Fuente: Voz Media
Pese a los pronósticos más alarmistas en cuanto al cambio climático, que alertan un aumento de incendios a lo largo del mundo, la superficie quemada de Estados Unidos el año pasado fue la más baja de este siglo, y representa menos del 7% de lo que ocurría en la década de los treinta.
De acuerdo con datos de la National Interagency Fire Center, ubicada en Idaho, en el 2023 los incendios forestales quemaron poco más de 2,5 millones de hectáreas en todo Estados Unidos y, aunque el número aterre, significa la cifra más baja de este siglo y una fracción del impacto que había hace poco menos de 100 años.
A diferencia de la recurrente proyección ambientalista, la superficie en Estados Unidos afectada por incendios se ha reducido desde que hay estimaciones, en el primer cuarto del siglo pasado, con apenas un pico no determinante durante gran parte de los dos mil.
El corresponsal climático de USA Today, Doyle Rice, escribió, a finales del 2023, que “la temporada de incendios forestales de este año en los Estados Unidos continentales está resultando ser la más tranquila en 25 años, en términos de hectáreas quemadas”.
De hecho, si nos vamos un poco más atrás del registro de la National Interagency Fire Center, según la US Historical Statistics, que se basa en los informes anuales de las primeras décadas del siglo pasado, la superficie quemada del 2023 representa menos de un promedio del 3% de la zona incendiada en los años entre 1900 y 1909.
En su cuenta de X, el ambientalista, estadístico y autor danés Bjorn Lomborg disecciona estos números y, a partir de varios estudios, explica que el cambio climático tiene poco que ver con el aumento o la reducción del impacto de los incendios en la tierra.
En cuanto los incendios que destruyeron parte de California en los últimos años, Lomborg cita a un panel de expertos que concluye que la responsabilidad tiene menos que ver con el cambio climático y más con el manejo y el desarrollo de la tierra.
Scott Stephens, profesor de la ciencia del fuego en la Universidad de California, en Berkeley, dijo durante una conferencia sobre el medio ambiente en Washingtonque del 20% al 25% de los incendios ocurrieron debido al cambio climático, mientras que un “75% es resultado de la forma en que se gestionaron las tierras”.
Sobre la importante caída del impacto de las quemas forestales en la tierra a partir de la década de los 50, el estadista Lomborg comenta que “se debe probablemente a la supresión de los incendios”.
En USA Today, el profesor de geografía de la Universidad de California, Glen MacDonald, le dijo al periodista Doyle Rice que el bajo impacto de los incendios en el 2023 se debe, principalmente, a las lluvias y la nieve durante temporadas de incendios que se vieron en estados susceptibles como California, Nevada, Utah y Wyoming.
“Las condiciones frescas y húmedas de California redujeron la inflamabilidad del combustible vegetal y el potencial de propagación del fuego”, le dijo MacDonald a USA Today.
Asimismo, pese a que uno podría suponer lo contrario, la superficie forestal de Estados Unidos no ha disminuido desde 1900. De hecho, ha aumentado levemente desde mediados del siglo pasado, de acuerdo con datos del Departamento de Agricultura.
“En 1630, la superficie estimada de tierras forestales de EEUU era de 1.023 millones de acres, aproximadamente el 46% de todo el país. Desde 1630, unos 256 millones de hectáreas de tierras forestales se han destinado a otros usos, principalmente agrícolas”, se lee en un informe del Departamento de Agricultura.
“La superficie forestal se ha mantenido relativamente estable desde 1910, aunque la población se ha triplicado con creces desde entonces”, añade el informe.
Con respecto al futuro, las estimaciones oficiales tampoco son tan apocalípticas como sí son las predicciones ambientalistas. Según proyecciones de la Environmental Protection Agency (EPA), incluso si el mundo continúa el ritmo actual de explotación de combustibles fósiles, el porcentaje de superficie quemada se mantendría estable por los próximos 70 años.
Si el escenario es el contrario, y todo el mundo reduce las emisiones de CO2 de una manera tajante (en al menos un 70%), apenas habría una disminución de las hectáreas quemadas por los próximos 70 años.
En ese sentido, en cuanto al impacto de los incendios en los bosques, no habría una alteración significativa si de aquí en adelante entramos en un mundo verde o en uno en el que se quemen irracionalmente los combustibles fósiles, de acuerdo con proyecciones de la EPA.
Por último, Bjorn Lomborg también se refiere a que los incendios tienen mucha menos intensidad hoy en día. Con respecto a esto, el autor escribe: “Al contrario de lo que se escucha constantemente en los medios de comunicación: los incendios a nivel mundial en el 2023 ardieron menos de lo normal”.
“Sí, Canadá ardió mucho más (se dice constantemente), pero los medios también deberían decirte que Estados Unidos, África y Europa ardieron mucho menos”.
Por lo tanto, luego de una revisión de la estadística, Lomborg concluye que, aunque “el clima sí aumenta la superficie quemada; la zonificación y la gestión forestal son mucho más importantes”.