Fuente: Voz Media

Por Israel Duro

A falta de poco más de un mes para las elecciones, el mundo contiene la respiración hasta saber si será Donald Trump o Kamala Harris quien ocupará finalmente el Despacho Oval. Las agencias de Inteligencia han denunciado un incremento en el número de ataques informáticos de potencias extranjeras -especialmente desde Rusia, China e Irán- tratando de influir en el resultado, así como de la proliferación de fake news para engañar a los votantes, especialmente a los indecisos. Sin embargo, existen peligros mucho más cercanos que pueden alterar la voluntad de los votantes: son los agujeros negros del sistema electoral.

En realidad, lo primero que se podría decir que no existe un sistema electoral único, sino 50. Es decir, cada uno de los estados tiene la capacidad de organizar el proceso de votación como considere con absoluta independencia del resto, tanto en lo referente al voto por correo o voto temprano, el tipo de papeletas, cómo se realiza el conteo, las máquinas y sistemas con que se llevará a cabo…

La identificación obligatoria, gran caballo de batalla

Esta autonomía alcanza incluso aspectos tan fundamentales para garantizar la inviolabilidad del voto de los ciudadanos como si es necesaria o no la identificación quienes emiten su voto, uno de los grandes campos de batalla en estos momentos. Por ejemplo, en California cualquiera puede prácticamente depositar una papeleta en la urna sin que nadie compruebe si realmente es quien dice ser, mientras que en Florida es obligatorio presentar un documento que lo acredite. 

Según recoge Ballotpedia, “en abril de 2024, 35 estados exigían a los votantes que presentaran un documento de identidad para votar en las urnas el día de las elecciones. De estos estados, 24 exigían a los votantes que presentaran un documento de identidad con fotografía y 11 aceptaban otras formas de identificación. Los 15 estados restantes no exigían a los votantes que presentaran un documento de identidad para votar en las urnas el día de las elecciones”.

Con la llegada y liberación en el país durante la administración Biden-Harris de más de 10 millones de inmigrantes ilegales, este aspecto ha cobrado aún una importancia mayor para los legisladores republicanos, que vienen denunciando una estrategia demócrata para convertir EEUU en “un país de partido único“. Para ello han tratado de aprobar la SAVE act, con la que pretenden garantizar que sólo los ciudadanos puedan votar y que sea obligatoria la identificación.

Los demócratas, antes cierre de Gobierno que aprobar la SAVE Act

Algo a lo que los demócratas se oponen radicalmente. Hasta tal punto que han estado a punto de permitir el cierre de Gobierno a 40 días de las elecciones con tal de no sacar adelante dicha norma en las votaciones de la Cámara de Representantes, que Mike Johnson vinculó a la iniciativa para evitar el Shutdown. Finalmente fue el speaker quien dio su brazo a torcer.

Según la postura mayoritaria ahora mismo -matiz importante, porque en 2021 muchos defendían la necesidad de crear una norma nacional de identificación de votantes- entre los miembros del Partido Azul, la oposición a la identificación obligatoria puede resumirse en palabras de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés):

“Las leyes de identificación con fotografía excesivamente onerosas privan a muchos votantes de su derecho al voto, reducen la participación y se oponen directamente a la tendencia de nuestro país de incluir a más estadounidenses en el proceso democrático. Muchos estadounidenses no tienen una de las formas de identificación con foto emitida por el gobierno que las leyes estatales enumeran como aceptables para votar. Estos votantes son desproporcionadamente personas de bajos ingresos, minorías raciales y étnicas, ancianos y personas con discapacidades. Con mayor frecuencia, estos votantes no pueden permitirse o no pueden obtener los documentos subyacentes que son un requisito previo para obtener una tarjeta de identificación con foto emitida por el gobierno”.

La segunda excusa de los demócratas es que aseguran que no es necesario legislar para evitar el voto de los no ciudadanos, porque esto “ya es ilegal” y existen penalizaciones para quienes lo hicieran. Sin embargo, en las últimas semanas se han multiplicado las denuncias en este sentido, incluso se han descubierto graves fallos dentro del propio sistema electoral de un estado para en la identificación de residentes en el registro de votantes que les acreditaba como ciudadanos sin serlos. Uno de los más sonados fue el de Arizona, donde, según el registro de votantes estatal, 98.000 personas habían presentado una prueba de ciudadanía sin haberlo hecho. Y esto, en uno de los estados donde es obligatoria la identificación…

La ‘cosecha de votos’

Otra situación que los republicanos critican duramente es la “cosecha de votos” (Harvesting ballots). Supone la autorización para que una persona recoja los votos de terceros -en algunos estados incluso sin vinculación familiar o ser conocidos y la persona que recoge las votaciones puede ser pagada por su labor- para depositarlos en las urnas

En estos momentos, según Ballotpedia, “24 estados y D.C. permiten que una persona elegida por el votante devuelva las papeletas de voto por correo en su nombre en la mayoría de los casos. 15 estados especifican quién podía devolver las papeletas (es decir, miembros del hogar, cuidadores y/o familiares) en la mayoría de los casos”. Además Alabama sólo permite explícitamente que el votante devuelva su papeleta y 10 estados no especifican si alguien podía devolver la papeleta de otra persona.

Entre los principales peros a esta norma es la usurpación de identidad para votar en nombres de personas que no lo han hecho, o los grupos organizados que buscan a votantes vulnerables a quienes convencer para que depositen su voto en un sentido u otro y le permitan entregarlo en su nombre. En 2020, el representante de Illinois Rodney Davis señalaba que “hay un tremendo problema de cadena de custodia que debería preocupar a todos los votantes. La cadena de custodia que hay que tener en cuenta porque nuestra papeleta es mucho más importante – tenemos que entender cómo llega a su lugar de recuento final”. El propio Davis presentó una ley para prohibir esta práctica.

¿Hasta qué punto son seguros los buzones de votos?

Relacionado con lo anterior aparecen los buzones para depositar el voto en ausencia. A pesar de que, en teoría, los votos se depositan en ellos “en sobres cerrados y firmados” y de que “los buzones pueden ser vigilados o no vigilados y disponer de dispositivos de seguridad, como cámaras”, cada vez son más las dudas sobre su seguridad real y los tribunales estatales están dirimiendo su encaje o no con la legislación de cada estado. 

En este momento, según la organización de corte de izquierda Movement Advancement Project (MAP), 30 estados establecen la presencia de estos buzones como obligatoria o están permitidos en todo su territorio y deben ser accesibles. En otros cinco, a pesar de ser obligatorios o estar permitidos, su número está sujeto a limitaciones y restricciones. Además, cuatro estados y D.C no no tienen ninguna ley o política aplicable. Por último, no se utilizan y están prohibidos en otros 11.

La seguridad de los datos de los votantes, en entredicho

Otro aspecto cuestionable es la seguridad de los datos de los votantes. Los candidatos que competirán por convertirse en cargo electo, e incluso cualquier ciudadano previo pago, puede acceder a los datos de lo votantes registrados y su historial de voto. De ahí pueden sacarse datos sobre sus hábitos de voto, si es asiduo a todo tipo de elecciones, si sólo acude a las urnas en elecciones estatales, locales o presidenciales y el sentido de su voto. Una información que facilita, especialmente en los estados donde no es necesaria ningún tipo de identificación para depositar la papeleta, el fraude mediante la usurpación de personalidad.

Un clásico en las últimas elecciones son los problemas con las máquinas que efectúan el recuento. Arizona y el condado de Maricopa se han hecho especialmente célebres en los últimos procesos electorales por este tipo de problemas, que ha llevado a denuncias de fraude y a alargar el tiempo de validación de los resultados. A pesar de que estados como Georgia han anunciado que el recuento de millones de votos de las presidenciales  serán hechos de manera manual, lo cierto es que es una tarea en la que, dada la cantidad  y variedad de cuestiones incluidas en la papeleta -que varía por estados e incluso condados- es muy difícil realizar sin ayuda mecánica.

Desde el ala más radical de la izquierda se critica al propio sistema y piden la eliminación del Colegio Electoral. Unas demandas cada vez más intensas tras las victorias republicanas en 2000 y 2016 a pesar de que los demócratas consiguieron un mayor número de votos. 

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