin figurar en redes sociales ni ofrecer entrevistas a medios, se apoderan de los millonarios proyectos que financia La Moneda, mediante “ofertas temerarias”. El objetivo es impulsar los negocios de las estatales asiáticas en suelo austral.

Bajo esa modalidad, las compañías bajo el control del régimen comunista de Xi Jinping, China Railway Construction Corporation (CRCC) y China Communications Construction Company (CCCC), acumulan seis adjudicaciones del ministerio de Obras Públicas (MOP) de Chile para el desarrollo de la salud y el transporte.

Cuatro de las licitaciones están manos de la constructora CRCC. Esta compañía ganó el proceso para la cimentación de la ruta 5 —en el tramo Talca-Chillán—, así como la ruta Chillán-Collipulli, el levantamiento del Instituto Nacional Neurocirugía y del Hospital de Coquimbo, luego de superar a Obrascón Huarte Lain S.A., Agencia en Chile, el Consorcio Sacyr y Acciona Concesiones Hospitalarias.

De acuerdo con Diario Financiero, es probable que también obtenga en los próximos meses la licitación de la Red O´Higgins, que contempla dos recintos médicos en las comunas de Rengo y Pichilemu.

En el caso de CCCC, la estatal acumula dos concesiones, una para la construcción del Embalse Las Palmas, a través de su filial China Harbour Engineering Company, y otra para la habilitación sanitaria de la Red Maule, que contempla tres recintos médicos en las comunas de Cauquenes, Constitución y Parral.

Negociaciones deshonestas y sigilosas

El apoderamiento de las licitaciones chilenas en menos de cinco años por las estatales chinas genera inquietud en las concesionarias nacionales, reemplazadas por propuestas que contienen valores “muy por debajo del mercado”. De esa forma lo plantea Leonardo Daneri, presidente de la Asociación de Concesionarios de Obras de Infraestructura Pública A.G. (Copsa), quien cree que es necesario “poner ojo” a las propuestas de los asiáticos, que dejan “fuera de competencia a otras empresas que probablemente pueden ser más eficientes y serias”.

Sin embargo, esa fiscalización es compleja. Los emisarios de China para captar negocios actúan con sigilo. Pu Zang, presidente de la Cámara de Empresas Chinas en Chile (CECC) y gerente general de China Construction Bank en Chile es uno. Desde hace tres años trasciende que se sabe mover en círculos financieros y regulatorios y entiende perfectamente cómo funciona el financiamiento y los trámites burocráticos en Chile para obtener permisos o ingresar dinero desde el exterior”.

Otro asiático prudente en sus búsquedas es Shen Yang, representante de la agencia en Chile del Banco de China, así como también David Dou Yong, exCEO de Hauwei, considerado “el personero que mejor conoce el tejemaneje del poder en Chile porque sabe perfectamente a quién hay que ir a visitar” indica un Ejecutivo que ha trabajado con él.  Otro que figura es Liu Rutao, consejero económico de la embajada de China en Chile cuyas redes de contacto son “impactantes”.

 Infiltración desde los negocios

Con sus tentáculos, China logra que la nueva camada izquierdista en la región la promueva para convertirse en el aliado preferente a la hora de hacer negocios. Muestras sobran. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, firmó un convenio para incorporar a Argentina a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, uniéndose a otros 20 países latinoamericanos a cambio de 23700 millones de dólares en proyectos e inversiones previstos por China.

Otro que va por la misma senda es el presidente de Brasil, Inacio Lula da Silva, quien confiesa sus intenciones de aliarse con China desde que retornó al poder este año. La meta de su gobierno es “reindustrializar” al país con los capitales que maneja Xi pero eso también tiene un precio.

China está interesada en la energía, pero no sólo en los combustibles fósiles que puede conseguir en estas naciones, sino también en el dinero que podría generar la generación solar y eólica. La mejor señal es la ampliación de su participación de China Yangtze Power en la red eléctrica de Lima hasta el Club Med de Santo Domingo, que pasó de 1 % de la inversión total en el período 2005-2009 a algo menos de 35 % en 2020-2022.

El objetivo en América Latina es evidente: incrementar la capacidad de promover su propia prosperidad para garantizar el acceso a los alimentos de su población y recursos naturales que impulse su desarrollo económico desacelerado en el último año. Sólo así se explica la búsqueda continua de mercados donde pueda captar valor añadido para las empresas chinas, incluso, con pactos donde prevalece la “corrupción geoestratégica” que implica el desapego de los protocolos diplomáticos para evadir, mediante sobornos, los requisitos establecidos para la adjudicación de los proyectos.

Pruebas de las irregularidades

Ya un informe de la consultora enfocada en el crimen organizado transnacional, IBI Consultants, descubrió la maniobra de las estatales chinas que apela no sólo a los vínculos ideológicos, sino a los bolsillos de las autoridades locales. Aplicando esta estrategia, el régimen comunista chino consiguió el primer trimestre de este año inversiones en el “triángulo de oro blanco” que conforman Chile, Bolivia y Argentina.

Sus firmas CATL, BRUNP y CMOC, comprometieron cerca de 1000 millones de dólares en proyectos de litio en los departamentos de Potosí y Oruro en Bolivia. Mientras tanto, Chery Automobile invertirá otros 400 millones de dólares en la construcción de una planta para fabricar vehículos eléctricos en Rosario, Argentina, con los cuales el régimen chino pretende materializar su sueño “Made in China 2025”. Su táctica es liderar la producción de tecnología de la información de nueva generación, máquinas computarizadas, robots de gama alta, aeroespacial, equipo marítimo y barcos de alta tecnología.

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