por Oriana Rivas – Panampost
El régimen chino no esconde sus intenciones de utilizar la tecnología a su favor. La aplica en la industria espacial para competir contra Estados Unidos, mientras que el propio dictador Xi Jinping exige a sus expertos que el contenido generado por inteligencia artificial refleje “valores socialistas”.
En línea con esa agenda, la industria del algodón también se convirtió en un nicho para probar la inteligencia artificial y la tecnología 5G. Es decir, están usando ambas tecnologías para aumentar la productividad en las fábricas ubicadas en Xinjiang, región mundialmente conocida por ser el lugar de origen de la comunidad uigur esclavizada, torturada y sometida a trabajo forzado por la dictadura china.
Las exportaciones de algodón desde Xinjiang reportan niveles récord. El año pasado alcanzaron 108.000 millones de yuanes (14,9 mil millones de dólares), “con un aumento del 74 % para hilados y otras materias primas, y un aumento del 30 % para prendas de vestir”, según registros de exportaciones citadas por South China Morning Post. Durante esos meses, “los científicos chinos, con el apoyo del gobierno y la industria, introdujeron inteligencia artificial y 5G en las fábricas de Xinjiang”, agrega dicho medio.
La IA controla las fábricas
China busca la manera de continuar impulsando su industria del algodón, a pesar de que el gobierno de Joe Biden, en Estados Unidos, puso en vigencia hace dos años la Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur, para prohibir las importaciones de productos fabricados con trabajo forzado en Xinjiang.
Sin embargo, la entrada en escena de la inteligencia artificial y la red 5G hicieron más competitivo globalmente al algodón de Xinjiang, ya que ayudaron a reducir el uso de energía y mejorar su calidad. El proceso, fríamente calculado, consiste en conectar todas las máquinas de una fábrica al 5G, no solo la maquinaria de hilatura sino también “otros equipos que consumen energía, como aires acondicionados y sistemas de purificación de aire”.
Debido a que la tecnología ofrece un internet más rápido, se redujo “drásticamente los retrasos en la transmisión de datos, allanando el camino para que la IA supervise toda la operación de la fábrica”. A su vez, esta tecnología detecta deficiencias en la cadena de producción y, gracias a su capacidad de aprendizaje constante, corrige errores y optimiza el consumo de energía.
¿Cuál es el problema?
El uso de la tecnología para mejorar procesos de producción no sería un problema si en el medio no hubieran denuncias por abusos de derechos humanos. Está ampliamente documentado cómo el comunismo chino usa a los uigures como mano de obra esclava para recolectar algodón e incorporarlos a fábricas, al punto de que se habla de la “institucionalización del trabajo forzoso” en la minoría musulmana.
Los uigures que fueron “movilizados” obligatoriamente entre 2016 y 2020 para ocupar un determinado puesto, seguían hasta el año 2022 bajo este sistema opresivo en línea con el 14º Plan Quinquenal de Desarrollo Social y Económico de la región (2021-2025) creado por el régimen, según una investigación de Adrian Zenz, experto en el análisis de las políticas de opresión de Pekín.
Los Archivos Policiales de Xinjiang revelados por la BBC también ayudaron a comprobar cómo los “campos de reeducación” creados por el comunismo chino no son más que centros de tortura, donde se condena a personas a años de prisión, debido a sus creencias religiosas.
Que desde Pekín hayan dado con la fórmula para potenciar la exportación de algodón en dichas fábricas solo avizora el empeoramiento de la situación. Por más que EE. UU. prohíba a sus empresas importar prendas o suministros con esa materia prima, la competitividad de China parece superar esas restricciones.