Por Orlando Avendaño – voz.us
Cuba atraviesa una de sus peores crisis económicas, que recuerda a lo sufrido en la década de los noventa, durante el denominado período especial, luego del colapso de la Unión Soviética. Nuevamente el hambre, la escasez, el aumento del costo de la vida y una cruel represión determinan el tiempo en la isla.
“El régimen ha sumido al pueblo cubano en una profunda crisis humanitaria, marcada por el hambre, las fallas sistémicas en los servicios de salud y transporte, la absoluta ineptitud y la negligencia del Estado, la represión política y la violencia”, le dijo a Voz Media la reconocida activista cubana Rosa María Payá.
Esta semana, por primera vez en su historia, el régimen cubano solicitó oficialmente ayuda al Programa de Alimentos de las Naciones Unidas debido a la escasez de la leche subsidiada para niños menores de siete años.
La solicitud es un reconocimiento inédito y nada sutil de los problemas estructurales que enfrenta Cuba. Y no es que antes la isla gozara de prosperidad. La leche que escasea era subsidiada, a través de una cartilla de racionamiento, porque la leche líquida o en polvo que venden los comerciantes tienen precios que “son inaccesibles para la inmensa mayoría de la población”, dice la BBC.
Desde que tomó el poder la Revolución Cubana, en la década de los sesenta, y luego de suprimir por completo la iniciativa privada y de estatizar la economía, en Cuba rige un modelo de asistencia y control, que se alza sobre un pueblo empobrecido.
De acuerdo con el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid, para esta década el 92% de los cubanos viven en la pobreza; mientras que el 62% “sobrevive con lo mínimo”.
La situación, entonces, ya era grave; pero en los últimos meses se ha acentuado de manera significativa.
Empobrecidos
“Hay reportes de escasez. Por primera vez en la historia el régimen pidió ayuda a la ONU, ¿por qué? Indudablemente Cuba está atravesando una severa crisis económica caracterizada por la escasez de numerosos productos básicos, incluyendo alimentos, combustibles y medicinas. Algo que los cubanos han sufrido recurrentemente por casi siete décadas”, le dijo a Voz Media el activista Frank Zimmerman, director del centro de pensamiento Liberty Plus.
En paralelo a la solicitud de ayuda a las Naciones Unidas, el régimen de Miguel Díaz-Canel empezó a aplicar, desde este viernes, un alza masiva de los precios del combustible.
Se trata de un aumento categórico, de más del 400%. Aunado a ello, esta medida, que se enmarca dentro de un plan de ajuste, plantea un aumento, también importante, de las tarifas de la electricidad y el agua.
Según dijo el ministro de Energía y Minas de la dictadura, Vicente de la O Levy, el propósito de las medida es “lograr el reaprovisionamiento de los combustibles y provocar el ahorro en los que consumen más”.
No obstante, justo antes de aplicar la medida, el régimen destituyó a su ministro de Economía, Alejandro Gil, por haber reconocido públicamente que su Gobierno no podía seguir subsidiando el combustible y los servicios, por la precaria situación económica.
Manuel Ángel Rodríguez, quien vive en La Habana, le dijo a Voz Media que desde que se anunció la medida ha habido temor y pánico entre la población.
“Con la gasolina subsidiada se hacía grandes colas, pero cuando dijeron que iban a subir… Mi hermano, eso se triplicó… Ayer jueves tenías que verlo: horas y horas para llenar el tanque”, contó Rodríguez.
Rodríguez dijo a Voz Media que este viernes las gasolineras no amanecieron con tantos vehículos aparcados a la espera de llenar los tanques. “Como se nota que ya hay nuevos precios. Ya es una realidad. Vamos a ver qué ocurre”, dijo.
El régimen cubano, que trató con guante la retórica en torno a las medidas para evitar sugerir que las cosas van por mal camino, ahora dice que es “consciente de que las medidas tienen un impacto inflacionario”, pero que se irán adoptando “un grupo de decisiones para atenuar el impacto”.
Pero ya el régimen había dicho que el paquete solo se aplicaría cuando las condiciones fueran acordes y que no afectarían a “los grupos más vulnerables”.
Hace casi un año, en abril del 2023, previendo la agudización de la crisis, el dictador Miguel Díaz-Canel dijo que la escasez de combustible se debía —e iba a deber, advirtiendo— al “incumplimiento de los países que suministran el crudo a la isla por su propia situación energética compleja”.
Díaz-Canel se refería a la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela, que por años ha sido el principal sostén económico de la isla. Al proveer petróleo a Cuba, en su mayoría regalado o a cambio de asistencia estratégica, Venezuela le permitía al régimen cubano mantener cierta estabilidad y control de la economía.
Pero la industria petrolera de Venezuela está acabada. Venezuela pasó de producir casi 3 millones de barriles de petróleo al día, en 1998, a poco más de 300 mil, en el 2020. Ello más los escándalos de corrupción, que dan cuenta de un desfalco sin precedentes en el hemisferio. Aunado a ello, en el 2019 el Gobierno de Estados Unidos impuso sanciones a la estatal petrolera venezolana PDVSA.
Todo esto, por supuesto, minó la asistencia de Venezuela a Cuba.
Huir como no se huía en décadas
“La crisis del castrismo es una crisis sistémica, que describiría como una crisis sobre crisis. El país no tiene infraestructura, no existe industrias y la incontrolable estampida de cubanos incrementa el desastre”, dijo a Voz el reconocido activista por los derechos humanos y disidente cubano Antonio Rodiles.
“A pesar de recibir petróleo de sus socios, como son los casos de Venezuela, México y Rusia, el régimen no logra abastecer el mercado interno. La creciente inflación los obliga a subir los precios de los combustibles”, dijo.
Para Rodiles, la crisis actual es una consecuencia de décadas de acumulación de una gestión “inoperante”. Lo que hoy atraviesa Cuba solo es comparable con lo que sufrió hace más de 30 años. Y, desde entonces, “las crisis subsecuentes se han acumulado”.
“Lo inédito radica en la acumulación”.
El momento es desesperante. La mayoría de los cubanos vive en la incertidumbre absoluta. Las madres no encuentran alimentos para sus hijos y muchos siguen optando por salir del país.
“El desespero es tan grande,que la gente sigue lanzándose al mar, a ver si se los comen los tiburones, para tratar de llegar a Miami. Eso no ha cesado. No ha cesado en 60 años y no va a cesar”, comentó Manuel Ángel Rodríguez.
“Yo tengo a gran parte de mi familia en Miami. Todos se fueron por el mar. Y no es un camino fácil. No sabes la cantidad de gente que ha muerto intentándolo”, agregó Rodríguez.
Son los balseros. Esos que se arriesgan, a la deriva, al naufragio. Los que enfrentan la furia del Caribe para escapar de una isla a la que consideran una prisión.
De acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en el 2023 más de 6 mil 200 cubanos llegaron por mar a Miami. Se trató de un aumento frente al año anterior, cuando viajaron por mar 6.182. Asimismo, entre el 2022 y el 2023 más de 530 mil cubanos llegaron por diferentes formas, como la frontera sur o viajes humanitarios, a Estados Unidos, un número que representa el 4,8% de la población de la isla, que son 11 millones.
“Esto equivale a vaciar provincias enteras de la isla en solo dos años. Estas asombrosas cifras no tienen en cuenta los miles más que se han dirigido a Brasil, Rusia, Uruguay y otros países durante el mismo tiempo”, se lee en un informe de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés).
Se trata del mayor éxodo migratorio de cubanos en décadas. “Esto es el mayor número jamás registrado en dos años corridos desde que empezó la migración luego de la revolución en 1959”, le dijo a AFP Jorge Duany, el director del Instituto de Investigaciones de Cuba de la Universidad Internacional de la Florida.
“Aquí se está pasando hambre. Te lo digo, esta situación está inaguantable”, insistió Manuel Ángel Rodríguez a Voz Media.
Toca seguir luchando
Para Frank Zimmerman la crisis actual es “una más de la larga lista de crisis económicas que ha sufrido el país”.
Y la gente se está hartando. Dice Zimmerman que el ánimo de desobediencia no se sentía desde julio de 2021, cuando miles de cubanos se tomaron las calles para protestar en una de las expresiones de disenso más importante de los últimos años. Entonces, el régimen reprimió con furia.
“Hay hartazgo y frustración. Se está generando un descontento en la población, que no se veía en años”, dijo.
Para Rodiles, la situación, por más crítica, presenta una oportunidad. “Constituye una sacudida. Es un claro ejemplo de que el neocastrismo no se logra afincar”, dice. No obstante, asegura que “lamentablemente la oposición está en su punto más débil en lustros”.
“La falta de apoyo en lo político y recursos, la situación miserable que golpea a todos y en especial a los activistas, deja al régimen sin apenas contrafuerza”, dijo.
Al final, el recuerdo de los días oscuros que sucedieron a las protestas del 11 de julio del 2021 aún acosa. Las manifestaciones, que alentaron a millones alrededor del mundo, chocaron con la brutalidad del Estado.
El saldo de las protestas, que duraron unos seis días, fue de 5 asesinados por la dictadura, más de 500 detenidos y sentencias excesivas para castigar de por vida a los manifestantes.
La organización Prisoners Defenders denunció el 14 de julio que el régimen había desaparecido a al menos 187 personas.
Luego de más de 60 años de dictadura férrea y estable, se instala la noción de que la libertad es inalcanzable. De que no hay qué hacer, cómo hacer. De que la dinastía de los Castro, que arrancó con Fidel, siguió con Raúl y hoy está resguardada por Díaz-Canel, se mantendrá imbatible.
Pero no todos pierden la esperanza. Para la activista Rosa María Payá, hija de Oswaldo Payá, uno de los líderes opositores más prominentes de Cuba que fue asesinado en el 2012, los cubanos están listos para rescatar lo que les pertenece.
“Algo queda claro: la única salida a la crisis es la salida de la dictadura. Los cubanos lo sabemos, por eso siguen en aumento las protestas en las calles a pesar de la brutal represión, del hambre y del éxodo. Los cubanos estamos listos para el cambio”, dijo Payá.
Para Payá, quien además es la fundadora de la organización Cuba Decide, sí existe coordinación para buscar una transición en la isla. Denuncia, además, que la complicidad internacional ha sido uno de los apoyos fundamentales de la dictadura.
“Todo el dinero que se entregue a los dictadores irá al aparato represivo y a la maquinaria de corrupción. Sabemos por experiencia propia que hasta las donaciones son confiscadas por las autoridades”, denunció a propósito de la solicitud a las Naciones Unidas.
Rosa María Payá concluyó con Voz Media: “Advertimos que si quieren ayudar a frenar la crisis humanitaria de mi país y a estabilizar a la región, deben presionar con todos sus medios al régimen cubano para que se someta a la voluntad soberana de la ciudadanía”.