Fuente: La Gaceta de la Iberosfera
El silencio político en Reino Unido ante el asesinato de tres niñas en Southport (Liverpool) y la represión gubernamental a quienes protestan por el peligro que supone el islamismo recuerda a lo que ocurrió en la ciudad inglesa de Rotherham, donde las autoridades no actuaron contra violadores paquistaníes para no parecer racistas.
Recientemente en Southport un individuo de padres ruandeses mató a Bebe King, de 6 años; a Elsie Dot Stancombe, de 7 años; y a Alice Dasilva Aguiar, de 9 años. El ataque contó con la censura inicial de los medios de comunicación y de la clase política que alienta la inmigración ilegal y su efecto llamada.
Durante casi 20 años, entre 1997 y 2013, clanes de origen paquistaní (musulmanes) abusaron de 1.400 niñas, según el informe encargado a la profesora Alexis Jay, aunque otras fuentes sitúan el número en 2.000. Atraían a las menores con regalos, y después las drogaban y las alcoholizaban para traficar con ellas y violarlas.
Las agresiones tenían lugar en casas y sótanos, pero también en parques, atrios… en algunos casos esperaban a las niñas en las puertas de los colegios. Lo sabía todo el mundo, pero las autoridades municipales y policiales taparon el escándalo para no parecer «racistas» e incluso apartaron a los agentes y asistentes sociales que se mostraban dispuestos a investigar. «No se quería remover la nave multicultural», reconoció Dennis MacShane, entonces diputado laborista, según un articulo publicado en ABC en 2017.
La ex primera ministra Theresa May responsabilizó en el Parlamento en 2014 —siendo ministra del Interior— a «la corrección política institucionalizada«. «Muchas víctimas sufrieron la injusticia de ver sus gritos de ayuda ignorados. Las preocupaciones culturales y el miedo a ser visto como racista (…) nunca deben impedir proteger a los menores», señaló.