Fuente: La Gaceta de la Iberosfera
Por Lucas Ribeiro
Brasil vive un escenario de deterioro económico acelerado a fines de 2024. Bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, el país enfrenta una combinación explosiva de descontrol fiscal, dólar disparado (alcanzando la cotización histórica máxima de 6,3 reales por dólar) y tasas de interés al alza, todo agravado por la falta de una reacción organizada de la sociedad civil y el Congreso. Como señala Antonio Camarotti, CEO y editor de Forbes Brasil: «Brasil no aguanta dos años más de Lula». La economía, lejos de cualquier estabilidad, se dirige hacia un colapso que amenaza la recuperación de las próximas décadas.
Silencio y complacencia: la complicidad de las instituciones
La crítica de Camarotti no se limita al gobierno. Menciona el «silencio ensordecedor» de las asociaciones empresariales, los sindicatos e incluso la sociedad organizada ante el evidente deterioro de los indicadores económicos. Para él, esta complacencia fortalece la sensación de parálisis nacional. Camarotti crítica al inmovilismo de estas entidades es clara: «La falta de movilización es tan aterradora como las cifras económicas que nos rodean».
Mientras tanto, el Congreso Nacional, que debería actuar como un contrapeso fiscal, se enfoca en mantener sus privilegios. El presidente de la Cámara, Arthur Lira, acelera la votación de paquetes fiscales, pero permite que las propuestas sean desvirtuadas, priorizando enmiendas millonarias y proyectos populistas. Este ambiente político refleja un juego de intereses que agrava el descontrol fiscal y mina la confianza en el futuro del país.
La ilusión del ajuste fiscal
El periodista Mario Sabino, del medio Metrópoles, utiliza ironía para retratar la incapacidad del Gobierno de Lula para recortar gastos y cumplir con las promesas de austeridad. Resume la situación con una frase mordaz: «Es más fácil que un ladrón no saque provecho de una caja abierta que Lula recorte gastos».
El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, quien en 2023 prometió compromiso con el déficit cero, ya pospuso la meta dos veces y ahora abrió espacio para gastos adicionales. La eliminación del requisito de déficit cero para 2025 es, según Sabino, otro ejemplo de la «estafa fiscal» que caracteriza a la gestión actual. José Dirceu, figura central del PT, dejó clara la perspectiva dominante en Brasilia: «Exigir contención de gastos es pedirnos que hagamos haraquiri». Este posicionamiento resume la visión de un Gobierno que prioriza su base electoral por encima de la salud fiscal del país.
Dólar récord y tasas de interés en alza: la confianza se desmorona
Esta semana, el dólar alcanzó la marca histórica de R$ 6,25, el nivel más alto desde el inicio del Plan Real. La depreciación del real en un 28,2% en 2024 evidencia la pérdida de confianza de los inversores en Brasil. Según Carlo Cauti, editor de Revista Oeste, el colapso cambiario refleja la percepción de que el Gobierno ha perdido el control de las cuentas públicas y no presenta soluciones claras para estabilizar la economía.
La subida del dólar también expone la ineficacia de las intervenciones millonarias del Banco Central, que ya ha inyectado más de 12.000 millones de dólares en el mercado cambiario mediante subastas de swaps y ventas directas. A pesar de ello, la moneda estadounidense sigue en aumento.
Grandes instituciones financieras, como JPMorgan y Credit Agricole, han abandonado sus apuestas en el real y en los títulos brasileños, mientras los inversores retiraron más de R$ 10.000 millones de la Bolsa en 2024. Este movimiento refleja el temor a un impago de la deuda soberana y la dominancia fiscal que paraliza la política monetaria.
Fracaso en las subastas de bonos públicos
Otro síntoma grave de la crisis es el fracaso en las subastas de bonos públicos. En una de las rondas más recientes, menos del 10% de los títulos ofrecidos fueron vendidos, incluso con tasas de interés reales superiores al 8% anual, los niveles más altos desde 2008, durante la crisis de Lehman Brothers.
Aunque no se describa como algo inédito, el fracaso en las subastas es raro y refleja la falta de confianza en el Gobierno. Según Gazeta do Povo, los inversores exigen «primas» más altas para asumir el riesgo de financiar a Brasil. Aun así, dudan en comprometer recursos con un Gobierno cuya política fiscal se percibe como irresponsable.
Dominancia fiscal: el descontrol en el centro de la crisis
Ubiratan Jorge Iorio, economista y columnista de Revista Oeste, explica el fenómeno de dominancia fiscal, que ocurre cuando el descontrol de las cuentas públicas debilita la política monetaria. En situaciones normales, el aumento de la tasa Selic (tasa básica de interés en Brasil) debería contener la inflación y atraer dólares, pero en el caso de Brasil, el creciente déficit y el incumplimiento de las metas fiscales anulan estos efectos.
Iorio advierte que este ciclo vicioso —en el que el Gobierno gasta más de lo que recauda, ampliando la deuda pública y aumentando la percepción de riesgo— es lo que alimenta las tasas de interés cada vez más altas. Según él, «el mercado tiene razón al valorar el riesgo brasileño. La culpa no es del mercado, sino del Gobierno».
El desprecio al compromiso fiscal
El editorial de Estadão, reproducido en Revista Oeste, critica la postura de Lula, quien atribuye las turbulencias económicas a «intenciones políticas» del mercado. Según el periódico, el Gobierno ignora que la depreciación del real y la inflación elevada son consecuencias directas de la falta de coordinación entre las políticas monetaria y fiscal.
El Gobierno, según el editorial, prefiere discursos populistas que culpan a los «especuladores» en lugar de reconocer los problemas reales. Fernando Haddad, al sugerir que el mercado está «exagerando» en su reacción, contribuye a la narrativa de un «universo paralelo» característico del lulopetismo, donde el mercado se ve como una fuerza conspirativa, y no como un reflejo de la realidad económica.
El Gobierno culpa a memes y pide censura de perfiles por un supuesto ataque especulativo
En los últimos días, la narrativa del Gobierno se ha centrado en supuestas noticias falsas publicadas por perfiles en redes sociales. El concejal Rubinho Nunes detalló en su hilo que «la SECOM(la Secretaria de Comunicación y Propaganda del Gobierno) utilizó a Globo para ‘preparar el terreno para la próxima ola de persecuciones ideológicas en las redes sociales’, vinculando las fake news y las redes al aumento del dólar».
Entre los casos citados, el perfil «Insiders Capital», con menos de 5.000 seguidores, fue acusado de difundir desinformación que habría impactado el mercado financiero. «Lo más curioso, sin embargo, es la sugerencia de que el mercado estaría guiándose por una cuenta prácticamente irrelevante en Twitter», ironizó Nunes.
Figuras públicas como el exinterventor Ricardo Cappelli llegaron a sugerir, en tono categórico: «Encierren a todos». Además, el ministro Paulo Pimenta anunció que solicitará una investigación sobre los perfiles involucrados, reforzando que estas acciones son parte de una estrategia mayor de censura en las redes.
Un alto precio por la irresponsabilidad fiscal y la omisión
El Brasil de 2024 enfrenta una tormenta perfecta de crisis fiscal, cambiaria y de confianza. Mientras el Gobierno opta por medidas paliativas y discursos populistas, la sociedad organizada permanece apática. Antonio Camarotti resume el dilema: «Dos años de inercia pueden ser fatales».
Sin un ajuste fiscal robusto y acciones concretas, el país sigue a la deriva, con un costo altísimo para las generaciones futuras. La pregunta que queda es: ¿Cuánto tiempo más aceptará la sociedad pagar este precio?