Ya sea que quieras llamarlo verdadera felicidad o alegría, existe un estado mental profundo y satisfactorio que todos deseamos alcanzar, pero muchos no lo logran en la búsqueda del placer. Si bien el placer no tiene nada de malo en sí mismo, tiene muchas limitaciones.
Aquí examinaremos cómo mirar más allá de la felicidad superficial y momentánea del placer y cultivar una alegría más significativa y sostenible que nos permita superar tanto el placer como el dolor. Este es el secreto para encontrar la serenidad.
Placer fugaz
El placer es la sensación agradable que obtenemos de diversas experiencias y actividades. Suele implicar la estimulación de uno o más de los cinco sentidos y puede ser sutil o intenso, pero este estado deseable rara vez dura. Como es una respuesta emocional a factores externos, el placer no puede mantenerse indefinidamente ni puede proporcionar una satisfacción duradera.
Disfrutar de un trozo de chocolate, por ejemplo, puede ser placentero durante un minuto o dos; pero continuar comiendo más y más chocolate en un intento por mantener esa sensación, al final solo te hará sentir repugnancia.
La alegría, por el contrario, tiene que ver con el corazón y la mente. Trasciende frente a los factores externos y puede transformar fundamentalmente a la persona.
¿Qué es la alegría?
En las enseñanzas espirituales, la alegría suele estar relacionada con la fe en lo Divino y la confianza en que lo que el Creador ha dispuesto para ti es correcto. Se trata de aceptar y estar contento en todas las circunstancias, sabiendo que todo sucede por una razón, independientemente de si podemos verla o no.
En la Biblia (NVI), Santiago 1:2 dice: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”, sugiriendo que debemos aceptar con alegría el sufrimiento y soportar las pruebas difíciles, porque nos acercan a Dios.
Se dice que Lao Tzu enseñó: “Conténtate con lo que tienes; regocíjate con las cosas como son. Cuando te das cuenta de que no te falta nada, el mundo entero te pertenece”.
Los practicantes budistas cultivan un estado mental llamado mudita, o alegría compasiva. Se trata de una alegría desinteresada por la felicidad de los demás, sin ningún sentimiento de celos. Mudita se considera una de las cuatro cualidades más elevadas del corazón. Fomenta la conciencia de la “unidad”, la interconexión de todos los seres.
Cuando los psicólogos analizan la alegría, coinciden en que va más allá de uno mismo. La Dra. Pamela Ebstyne King considera la alegría como una virtud, “un deleite profundo y duradero por aquello que tiene mayor importancia” y “algo que se puede practicar, cultivar o convertir en un hábito”.
En esencia, la alegría es una satisfacción nutritiva que va más allá de la comodidad o el placer físico. A través del trabajo espiritual constante y de la elevación de la conciencia, la alegría puede convertirse en una fuente poderosa y duradera de fortaleza en la vida.
Cultivando la alegría
La plenitud interior inherente a la alegría no se logra a través de sensaciones físicas o ganancias materiales. En cambio, requiere cultivar el corazón y la mente para preocuparse menos por los intereses personales y centrarse en actividades más significativas. Hay una serie de enfoques que pueden ayudarlo a avanzar en su búsqueda.
Servir a los demás
Comparte, sé amable y cuida de los demás. Recuerda que todos estamos interconectados y valora cualquier oportunidad de ayudar a alguien.
Porque es dando que recibimos (San Francisco de Asís)
Involúcrate en algo más grande que tú mismo. Trabaja como voluntario en la comunidad, colabora en un proyecto grupal o enseña algo en lo que seas bueno. Como escribió León Tolstoi: “El único sentido de la vida es servir a la humanidad”.
Sé consciente
Presta atención a tus pensamientos y observa con qué frecuencia tu percepción se ve comprometida por anticipaciones, suposiciones, distracciones y emociones. Con la práctica, puedes aprender a observar tus pensamientos como un testigo imparcial. Luego, puedes alejarte de estas distracciones y obtener una perspectiva clara.
Ya sea que estés lavando platos o escribiendo una tesis, tu corazón se alegrará de estar presente en el momento.
Sé agradecido
Reconoce todo lo bueno que hay en tu vida y adopta una actitud más positiva ante lo negativo. Ya sea que algo parezca bueno o malo a primera vista, considera qué propósito más profundo podría tener.
Como refuerzo, lleva un diario de gratitud, en el que identifiques algo por lo que estás agradecido cada día. Esto puede ser especialmente difícil en momentos de pérdida, pero aun así puedes estar agradecido por el tiempo que compartieron juntos.
Toma un camino espiritual
Sé receptivo a la guía y la inspiración divinas. Aprende a tomar a la ligera los apegos y las búsquedas de este mundo material y sigue el plan perfecto del Creador. Cultiva la virtud y medita.
Aprovecha tus puntos fuertes
Aunque solemos lamentar nuestras deficiencias, cada uno de nosotros tiene su propio conjunto de habilidades y talentos naturales.
Deja de limitarte por lo que no puedes hacer y descubre y desarrolla tus capacidades únicas. Ponerlas en práctica puede ser muy gratificante en sí mismo; pero trabajar con tus puntos fuertes también mejora la concentración, te ayuda a aprender cosas nuevas con más facilidad y estimula la creatividad.
Vive según tus valores
Tómate el tiempo para establecer tus metas espirituales y tus estándares éticos, y luego esfuérzate por vivir a la altura de ellos. Tener claro lo que es importante para ti te dará la dirección y la motivación para avanzar hacia tu mejor versión.
Todos los días, durante todo el día, nos enfrentamos a decisiones. Opta a menudo por las acciones que prometen una satisfacción mayor y duradera, y no por una gratificación personal instantánea.
Experimenta asombro y maravilla
El asombro surge cuando experimentamos algo tan increíble que necesitamos expandir nuestra mente para aceptarlo. Nos brinda una perspectiva diferente, donde nuestro sentido del ego se vuelve más pequeño y nos ponemos más en sintonía con los demás, nuestro entorno y el universo.
La vida está llena de pequeños milagros, que se hacen especialmente evidentes en la naturaleza. Aprende a apreciar los pequeños momentos maravillosos que te rodean en lugar de darlos por sentados.
Perdona
Reconoce la inutilidad del resentimiento y déjalo ir por completo. Recuerda que todos somos un trabajo en progreso y ten paciencia contigo mismo y con los demás.
Ser agraviado no es nada si no continúas recordándolo. (Confucio)
Encontrando la serenidad
A medida que continúe construyendo una base más sólida de alegría en su vida, esta se convertirá en una de sus mayores fortalezas: una serenidad que te llevará con calma a través de los altibajos con claridad, gracia y sabiduría.