Por Oriana Rivas – Panampost
La educación ha sido, históricamente, una herramienta usada por regímenes dictatoriales para formar nuevas generaciones de seguidores. Mostrando supuestas bondades del modelo gubernamental, adoctrinan y manipulan el pensamiento desde la temprana edad de los individuos a favor de su proyecto político.
China lo aplica. De hecho, basado en el sistema educativo con la difusión del “pensamiento de XI” ordenado en la Constitución, Xi Jinping confía en que la juventud china será obediente a él sin dejarse llevar por lo que considera la corrupción de Occidente. En una escala diferente parece estar aplicando ese adoctrinamiento en programas de “formación empresarial” que dicta en naciones en desarrollo como Brasil, Pakistán o países de África. En total, 21123 personas participaron en seminarios del Partido Comunista Chino (PCCh) solamente entre los años 2021 y 2022.
La cifra surge de 1691 archivos del Ministerio de Comercio de China (MOFCOM) que contienen descripciones de 795 programas de capacitación gubernamental impartidos (presumiblemente en línea) durante la pandemia, indica un informe del Atlantic Council titulado “Un Sur Global con características chinas”. Es como la construcción del “socialismo con características chinas” que Xi Jinping lleva adelante en el país que gobierna, pero propagado a otros lugares del mundo.
Cómo crear autoritarismos
El fin es “inyectar directamente narrativas que combinan la gobernanza autoritaria con el desarrollo económico; en otras palabras, para promover un enfoque autocrático”, explica este informe que revela la estrategia china escondida en programas de capacitación aparentemente neutrales e impartidos por el Ministerio de Comercio.
Abundan los detalles sobre estos cursos. Por ejemplo, que abarcan lecciones sobre prácticas de la República Popular China que, en algunos casos, “han infringido la libertad personal o han contribuido indirectamente a la infracción de las libertades personales y los derechos individuales”. En este caso específico, se imparten instrucciones sobre tecnologías de doble propósito “que podrían explotarse para acceder a datos individuales de manera que se amplíe la vigilancia estatal y el control sobre la vida personal de los ciudadanos”.
Las 795 capacitaciones recibieron seis calificaciones y se distribuyeron de la siguiente manera: “25 % se clasificaron como claramente autoritarias, 10 % como potencialmente autoritarias, 22 % relacionadas con infraestructura y acceso a recursos, 5 % relacionadas con el acceso a la seguridad, 2 % como acceso a operaciones de información, y 35 % como ‘otros’ (control de plagas o cambio climático)”.
Adoctrinar bajo el enfoque chino
Como todo lo que rodea las intenciones expansionistas de China, comprobadas en sus distintas iniciativas como la Franja y la Ruta o sus megaproyectos para ganar influencia en países africanos, estas capacitaciones no solo tienen el objetivo de instruir a funcionarios gubernamentales extranjeros sobre estrategias autoritarias. También parecen servir para fines de recopilación de inteligencia. Y es que a los participantes se les exige presentar informes “que detallan sus intercambios y compromisos previos con otros países sobre temas de capacitación específicos”.
Este enfoque autocrático de la gobernanza en el sur global es solo una de las tantas estrategias del PCCh para promover la aceptación extranjera de sus políticas. Ganando esos respaldos, resulta más sencillo que el “pensamiento de XI” prolifere en otras naciones, apuntando justamente a quienes participan en sus gobiernos. En paralelo, el PCCh también brindaría asistencia a los países anfitriones para acelerar la adaptación de sus prácticas. Es decir, se ofrece el paquete completo para que otros sistemas caigan en las redes chinas.