Por Lily Wang – Blog de Shen Yun Performing Arts

Romper un palito es fácil, pero romper un manojo de palitos es difícil. Cuando escuché por primera vez este proverbio chino en una presentación de los maestros de ceremonia antes de una danza de Mongolia con palitos en Shen Yun 2008, quedé profundamente inspirada. Aunque son delgados, los palitos pueden ser fuertes al estar todos juntos. Como conjunto pueden aguantar mucha más presión porque cada palito participa en superar la dificultad con sus amigos. Al mantenerse juntos con un mismo propósito, se vuelven un conjunto indestructible.

En el mundo a nuestro alrededor, el trabajo en equipo es una habilidad esencial. Los equipos deportivos dependen de ello. Las empresas ponen énfasis en ello. Las familias se construyen en base a ello. Para mí, yo pude aprender qué significa verdaderamente ser parte de un equipo al ingresar a Shen Yun. En Shen Yun vi al espíritu de equipo manifestarse en cada parte de la compañía. Es este espíritu –todos poniéndolo todo para trabajar hacia el mismo propósito­– lo que permite a Shen Yun superar las dificultades y los desafíos y así convertirse en una de las mejores compañías de artes escénicas de la actualidad.

Trabajar en equipo no es tan fácil como suena. Un trabajo en equipo efectivo requiere sacrificios. A veces significa renunciar a tu tiempo libre para ayudar a otros que lo necesitan, o soltar tus ideas para apoyar las ideas de otro, que pueden funcionar igual o mejor. Requiere que todos pongan al grupo antes que a sí mismos para el bien común –lo opuesto a ser egocéntrico y ponerse uno en primer lugar. Cuando un equipo está dedicado a una buena causa y todos los integrantes consideran su misión como su propia responsabilidad, el equipo se vuelve inquebrantable y está destinado a tener éxito.

En el caso de Shen Yun, la misión de nuestra compañía es clara: revivir la esencia de la auténtica cultura china, recuperar la belleza de las artes y los valores tradicionales, y dar esperanza al público. Queremos hacer esto porque vemos que vivimos en un mundo en el que los valores tradicionales están diluyéndose, donde la gente es cada día más materialista, y donde la gente está perdiendo la esperanza hacia la bondad.

Esta es una misión que ocupa casi cada momento de nuestras vidas. Los artistas y el equipo de Shen Yun trabajan juntos los 12 meses del año. Si no estamos planeando y ensayando juntos, estamos de gira por el mundo. Si no estamos actuando en un teatro, estamos en el hotel preparándonos para el próximo día o subiéndonos al autobús hacia nuestro próximo destino. Siempre hay decisiones que tomar, cosas que hacer y desafíos que enfrentar, mano a mano, tanto dentro como fuera del escenario.

Ya que actuamos, viajamos, comemos, jugamos y hacemos todo como un equipo, hay un contacto máximo con todos. Pensarás que es inevitable que cada tanto haya alguna fricción. Y sin embargo, en mi vida diaria nunca tengo que pensar en cómo evitar un conflicto o cómo cooperar con otros. Quizás es porque todos sabemos por qué estamos aquí, nuestro propósito, y por eso no ponemos énfasis en nosotros mismos o en lo que cada uno quiere. Cuando realmente eres parte de Shen Yun, se vuelve natural que dejes a un lado tu idea para escuchar lo que otros piensan y hacer lo mejor para el grupo.

Sin importar si es durante la temporada de ensayos o de gira, mis compañeros se exigen al límite cada día. Es algo común ver gente practicando duramente hasta tarde en la noche, empapando su ropa de sudor al saltar, dar volteretas y mejorar su flexibilidad. Y nada de esto es con el propósito de competir por estar en el centro del escenario. En cambio, cada uno de nosotros hace lo posible por cumplir con su responsabilidad hacia el grupo y con nuestra misión para así poder presentar lo mejor a nuestro público. Cada persona inspira a los otros a trabajar más duro. ¿El resultado? Cada uno se mantiene motivado y mejora a un ritmo milagroso.

Algunos espectadores del mundo artístico dicen sorprenderse con lo exacta que es nuestra presentación en cada segundo, ya que requiere que toda la producción –desde los bailarines a los músicos, al sonido, las luces y todos los otros departamentos técnicos– trabajen juntos sin errores. Les parece prácticamente imposible porque saben lo difícil que es hacer que docenas de bailarines se mantengan sincronizados con una música grabada, ni hablar de docenas sincronizados con una orquesta en vivo.

Para Shen Yun, esto está lejos de ser imposible porque somos uno solo. Somos un equipo en el que cada uno hace lo mejor para cooperar entre sí. Esto es parte de lo que hace de Shen Yun un espectáculo fenomenal, o en palabras de algunos de nuestros espectadores: un espectáculo divino.

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