Por Lara Miravent  – Gateway Hispanic

El 29 de septiembre, considerado por la fe católica el sagrado Día de San Miguel, el expresidente Donald Trump invocó el poder celestial de San Miguel Arcángel y compartió una poderosa oración de protección para todo Estados Unidos.

El Día de San Miguel, que se celebra el 29 de septiembre, marca la Fiesta de San Miguel y de todos los Ángeles, una antigua tradición cristiana que honra a San Miguel, el arcángel que dirigió los ejércitos celestiales en la derrota de Lucifer, el ángel caído.

Trump recurrió a las redes sociales para recordarle a la nación la batalla espiritual que se libra en la sociedad actual. En su mensaje, destacó la importancia de recurrir a la fuerza divina en un momento en que muchos sienten que las fuerzas de la oscuridad están invadiendo las libertades y la moralidad de Estados Unidos.

Según el sitio National Trust for Scotland, el Día de San Miguel, o la Fiesta de San Miguel y de todos los Ángeles, (en esa latitud) marca el final de la cosecha, el comienzo del otoño y el inicio de los días más cortos. Esta festividad, que se celebra anualmente el 29 de septiembre, es el cuarto día importante en el calendario de la Iglesia cristiana occidental. Su nombre hace referencia al arcángel Miguel, líder de los ejércitos celestiales y quien derrotó a Lucifer.

¿Cómo se celebra el Día de San Miguel?

San Miguel es conocido como uno de los principales héroes angelicales y protector contra la oscuridad de las noches de invierno. Tradicionalmente se creía que las fuerzas de Lucifer eran más poderosas durante los días oscuros del invierno, razón por la cual existen muchas costumbres y ritos asociados a esta época del año.

En este día festivo sagrado, Trump compartió una poderosa oración, invocando a San Miguel para que defienda a los Estados Unidos contra la creciente influencia de las fuerzas del mal dentro de la nación. En un mensaje dirigido a los estadounidenses, Trump escribió:

«San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra los enemigos.
Perdona la maldad y las asechanzas del demonio. Que Dios lo reprenda, te rogamos humildemente, y tú, Príncipe de las huestes celestiales, arroja por el poder de Dios al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que rondan por el mundo buscando la ruina de las almas. Amén.»

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