Por Santiago Ospital – voz.us

“En el escenario global actual, toda historia es una historia climática“. Así predica la internacional Earth Journalism Network (EJN), una organización ambientalista que hace de puente entre multimillonarios y periodistas.

Un informe elaborado por investigadores de la Deakin University (Melbourne, Australia) revela datos clave sobre la institución sin fines de lucro que dice llegar a “prácticamente todas las regiones del mundo”, ofreciendo “ayudas económicas, formación y tutoría” a miles de reporteros.

En la otra orilla se encuentran, según reconoce la misma EJN en su web, organizaciones supranacionales -como la Comisión Europea y las Naciones Unidas-, nacionales -el Departamento de Estado de Estados Unidos- y algunos de los apellidos más importantes del país, como Rockefeller y Bloomberg. Tampoco faltan organizaciones como la polémica Tides.

Covering the Planet: Assessing the state of climate and environmental journalism (Reportando el Planeta: analizando el estado del periodismo ambiental) es un informe novedoso, según sus autores, porque es el primer estudio “realmente global” sobre el periodismo del medio ambiente y el cambio climático.

Tras entrevistar a cientos de periodistas, ofrece un análisis y posibles soluciones a la cobertura. Haciéndolo, revela puntos clave sobre qué busca de los periodistas a cambio de la financiación verde. “Toda historia es una historia climática”.

Una profesión en crisis, una oportunidad para el dinero ‘verde’

Que el periodismo enfrenta una crisis de financiamiento es un tópico de la profesión. Uno cierto: desde el auge de internet la publicidad abandonó los periódicos en pos de ventanales digitales -como las redes sociales- y la circulación del impreso se desplomó. Lugar común y cierto que las organizaciones ambientalistas pueden aprovechar, según señala el reporte.

Los periodistas beneficiados por estos billetes verdes, sin embargo, reconocen estar preocupados por cómo este dinero externo afecta su independencia. Un reportero de Brasil reconoce que los objetivos de financiación de las organizaciones ambientalistas influyen sobre la elección de qué temas cubrir: “¿Por qué hay tanta cobertura sobre el Amazonas? Porque es importante, pero también, porque hay dinero para hacer eso“. 

El mismo periodista señala que se creó una “burbuja” de medios nacidos gracias a este financiamiento internacional que dependen de que siga fluyendo. En otra parte del informe, los investigadores recomiendan a los donantes que dejen más libertad a los periodistas para decidir qué temas cubrir, porque muchas veces las ONG proveen fondos para cubrir “un área temática específica, determinada por los intereses y objetivos del financiador“.

Otro ejemplo se encuentra al final del informe, cuando aconseja a los periodistas que “las perspectivas de la justicia deben destacarse en los informes sobre el cambio climático” y alecciona: 

“La responsabilidad de causar y responder a los daños climáticos y medioambientales no es igual en todo el planeta. Los periodistas deben abordar la responsabilidad diferencial y las perspectivas de justicia climática en sus informaciones sobre el cambio climático”. 

Un periodismo activista

 El reporte también pone en duda el papel del reportero. Tras reconocer que los periodistas ambientales suelen ser considerados activistas por sus colegas, sostiene que tanto la posibilidad de ser objetivo como su necesidad han sido puestas en duda.  

En sus recomendaciones finales a los reporteros, les dice que deben “considerar su propia posición y la de su medio en el espectro entre objetividad activismo“. “Cada periodista debe”, sostiene, “considerar su propia posición entre la objetividad y el activismo”. Dice que ser activista y objetivo no son necesariamente “mutuamente excluyentes”.

A los millonarios donantes también les aconseja olvidarse de la objetividad: “El requisito de no hacer apología no debe ser una condición para financiar el periodismo climático y medioambiental“.

El reporte no sólo apunta contra la búsqueda profesional de la objetividad, sino también recomienda silenciar voces disidentes. “Los periodistas no deben servir de plataforma a fuentes que nieguen la ciencia del clima”, dice sin rodeos.

El estudio describe como “preocupante” que haya reporteros que busquen hacer reportajes “balanceados”. Un 62% de los entrevistados sostuvo haber incluido el testimonio de fuentes “escépticas” de que el cambio climático sea causado por los humanos o de la “cambio climático”.

“Se ha demostrado, por ejemplo, que el ‘equilibrio’ periodístico puede ser problemático cuando se informa sobre cuestiones tan polarizadas como el cambio climático”.
Informe ‘

Reportando el Planeta: analizando el estado del periodismo ambiental’.

Si al final del reporte los autores incitan a los periodistas a poner la objetividad entre interrogantes, en el resumen ejecutivo ya les proveen una respuesta:

“En nuestro actual momento global, cada historia es una historia climática – y cada historia, singular y colectivamente, tiene el potencial de abordar las amenazas a las que se enfrenta nuestro hábitat planetario compartido“.

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