Fuente: Informe Orwell

Por Rene F. Bolio

Venezuela celebró elecciones recientemente, en las que la oposición al régimen chavista ganó de manera contundente. No solo obtuvo la victoria, sino que presentó pruebas técnicas y documentales que demostraban haber recibido más del doble de los votos de Maduro.

Inmediatamente, el régimen chavista comenzó a difundir en los medios que había ganado, inventando cifras y negando el acceso a la documentación electoral. Esto no sorprendió a nadie, dado que el régimen no está dispuesto a ceder el poder. Lo que tampoco sorprendió fue que el primer país en reconocer el anuncio de Maduro fue China, al igual que cuando Xi Jinping fue reelegido por segunda vez como líder del Partido Comunista Chino, el régimen venezolano se apresuró a felicitar al dictador chino.

Sin embargo, surgen cuestionamientos sobre las razones detrás de este rápido reconocimiento y la falta de consideración hacia los argumentos de la oposición venezolana y de la comunidad democrática internacional.

Uno de los factores principales es de índole económica. Venezuela acumula una deuda cercana a los 60 mil millones de dólares con China, misma que está en moratoria desde 2017. A pesar de solicitar prórrogas y nuevos créditos, el reconocimiento no parece ser por razones de conveniencia económica. De hecho, con una democracia en Venezuela, se levantarían las sanciones y llegarían inversiones petroleras, lo cual podría permitir a Venezuela pagar su deuda con China.

El comercio entre ambos países ha sido significativo, con un superávit para Venezuela hasta el año 2020. En los últimos años, las ventas de Venezuela a China han caído a 700 millones de dólares anuales, mientras que las compras chinas superan los 3,400 millones, evidenciando un desbalance considerable.

China ha sido un aliado importante desde que Hugo Chávez llegó al poder, con profundización de las alianzas en el ámbito comercial, político y militar. El comunismo chino ha servido de inspiración para la dictadura venezolana, y los resultados para la población han sido devastadores. Los miles de presos políticos, los asesinatos, la devastación de ambos países hace que entiendan que sus complicidades son una garantía de supervivencia.

Esta nefasta alianza internacional, que incluye a China, Rusia, Irán, Corea del Norte y otros países con prácticas políticas muy cuestionables, se fortalece con las dictaduras en América Latina, como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Esta red de complicidades facilita la comisión de crímenes de lesa humanidad y su encubrimiento mutuo. Entre estos regímenes y sus aliados han hecho totalmente inoperantes las organizaciones de Derechos Humanos, las de justicia y las de control democrático. El compromiso con los dictadores es mutuo, sabedores que sin esos complices no tendrán oportunidad de sobrevivir a un embate democrático. El costo económico es inferior a los beneficios que obtienen con sus mutuos encubrimientos.

La cooperación militar entre China y las dictaduras latinoamericanas es particularmente preocupante. China ha proporcionado armas, capacitación, municiones, vehículos y equipos de espionaje. Aunque la calidad del armamento ha sido deficiente (como lo demuestra el accidente de cuatro aviones), las intenciones y entrenamientos conjuntos reflejan una alianza militar sólida. Cuando no han podido pagar por el armamento, se les ha regalado material militar que ahora se utiliza contra el pueblo venezolano.

La represión en Venezuela se lleva a cabo con equipos, tecnología y métodos proporcionados por China. La policía china entrena a la venezolana, y los equipos de espionaje, armas y municiones provienen de China. Además, especialistas en falsificación y fraude electoral de China, transportados desde Cuba, están activos en Venezuela.

El apoyo mutuo entre ambos regímenes es notoriamente público y plantea serias cuestiones de soberanía. Aunque este respaldo parece beneficiar principalmente a Maduro y sus aliados, proporcionándoles una economía enorme, préstamos impagos, tecnología y apoyo frente a los Estados Unidos, China también se beneficia.

Aprovecha el petróleo contrabandeado, minerales extraídos ilegalmente como oro y uranio, apoyo en organizaciones internacionales y el posicionamiento militar estratégico frente a Estados Unidos. Además, el Partido Comunista Chino ve esta alianza como una forma de desviar la atención de los movimientos militares en Taiwán hacia el Caribe.

Las garantías de la deuda con China son, naturalmente, las reservas petroleras venezolanas, que deben ser extraídas. Sin embargo, debido al sistema corrupto y comunista, la producción ha caído a una cuarta parte de lo que era hace unos años.

La irrupción de China comunista en la región latinoamericana en este siglo ha sido intensa, logrando muchos beneficios geopolíticos, comerciales y estratégicos, pero la relación con las dictaduras de la zona genera una extensión de la represión y de la miseria de los pueblos regidos por estas tiranías. La nocividad de la influencia china supera por mucho cualquier beneficio económico que se pueda argumentar.

El riesgo de que un cambio democrático cuestione esta deuda es uno de los motivos por los cuales China decide apoyar de inmediato a un régimen inepto, corrupto e impopular, ofreciéndole su respaldo en el momento más vulnerable.

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