Fuente: Publicaciones VCS

Las historias sobre “ren” (tolerancia en chino) son abundantes en la cultura tanto oriental como occidental.

En la mitología griega antigua, Prometeo, el titán del fuego, mostró compasión hacia la humanidad al ver las dificultades que enfrentaban y decidió robar el fuego de Apolo, el dios del Sol, para entregárselo a los hombres. Zeus, el rey de los dioses en el Olimpo, castigó a Prometeo encadenándolo a un acantilado en las montañas del Cáucaso, donde quedó expuesto a los elementos. Cada día, Zeus enviaba un águila para que le arrancara su hígado y lo devorara, el cual se regeneraba cada noche, perpetuando así su tormento. Prometeo soportó este intenso sufrimiento durante mucho tiempo hasta que finalmente fue rescatado por Heracles, quien mató al águila con una flecha y lo liberó.

Sima Qian fue un destacado historiador de la dinastía Han temprana (206 a.C. – 220 d.C.) en China. A pesar de haber sido castigado con la castración por defender a un general acusado de fracasar en una campaña contra los xiongnu, una poderosa tribu en la frontera norte de China, Sima Qian soportó el dolor y la humillación mientras estaba en prisión y completó su monumental obra, Registros del Gran Historiador. Este trabajo, que cumplió el último deseo de su padre, se convirtió en una de las piezas más importantes de la historiografía china. Sima Qian afirmó en una ocasión: “Aunque la muerte llega a todos los hombres por igual, puede ser más pesada que el monte Tai o más ligera que una pluma”.

Como autor de la primera historia completa de China, Sima Qian sostenía que un historiador debía ser independiente y proporcionar una descripción objetiva y detallada de los acontecimientos históricos.

El concepto de “tolerancia” en su dimensión espiritual es muy amplio. Para la mayoría, tolerancia significa simplemente soportar, pero este es solo un aspecto. La tolerancia también abarca paciencia, la capacidad de sobrellevar dificultades y pérdidas, conciencia, aceptación, perseverancia, responsabilidad, logros, nobleza sin arrogancia, victoria sin rebeldía, virtud y humildad, fortaleza, la capacidad de desprenderse de apegos y la consideración hacia los demás, entre otros aspectos.

El carácter chino de tolerancia, 忍 “ren”, se compone de un cuchillo en la parte superior y un corazón en la inferior. Este símbolo no sugiere, como algunos creen, que uno deba soportar pasivamente, incluso cuando un cuchillo parece atravesar el corazón. En cambio, implica que el corazón, bajo la presión del cuchillo, debe ser utilizado para encontrar soluciones a los conflictos. Esto requiere ser valiente y mantener la calma en momentos de crisis, actuando con confianza y determinación, evitando enfrentamientos innecesarios con sabiduría, y adoptando un enfoque altruista que minimice las pérdidas.

Tolerar no significa guardar resentimiento o rencor en el corazón, ya que acumular tales emociones puede causar malestar físico y emocional. Si se alberga amargura, el pecho puede sentirse oprimido, y órganos como el hígado y los riñones pueden sufrir daños. Un hígado afectado puede hacer que una persona se irrite fácilmente, mientras que problemas en los riñones pueden llevar a la confusión, afectando el juicio y las acciones. Por lo tanto, practicar la tolerancia no solo ayuda a soportar las adversidades de manera proactiva, sino que también permite resolver problemas con sabiduría y serenidad.

Soportar la humillación

El ilustre erudito Su Shi, de la era Song del Norte (960-1127), expresó en una ocasión: «Cuando un hombre común es humillado, desenfundará su espada para luchar». Sin embargo, según Su Shi, este no es un verdadero acto de valentía. La auténtica valentía se manifiesta en aquellos que, ante una agresión, no responden de inmediato con violencia, sino que optan por una actitud de tolerancia. En lugar de escalar el conflicto, una persona verdaderamente valiente busca resolverlo, ofreciendo a su adversario una vía para calmarse. Incluso cuando enfrenta insultos injustificados, mantiene la serenidad y maneja la situación con templanza.

La Tolerancia no consiste en ser débil e inclinarse ante los demás. Se trata de evitar problemas innecesarios y ser capaz de llevarse bien con los demás en armonía. Demuestra la amplitud de mente de una persona fuerte.

Dormir en palos de maleza y saborear la hiel

Todo el mundo en China conoce el proverbio «Dormir sobre palos de maleza y saborear la hiel». Se trata de cómo Goujian, el rey de Yue, soportó las penurias que se impuso a sí mismo tras una derrota para fortalecer su decisión de vengarse.

Durante años, Goujian se obligó a dormir sobre rudimentarios palos de maleza y a probar la amarga hiel antes de cada comida, para no olvidar la humillación sufrida a manos de su enemigo, el Estado de Wu. En este contexto, la «tolerancia» se interpreta como un símbolo de perseverancia y sentido del deber.

El sufrimiento de Goujian comenzó en el año 498 a.C., cuando Helü, el rey de Wu, atacó al Estado de Yue pero fue derrotado, y murió debido a sus heridas. Dos años después, su hijo Fuchai llevó a sus tropas a una nueva ofensiva contra Yue, logrando derrotar al reino. Goujian, el rey de Yue, fue capturado y llevado a Wu, donde fue obligado a servir como esclavo al rey Fuchai.

Un día, Fuchai cayó gravemente enfermo. En un acto de extrema sumisión, Goujian se ofreció a probar las heces del rey y, tras hacerlo, lo felicitó con entusiasmo: «A juzgar por el color y el sabor de las heces, Su Majestad está en buena salud y puede estar tranquilo».

Tres años después, Fuchai permitió que Goujian regresara a Yue. Al volver a su tierra, Goujian continuó llevando la vida austera que había adoptado durante su cautiverio en Wu, pero con una determinación aún mayor. Se dedicó a su pueblo, revitalizó a sus funcionarios y fortaleció a su ejército.

Goujian colgó una vesícula biliar cerca de donde solía sentarse, mirándola frecuentemente como recordatorio de su misión. Antes de cada comida, siempre probaba la amarga hiel para no olvidar su juramento de venganza.

Después de 22 años de meticulosos planes y preparación, Goujian finalmente lanzó una ofensiva decisiva contra Wu, logrando una victoria aplastante. Tras su triunfo, fue aclamado como un señor supremo y, en un gesto de justicia, devolvió las tierras que Wu había ocupado a los estados de Chu, Song y Lu.

La historia ha demostrado que quienes logran grandes hazañas suelen poseer una voluntad inquebrantable y una profunda convicción.

La historia de Su Wu cuidando las ovejas

En el año 100 a.C., los xiongnu, una poderosa y agresiva confederación tribal del norte de China, buscaron establecer relaciones amistosas con la dinastía Han. En respuesta, el emperador Wu de los Han envió una delegación compuesta por más de 100 personas, liderada por Su Wu, para negociar con los xiongnu. Sin embargo, cuando la delegación estaba a punto de regresar a China, una revuelta interna sacudió a los xiongnu. Su Wu y sus hombres fueron detenidos y se les ordenó que se sometieran a la autoridad xiongnu. A pesar de los intentos de soborno con dinero y promesas de cargos oficiales, Su Wu rechazó todas las ofertas con firmeza.

El líder de los xiongnu, impresionado pero también frustrado por la resistencia de Su Wu, ordenó que lo encerraran en una celda excavada en el suelo, sin comida ni agua. Su Wu, imperturbable, se negó a rendirse. Sobrevivió en esas condiciones extremas alimentándose de su abrigo de piel de oveja y de nieve. El líder xiongnu, impresionado por su voluntad inquebrantable y su integridad, decidió no ejecutar a Su Wu, pero tampoco lo dejó regresar a China.

A medida que las estaciones pasaban sin señales de liberación, Su Wu comenzó a perder la esperanza de regresar a los Han. En un momento de tristeza, mientras se secaba las lágrimas con la manga, una oveja lo observó y baló suavemente, como si intentara consolarlo en su aflicción.

Finalmente, el gobernante xiongnu, incapaz de quebrantar la voluntad de Su Wu, decidió exiliarlo al remoto lago Baikal, encargándole la tarea de cuidar un rebaño de ovejas. Con la intención de que Su Wu jamás regresara a su tierra natal, le impuso una condición imposible: sólo podría volver a los Han cuando los corderos nacieran. Sin embargo, al llegar al lago, Su Wu descubrió que todas las ovejas eran machos, lo que hacía imposible cumplir con la condición impuesta.

Durante años, Su Wu se dedicó a cuidar de las ovejas, utilizando su bastón imperial Han como cayado de pastor. Con el paso de las estaciones, su cabello se volvió gris, pero su espíritu y sus principios permanecieron inquebrantables. Nunca sacrificó sus valores en busca de su propio beneficio, a pesar de las duras condiciones y el prolongado exilio.

Diecinueve años después, una misión diplomática de la dinastía Han, tras obtener información sobre Su Wu de uno de sus antiguos ayudantes, confirmó que Su Wu seguía vivo. Finalmente, el gobernante xiongnu, admirando la tenacidad de Su Wu, permitió que los enviados de los Han lo llevaran de regreso a Chang’an, la capital de la dinastía Han, marcando el fin de su largo y doloroso exilio.

La inquebrantable tolerancia de Su Wu fue una muestra de su profunda lealtad a la dinastía Han. A lo largo de su exilio, soportó inmensos dolores y sufrimientos en defensa de la justicia, sin jamás comprometer su integridad por beneficio personal.

La historia de Su Wu cuidando ovejas ha sido admirada y transmitida de generación en generación entre el pueblo chino, convirtiéndose en un símbolo perdurable de perseverancia, honor y rectitud.

Historia publicada originalmente en The Epoch Times en español

Envía tu comentario

Subscribe
Notify of
guest
0 Comentarios
Más antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios

Últimas