Por Marcelo DuclosPanampost

Javier Milei ya se encargó de ponerle su sello al inicio de su mandato. A diferencia de sus antecesores, que reciben los atributos para luego hablarles a los legisladores, el libertario prefirió dirigirse a la ciudadanía. Más allá de lo simbólico, esto tiene un sentido: los argentinos deberán comprender la complicada situación que atraviesa el país, producto de la herencia de dos décadas del más burdo e irresponsable populismo.

Pero lo histórico de la jornada de hoy excede al nuevo presidente de la República Argentina. Los ciudadanos de a pie, que celebran en su mayoría la salida del kirchnerismo del poder, son los protagonistas de esta jornada. Desde anoche, muchas personas ya ocupaban los lugares preferenciales en las inmediaciones del Congreso para verlo de cerca a Milei. Sí, como sucede con los recitales de las grandes estrellas musicales. También, un grupo de liberales se congregó en la puerta del banco central, para realizar una especie de “velatorio” simbólico al monopolio monetario argentino.

En las típicas asunciones de (gobiernos de corte populista como el) peronismo, las personas que se acercan masivamente para darle la bienvenida al nuevo jefe de Estado tiene poco de espontáneo y mucho de “aparato”. Agrupaciones sindicales, “organizaciones sociales”, empleados de los gobernadores, intendentes y legisladores, etcétera. Todos compitiendo por mostrar sus banderas y pancartas, en el marco de la más obscena obsecuencia interesada. Cuando uno se acerca a las personas que están allí, a nadie le interesa lo más mínimo lo que el nuevo mandatario tiene para decir.

En esta oportunidad, con la jura del presidente Milei, el fenómeno es completamente diferente. Los que dicen presente son los ciudadanos de a pie, que se acercaron sin intereses políticos ni especulaciones personales. Son los argentinos que dependen de sí mismos y desean dejar dos claros mensajes: que apoyan al nuevo gobierno y que desean verdaderamente un cambio de página para la política nacional y su modelo económico.

Cada vez que un cronista se acerca a uno de los espontáneos manifestantes, se repite la misma consigna: la esperanza. Ese es el sentimiento de más del 55% que votó un cambio el 19 de noviembre. Los números de aprobación de Milei hoy son casi de diez puntos más, en comparación al resultado que obtuvo en el balotaje frente a Sergio Massa.

Hoy comienza una nueva Argentina. No se trata solamente de un recambio en los nombres de la dirigencia. Hay un nuevo modelo, un programa alternativo y un aprendizaje materializado en buena parte de la opinión pública. La última vez que un proceso liberal se puso en marcha en el país, Argentina alcanzó el PBI per cápita más alto del mundo y se convirtió en uno de los principales destinos que la inmigración internacional elegía. Están dadas todas las condiciones para repetir la historia.

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