Por Cecilia Scalisi – La Nación
El miércoles 22 de noviembre se celebró el Día de la Música, fecha grata para los cultores del arte de combinar los sonidos que, en el día de su patrona cristiana, la Santa Cecilia “protectora de los músicos”, reciben homenajes y enhorabuenas.
Hubo uno que, en lugar del tradicional saludo, recibió una carta de despido del Teatro Argentino de La Plata: Christian Peregrino, cantante lírico de reconocida trayectoria, que había sido contratado para cantar la parte del bajo en el Réquiem de Verdi.
La razón de su despido
Todo comenzó el viernes 17 en el Teatro Colón cuando, a dos días del balotaje, el por entonces candidato Javier Milei asistió a la última función de Madama Butterfly (ópera en la que Peregrino había interpretado el personaje de Bonzo). Al margen de las manifestaciones del auditorio, lo que más llamó la atención fue la vergonzosa escena que protagonizaron algunos músicos tocando la marcha peronista y algunos miembros del coro abucheando y vociferando (sic) “¡Milei, basura, vos sos la dictadura!”. Una manifestación inédita proferida por artistas desde el escenario a un ciudadano en calidad de público.
En su perfil de Facebook, Peregrino, en todo su derecho, se hizo eco de un interrogante generalizado: “los que entonaron la marcha peronista desde el mítico foso del Teatro Colón ¿van a renunciar o pueden cometer semejante falta de respeto sin sanciones?”
El lunes 20, ya electo presidente Javier Milei, el sindicato de los empleados del Estado ATE Provincia de Buenos Aires, emitió desde La Plata, un comunicado en el que se solidarizaba preventivamente (aunque sin haber recibido coerción o requerimiento de responder por sus actos) “con los compañeros trabajadores del TC amenazados —afirma el escrito— con sanciones y despidos por parte de la coalición macrista-libertaria”, enfatizando su (sic) “repudio al amedrentamiento de quienes pretenden reinstaurar el miedo y la persecución.”
Peregrino compartió ese comunicado en sus redes, lo prologó con palabras propias y celebró el resultado electoral (“Todo esto ayer se acabó —escribió el cantante—, compatriotas queridos, entiendan que la democracia es tolerancia y la república es libertad”), y etiquetó a una de las sindicalistas autora de la misiva con la siguiente frase: “Mostrale este post a tus compañeritos y no rompan las pelotas, comisarios de cuadra”, frase con la que el sindicato justificó su declaración de “persona no grata”; y la dirección del teatro, el despido por “agresión y maltrato en las redes”.
El director de estudios, firmante del despido junto al director artístico del teatro bonaerense, destacó en una comunicación con esta cronista los siguientes puntos: el hecho de que “el perfil de Peregrino está abierto al público” (¿tal vez porque interpreta el director que la libertad de expresión se garantiza exclusivamente en el ámbito privado pero no en el público?); que no se puede hablar de una vulneración del derecho “porque no hubo censura previa —subraya—, sino el ejercicio de tal derecho con las consecuencias por las expresiones vertidas”; y agrega, finalmente, la reveladora aclaración de que “siendo no-kirchnerista el pensamiento político de Peregrino, aun así había sido convocado.”
Lo que prevalece de este caso simbólico es la forma de limitar o condicionar la libertad de expresión precisamente aplicando sanciones “como consecuencia de lo expresado”, disciplinando o disuadiendo, para acallar la crítica e imponer el pensamiento único. “La Constitución y el Pacto de San José de Costa Rica son claros cuando reconocen el derecho de todos los habitantes de expresar sus ideas libremente”, recuerda la voz autorizada del prestigioso constitucionalista Daniel Sabsay.
La dirigente que se sintió agraviada hizo aplicar sobre un individuo todo el poder corporativo y partidario de su gremio, sumado a la fuerza de la autoridad estatal. Por ello, señala Sabsay: “Peregrino, que solo se ha expresado, debería incluso ser indemnizado por el daño que le ocasionaron.”
Una exhibición grosera del pregón de la inclusión que excluye a la disidencia; una narrativa que repudia anticipadamente el amedrentamiento, la persecución y el miedo, pero que los ejercen mediante la censura sobre el derecho a la libre expresión. ¡Vaya paradoja la de aquellos que le gritaron en la ópera “vos sos la dictadura” al ahora presidente Javier Milei!