Fuente: La Gaceta de la Iberosfera

El Día Mundial para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se ha convertido un año más en una oportunidad para denunciar una plaga que en Italia se cobra miles de víctimas cada año. Aunque se suelen estudiar las razones sociológicas de esta lacra, la izquierda y los medios de comunicación tienden a ignorar, e incluso ocultar, que el aumento de este tipo de agresiones contra las mujeres está relacionado directamente con la inmigración.

Quien sí ha querido poner este lunes el foco en este punto ha sido la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que en una entrevista con Donna Moderna ha recordado que existe una mayor incidencia de este tipo de delitos entre los inmigrantes. «Ahora me definirán como racista, pero lamentablemente hay una mayor incidencia en los casos de violencia sexual por parte de personas inmigrantesespecialmente ilegales, porque cuando no tienes nada se produce una degeneración que puede llevar a todas partes», ha incidido Meloni.

La líder italiana ha acompañado su afirmación de datos: los extranjeros en Italia representan el 8% de toda la población y en el país, en 2023, se produjeron 5.832 agresiones sexuales, de las que 2.524 fueron cometidas por inmigrantes. «Es decir, el 43,3% del total de las agresiones fueron cometidas por el 8% de la población«, ha insistido. Además, en el mismo año se produjeron 18.043 actos de acoso, de los cuales 3.332 fueron perpetrados por extranjeros. Y hubo 27.659 casos de abusos contra familiares y convivientes, de los que 7.824 fueron cometidos por inmigrantes.

Meloni también ha destacado en la citada entrevista que el aumento de la inseguridad en el país es uno de los asuntos que más preocupan a su Ejecutivo y ha enumerado algunas de las propuestas que quiere poner en marcha para solucionarlo, como la contratación de un mayor número de policías y la lucha contra la inmigración ilegal masiva.

En la misma línea se ha pronunciado el viceprimer ministro, Matteo Salvini, quien ha publicado en su cuenta en X una lista de mujeres italianas asesinadas por hombres de origen inmigrante. «Defender a las niñas, sin embargo, significa también reconocer la inevitable y creciente incidencia de los agresores extranjeros, un hecho preocupante que no disminuye en modo alguno los casos italianos pero pone de relieve las peligrosas consecuencias de la inmigración descontrolada, a menudo procedente de países que no comparten los principios y valores occidentales. Es un deber moral de todos nosotros preservarlos y defenderlos a toda costa, por la seguridad de las mujeres de hoy y de mañana», ha afirmado.

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