Una joven de 20 años, Cristina Hineman, ha decido llevar a la Justicia a una de las mayores organizaciones del país que promueve la agenda woke en el ámbito sexual y reproductivo. Planned Parenthood permitió a Hineman acceder a hormonas de testosterona cuando esta tenía 17 años tras una simple entrevista de 30 minutos y varios formularios. 

Además de su demanda judicial, Hineman, de ahora 20 años de edad, cuenta su historia en el último documental de la serie Crisis de Identidad, producida por el Foro de Mujeres Independientes (IWF, por sus siglas en inglés). 

Esta serie de documentales cuenta las historias de personas que han abandonado un proceso de transición de género. Tiene el objetivo de informar acerca de los perjuicios de los tratamientos de los que mujeres fueron “víctimas de la ideología de género y de una profesional de la salud mental que despotrica contra su profesión por priorizar lo políticamente correcto sobre la salud pública”.

Un formulario y 30 minutos

Hineman cuenta cómo a finales de su adolescencia comenzó a dudar acerca de su identidad y a sentirse incómoda. Entonces, con 17 años de edad, creyó que la respuesta a sus males sería someterse a un tratamiento hormonal con testosterona. 

Tenía una sensación de urgencia en cuanto a dicho tratamiento y sabía que en los centros de Planned Parenthood no sería sometida “a preguntas humillantes, ni a un periodo de espera innecesario, ni a sermones, ni a curiosear sobre su certeza”. Acudió entonces a una de las casi 600 clínicas que la organización progresista dispone en Estados Unidos. 

Hineman no es un caso aislado. La información sobre reclamaciones de seguros proporcionada a The Free Press por el Manhattan Institute muestra que al menos 40.000 pacientes acudieron a Planned Parenthood con el objetivo de someterse a tratamientos hormonales solo en 2023. Es una cifra que se ha multiplicado por diez desde 2017. Casi el 40% de aquellos que solicitan hormonas son jóvenes de 18 a 22 años de edad.

Detransición 

Tras un año de tratamiento con hormonas de testosterona, Hineman comenzó a dudar de su decisión anterior. “Me lavaron el cerebro”, declaró a The Free Press. “Mucha gente dice que los adultos deberían poder hacer lo que quisieran. Pero si tienes una enfermedad mental que te nubla la vista, o estás tan mal informado sobre lo que significa siquiera la disforia de género, entonces no puedes consentir tratamientos tan invasivos”, añadió.

La demanda judicial denuncia un caso de mala praxis médica por no recibir toda la información acerca del tratamiento ni tampoco el consentimiento informado de todos los profesionales médicos que permitieron su proceso de transición hormonal. La demanda acusa desde a su terapeuta hasta al cirujano plástico que le extirpó los pechos tras una consulta superficial cuando cumplió 19 años. 

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