Por el Dr. Juan C. Garberi – La Prensa

“No existe tiranía peor, que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencias de justicia”.
Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, 1689-1755

La democracia, si no tiene pueblo es igual a un río sin cauce, un río sin agua. Un mar seco sería la democracia, si no tiene un contenido profundamente humano y de respeto a sus derechos, implícitos en la ley natural.

Las organizaciones globalistas como la ONU, OMS, UNICEF, BM, FEM, FMI, BIS, etc., están estableciendo un sistema mundial de tiranía neo feudal y tecnocrática a nivel mundial sin precedentes. Donde serán eliminados todos los derechos naturales inherentes al ser humano.

Esta operación es denominada Agenda 2030 o Proyecto 21 para la ONU, desde su aprobación durante 1992 en Río de Janeiro, de manera arbitraria, sin consulta y consentimiento del Pueblo de la Tierra. Motivo por el cual carece de legitimidad. Siendo por lo tanto nula para ser acatada por los seres humanos que habitan la Tierra.
Las élites financieras globalistas dirigen los objetivos de esas organizaciones internacionales mencionadas previamente.
Tienen la capacidad de generar “pandemias”, guerras, acciones terroristas de bandera falsa o realizada por organizaciones que ellos mismos han creado, manipulación de elementos básicos para la vida como ser el agua, que es un recurso estratégico. Ahora con intención de privatizarla en todo el mundo de acuerdo a lo decidido en la reunión de Kioto de 2003 del Grupo de los Siete.  Donde se repartieron las reservas de agua del planeta, incluyendo también a los alimentos. Tienen la capacidad de generar eventos climáticos catastróficos. Con lo cual producen y justifican la destrucción del sector productivo primario, con las secuelas de hambruna que ello implica. 
Envenenan nuestros alimentos y bebidas, con flúor, con agrotóxicos que son agentes cancerígenos, neurotóxicos, neumotóxicos, dermatotóxicos, teratogénicos (glifosato, glufosinato, organofosforados, organoclorados, piretroides, etc.), siendo algunos disruptores hormonales. Como también lo hacen con nuestro cielo a través de las fumigaciones químicas (“chemtrails”), envenenando consecuentemente la tierra, el aire, el agua, ver Fig.1, Fig.2.
En febrero pasado cinco provincias argentinas firmaron convenios de gestión del agua con Mekorot, la compañía estatal privada del agua de Israel, y se sumaron a las dos que ya lo habían hecho en septiembre de 2022. El objetivo es la implementación de un Plan Maestro del Sector Hídrico que supone el control de este recurso estratégico, por parte de esta empresa denunciada a nivel mundial por restringir el suministro de agua a las comunidades palestinas. Distintas movilizaciones y campañas de presión internacional lograron que empresas de agua pública de Brasil, Holanda y Portugal suspendieran contratos firmados con Mekorot. En 2013, esta empresa debió dar marcha atrás con un contrato previsto para construir una planta potabilizadora en Argentina, donde ahora afianza su presencia. Mekorot ha sido denunciada en la ONU, el Comité Nacional Palestino BDS, partidos políticos, grupos parlamentarios, organizaciones sociales, y por diversas asociaciones ecologistas y de cuidado del medioambiente de todo el mundo
Desde la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, la Mutual Sentimiento y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), se realizaron estudios de sangre a 20 voluntarios para determinar la presencia de pesticidas. Lo que sigue a continuación son los resultados contundentes de esos análisis:

Número de elementos químicos analizados (órgano fosforados, órgano clorados y piretroides): 49
Personas intoxicadas con alguno de los químicos analizados: 93,7 %
 
Desglosamiento según número de compuestos hallados en la sangre de las personas

Personas intoxicadas con un compuesto químico:  50,0 %
Personas intoxicadas con dos compuestos químicos:  31,3 %
Personas intoxicadas con tres compuestos químicos: 12,5 %
 
O directamente nos inyectan sus preparaciones biotecnológicas, a las que denominan vacunas. Análisis realizados en Conicet Neuquen hayaron elementos no declarados en viales de vacunas contra el CoVID19 de diversas marcas.
También se encontraron elementos compatibles con patrones de grafeno.
Todo esto sumado a los campos electromagnéticos (CEM, HAARP), que favorecen las modificaciones climáticas y el control mental masivo, aparte de ser nocivos para la salud tanto humana, como animal, vegetal y de insectos polinizadores (abejas entre otros). 
Para colmo los políticos adhieren a estas consignas porque dependen de ello, para poder posicionarse en el manejo del Estado.
Pretenden generar el denominado transhumanismo o robotización o directamente reemplazarnos por robots. Hay que recordar que Klaus Schwab ya en la década del 90, consideraba que había un 90% de humanos que “sobraban”.
Intentan controlar toda actividad humana a través de una moneda digital del banco central (CDBC), eliminando el dinero efectivo. Esto posibilita el control de cada habitante de este mundo, los 7 días de la semana y las 24 horas del día. Desde ya, incluyendo la denominada “huella de carbono”. Esto porque aducen fraudulentamente que el CO2 (anhídrido carbónico) es nocivo para el clima, a pesar de que está en una proporción de 0,04% entre los gases atmosféricos. Y la actividad humana solamente aporta el 3% de esa cifra. Sin ese CO2 no se podría desarrollar el reino vegetal, que aporta alimentos y oxígeno (O2), y posibilita la vida en la Tierra. Que por otra parte es el principal “secuestrador” de este gas.
Es evidente que tanto las falsas pandemias como el relato climático, no se hubiera podido realizar sin la complicidad de los políticos, jueces, fuerzas de seguridad, medios de comunicación con sus mercenarios: periodistas, instituciones profesionales médicas y de investigación científica, jurídicas, sindicales, patronales, docentes, religiosas, etc.
Estamos bajo ataque por una secta globalista que sólo busca la reducción poblacional por variados mecanismos, transhumanizar y controlar a la población sobreviviente.
Para lograrlo se valen de la generación de crisis de variada naturaleza: sanitarias, económicas, bélicas, climáticas, terroristas, justificando las acciones que pretenden imponer. Ahora, a través del nuevo reglamento sanitario internacional la Organización Mundial de la Salud (OMS) está tratando de convertirse en la gobernanza mundial para la manipulación de todo esto.
La salud, la educación, el cuidado de los mayores, el derecho al trabajo de todos los seres, el desarrollo científico tecnológico de los pueblos que les otorga conocimientos para ser independientes, entre otros, son derechos irrevocables de los seres humanos por el solo hecho de nacer. Estos derechos que son pre jurídico y vinculante garantizan la vida, la libertad, la verdad, que incluyen desde ya el derecho a la tierra, el agua y el aire que son recursos de toda la humanidad. Por lo tanto, no son negociables y todos los individuos deben tener igual posibilidad de acceso a tales derechos. No se puede privatizar, es decir poner en el control de unos pocos la decisión de a quien se les otorga tales derechos. Si no se entiende así, las sociedades se polarizan, entran en descomposición y se sumergen en la peor de las esclavitudes. Las vidas humanas pierden sentido y se convierten en meros números que los Black Rock, los Gates, los funcionarios del FMI y la Banca Mundial (extranjeros o sirvientes autóctonos) manipulan a su antojo desde sus muy confortables oficinas, asépticamente alejadas de la Tierra. Se han convertido en los nuevos emperadores romanos o dioses del olimpo con sus cargas de cortesanos.

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