Por Emmanuel Alejandro Rondón – voz.us
“Milei no lleva 48 horas desde que ejerció el Gobierno. Asumió el domingo, ayer fue el primero y hoy todavía no terminó el segundo. Ya lo están matando”, decía el presentador argentino, Esteban Trebucq, hace dos días atrás en uno de sus editoriales luego de que se anunciaron las primeras medidas económicas del presidente argentino Javier Milei.
Detrás de la crítica del periodista hacia sus colegas, quienes son los principales críticos de Milei, se esconde una realidad histórica ineludible. A lo largo de las décadas, en Latinoamérica, los países tarde o temprano se ven obligados a realizar ajustes necesarios para intentar solucionar problemas como el déficit fiscal, combatir la inflación y estabilizar sus debilitades economías. Pasó en Argentina a finales de los cincuenta, en Venezuela en los ochenta o en Ecuador hace unos pocos años atrás.
Cuando esto ocurre, casi automáticamente, grupos sindicales, movimientos progresistas y la oposición de turno llaman a los sectores populares a levantarse contra los “paquetazos neoliberales”. La mayoría de estos procesos terminaron con violencia y con el gobernante de turno yendo para atrás tibiamente con sus medidas.
Sin embargo, en Argentina, está ocurriendo exactamente lo contrario. Tras décadas de despilfarro público, el flamante presidente Javier Milei, junto con su equipo económico, decidió en tan solo 96 horas abordar los problemas estructurales del Estado y presentar ante la sociedad argentina el ajuste fiscal, estatal y económico más grande y agresivo de la historia.
Eliminación de ministerios y secretarias, devaluación de la moneda nacional para estabilizar el cambio con respecto al dólar, recortes del gasto público por doquier, eliminación de varios subsidios (y suba de algunos en sectores clave) y una cantidad impresionante de medidas de shock que buscan asumir el costo político de una crisis económica heredada para, en un futuro, estabilizar la situación y combatir la inflación en Argentina.
Pero lo sorprendente no es el gran ajuste y las políticas de shock anunciadas por Milei. No. Lo que sorprende es que, lejos de envalentonar a los sindicatos o a los grupos políticos progresistas, Milei está recibiendo el irrestricto apoyo de sus denominados “intelectuales”.
¿Quiénes son ellos? No son escritores, ni filósofos, analistas o grandes líderes de opinión. No. Los “intelectuales” de Milei no son otros que los argentinos de a pie, que lo votaron en las urnas y ahora están dispuestos a soportar la quimioterapia para salir del cáncer kirchnerista.
“Asumió el domingo. No puede hoy, jueves, decir: ‘¿Queremos saber más?’. Estuvieron cuatro años callados, no teníamos presidente presente, y ahora que te dan información de cómo está el país te enojas”, le dijo una señora a la cadena TN, tras varias de las medidas anunciadas por Milei.
Otra periodista de TN, el mismo día de la asunción de Milei, le preguntaba a un señor por qué la gente aplaudía cuando el presidente libertario planteaba un panorama económico desolador para los próximos años.
“Porque sabe que es necesario el ajuste”, respondió el entrevistado, de forma tajante.
En una transmisión de C5N, un periodista se montó en un autobús y empezó a preguntar a los usuarios, de forma inquisidora, si la situación del país les preocupaba tras las medidas de Milei.
Todos los entrevistados, absolutamente todos, respondieron que estaban lógicamente preocupados por la actualidad económica de Argentina. Pero también dijeron sentirse esperanzados de un futuro mejor, tras los ajustes necesarios anunciados por el nuevo Gobierno.
“No queda de otra que ajustarse los cinturones”, dijo una ingeniera electrónica en el bus.
Luego, habló un venezolano, que según afirmó trabaja instalando cámaras. Sus palabras fueron contundentes: “Como en mi país, lo que se viene es fuerte. Milei decidió hablar con la verdad y la verdad que duela (…) muchos trabajadores se la verán fuerte, pero entre todos, poniendo nuestro granito de arena, podemos sacar un país adelante”.
Pero los argentinos no solo están conscientes de que el Gobierno de Milei heredó una terrible crisis económica, sino también una trágica situación de criminalidad.
El jueves, asesinaron en Quilmes a un trabajador. Los vecinos salieron a buscar unidos al criminal y uno de ellos, ante las cámaras, le pidió encarecidamente al propio Milei que haga rendir cuentas a los criminales. “Las larvas caminan tranquilas, entran y salen”, afirmó el ciudadano indignado.
Milei está logrando, hasta el momento, algo que parecía imposible: cumplir, casi a rajatabla, sus promesas de campaña y hacer que la gente lo acompañe, a pesar de que serán medidas dolorosas al corto plazo, pero profundamente exitosas para el futuro de la Argentina.