Fuente: Mundo Libre Diario

La cúrcuma (Curcuma longa), perteneciente a la familia del jengibre (Zingiberaceae), es una planta que produce un rizoma subterráneo con un sabor distintivo. Originaria del sur de la India, es comúnmente conocida como azafrán indio. En la cocina india, la cúrcuma es un ingrediente clave, utilizado en abundancia para dar sabor y color a platos tradicionales como el curry.

Para aclarar la diferencia entre hierbas y especias: las hierbas provienen generalmente de las partes verdes y frondosas de las plantas, mientras que las especias pueden proceder de otras partes, como raíces, cortezas, semillas o flores.

El uso de la cúrcuma en la cocina tiene una historia milenaria. Se han hallado restos de esta especia junto con jengibre y ajo en ollas de cocina de hace más de 2.500 años, lo que demuestra su larga tradición culinaria.

Además de sus cualidades gastronómicas, la cúrcuma ha sido valorada por sus propiedades medicinales desde tiempos remotos. La medicina ayurvédica y la medicina tradicional china han aprovechado sus beneficios durante siglos. En la actualidad, con el creciente interés por las terapias naturales, la cúrcuma ha ganado aún más protagonismo, destacándose por su eficacia y seguridad, ya que las dosis terapéuticas son considerablemente más bajas que los niveles tóxicos asociados a algunos medicamentos químicos.

Cabe mencionar que otra especie del mismo género, la Curcuma zanthorrhiza, conocida como cúrcuma javanesa o «falsa» cúrcuma, crece en Indonesia y Malasia. Esta planta, de mayor tamaño y con diferentes propiedades, no debe confundirse con la cúrcuma india.

¿Por qué cultivar cúrcuma? 

Además de ser una planta gratificante para cultivar y cuidar, la cúrcuma ofrece más razones para tener un lugar especial en tu huerto o jardín. Aunque es fácil encontrarla en su versión seca, el uso de la raíz fresca intensifica su sabor en la cocina y potencia sus numerosos beneficios para la salud, que repasaremos brevemente.

El principal componente activo de la cúrcuma, la curcumina, es responsable tanto de su vibrante color amarillo como de sus impresionantes propiedades medicinales.

La curcumina es reconocida por su potente efecto antiinflamatorio. Aunque la inflamación es una respuesta natural del cuerpo para combatir infecciones, su presencia crónica puede contribuir a múltiples problemas de salud. Consumir cúrcuma regularmente puede ayudar a reducir la inflamación, lo que resulta beneficioso para quienes padecen afecciones como enfermedades cardíacas, Alzheimer y artritis, donde la inflamación juega un papel dañino.

Además de sus propiedades antiinflamatorias, la curcumina es un poderoso antioxidante que actúa a nivel molecular, ayudando a eliminar células cancerosas y a frenar el crecimiento y la propagación de tumores. También se ha demostrado que eleva los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), lo que favorece el crecimiento de neuronas y puede reducir el deterioro cognitivo asociado a enfermedades como el Alzheimer. Algunos estudios sugieren que la curcumina es tan eficaz como el Prozac en el tratamiento de la depresión.

Como cicatrizante natural, la cúrcuma es eficaz para tratar afecciones inflamatorias intestinales, así como cánceres de colon, estómago, pulmón, mama y piel. En la medicina ayurvédica, se cree que inhalar el humo de cúrcuma quemada alivia la congestión, mientras que la aplicación tópica de su pasta puede acelerar la cicatrización de heridas y hematomas. Incluso enfermedades cutáneas agudas como la varicela y el herpes han mostrado una buena respuesta a este remedio natural.

Cómo cultivar la cúrcuma

La cúrcuma es un arbusto de hojas anchas que puede alcanzar hasta un metro de altura. Aunque es una planta tropical, también se puede cultivar en interiores en zonas más frías, siempre que se disponga de un espacio amplio y soleado, como cerca de una ventana.

La manera más sencilla de iniciar nuevas plantas es mediante esquejes de rizoma. Asegúrate de que cada esqueje tenga al menos dos o tres brotes y colócalos en posición horizontal en una capa de tierra de unos cinco centímetros. Luego, cubre los esquejes con más tierra, riega bien y coloca una tapa transparente sobre el recipiente o envuélvelo en una bolsa de plástico. Esto creará un efecto invernadero, manteniendo la humedad constante en el vivero. Sitúa el recipiente en un lugar cálido y soleado, ya que la falta de calor podría hacer que los esquejes se pudran.

Los brotes deberían aparecer en aproximadamente tres semanas. Si vives en un clima cálido, puedes trasplantar la cúrcuma germinada en un área soleada del jardín, siempre que las temperaturas nocturnas ya no sean frías. Se recomienda una sombra parcial al mediodía, ya que la planta no tolera bien el sol intenso.

En climas más fríos, es mejor mantener las plantas en macetas dentro de casa y sacarlas al exterior solo cuando haya pasado el riesgo de heladas. Las macetas deben ser anchas y poco profundas, de no más de 20 cm de profundidad, ya que el crecimiento del rizoma ocurre principalmente cerca de la superficie. Llena la maceta con tierra rica y coloca los rizomas germinados de manera horizontal (con los brotes hacia arriba) en agujeros poco profundos, de unos dos centímetros y medio. Riega bien, pero asegúrate de que la tierra se seque entre riegos.

Si cultivas cúrcuma en interiores, es importante prevenir problemas como los mosquitos de hongos u otros insectos que proliferan en la tierra. Espolvorear tierra de diatomeas en la superficie es una medida preventiva fácil y segura para evitar estas plagas.

Cosecha y disfruta

Durante los próximos meses, deberías ver un rápido crecimiento en una planta tupida que producirá tallos florales puntiagudos. De siete a diez meses después de la plantación, las hojas y el tallo empezarán a dorarse y a marchitarse. En este momento, toda la energía se concentra en la raíz, o rizoma, y debes cosechar tu cúrcuma.

Si la cúrcuma está plantada en el suelo, utiliza una horquilla para aflojar la tierra alrededor del perímetro y trabaja lentamente hacia el interior, levantando cuidadosamente las raíces a medida que las veas. Si están en macetas, en lugar de cavar y arriesgarte a dañar tu cultivo, vierte todo el recipiente, con cuidado, en el suelo. Sacude la tierra suelta y corta la masa vegetal moribunda, dejando algo menos de un centímetro de tallo para formar una cicatriz de sellado.

Lava la cosecha y déjala secar antes de guardarla. A temperatura ambiente, la cúrcuma se mantendrá fresca durante varias semanas. Si la guardas en un recipiente cerrado en el freezer, durará hasta seis meses. Ahora puedes comenzar tus aventuras en el uso de la cúrcuma fresca.

Una vez pelados, los rizomas pueden rallarse y utilizarse para mejorar muchos platos. El arroz, las lentejas, los huevos, el pollo y la mayoría de las verduras se adaptan bien a esta especia. Cabe destacar que la curcumina por sí sola es difícil de absorber. Para obtener todos los beneficios de este compuesto, la cúrcuma debe consumirse con pimienta negra y con grasa… De ahí los ricos currys indios picantes. La cúrcuma fresca en rodajas también puede utilizarse en sopas e infusiones. Experimentar con tu cosecha te aportará un beneficio adicional, ¡la alegría del descubrimiento!

No te olvides de guardar algunos rizomas sanos para empezar a plantar el año que viene.

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