Fuente: Antiprogre
El pasado domingo, Patricia Sandoval, una destacada defensora de la vida nacida en California, compartió su impactante historia de conversión durante una marcha pro-vida en Malta en el medio digital Life News. La manifestación, organizada bajo el lema “La vida es un derecho”, celebró las leyes y la cultura pro-vida de este país europeo, uno de los pocos donde el aborto permanece ilegal en casi todas las circunstancias.
Sandoval, quien en el pasado trabajó para Planned Parenthood como enfermera y sostenía posiciones a favor del aborto, ofreció su testimonio ante una multitud que se reunió para apoyar la causa. Su experiencia de trabajo en la conocida organización estadounidense marcó un punto de inflexión en su vida, llevándola a transformar radicalmente su perspectiva sobre el aborto. Durante la marcha, Patricia elogió la postura de Malta sobre el tema y destacó la importancia de defender la vida desde la concepción.
En Malta, el aborto está prohibido salvo en casos donde la vida de la madre esté en peligro, una excepción introducida recientemente en junio de este año. Sin embargo, el movimiento pro-vida local, #Malta4Life, lanzó durante la marcha una campaña para recolectar firmas con el objetivo de revertir esta enmienda y reinstaurar las leyes más restrictivas previas.
Un pasado marcado por el dolor y la transformación
Patricia compartió con los asistentes detalles desgarradores de su pasado. Con tan solo 19 años, tuvo su primer aborto, algo que describió como el inicio de una espiral de pesadillas, trastornos alimenticios y ansiedad. Tras un segundo aborto, Patricia llegó a contemplar el suicidio, y luego de un tercero, se encontró emocionalmente devastada, buscando escapar de su dolor al mudarse de ciudad. Fue entonces cuando empezó a trabajar en una clínica de Planned Parenthood, un lugar que según sus palabras, se convirtió en una experiencia que “rozaba las puertas del infierno”.
La ex trabajadora relató cómo en Planned Parenthood se instruía al personal para deshumanizar al bebé en gestación, utilizando términos como “saco de tejido” o “masa de células”. En una ocasión que marcó un antes y un después en su vida, Patricia ayudó en un aborto y, al examinar lo que se suponía era un “saco de tejido”, se encontró con los restos de un bebé con huellas dactilares visibles y un gesto que parecía un grito silencioso. Este momento la llevó a darse cuenta de que había abortado a sus propios tres hijos y que todo lo que le habían enseñado sobre el aborto era una mentira.
De la desesperación a la esperanza
Después de abandonar Planned Parenthood, Patricia vivió en las calles durante tres años, luchando contra una adicción a la metanfetamina. Su vida dio un giro inesperado cuando una mujer desconocida, llamada Bonnie, se acercó a ella en medio de su desesperación y le transmitió un mensaje de esperanza y amor de parte de Dios. Este encuentro la impulsó a reconciliarse con su familia y a buscar sanación espiritual a través de la confesión y un retiro de Rachel’s Vineyard, un ministerio dedicado a personas afectadas por el aborto.
Con el tiempo, Patricia reconstruyó su vida, encontrando no solo sanación personal, sino también una misión en la defensa de la vida. Se convirtió en una destacada conferenciante pro-vida y en presentadora de programas de televisión, utilizando su experiencia para ayudar a otros a superar el dolor del aborto.
Un llamado a la acción en Malta
Durante su discurso en la marcha, Sandoval subrayó la importancia de proteger las leyes pro-vida de Malta y animó a los ciudadanos a unirse al movimiento #Malta4Life. Este grupo busca recolectar suficientes firmas para convocar a un referéndum abrogativo que anule la reciente enmienda que permite abortos en casos donde la salud de la mujer esté en peligro grave.
El testimonio de Patricia Sandoval resonó profundamente entre los asistentes, quienes expresaron su gratitud y admiración por su valentía al compartir su historia. En palabras de Patricia, “La vida es un regalo invaluable, y cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de protegerla y defenderla”.
Esta marcha no solo fue un recordatorio de los valores pro-vida profundamente arraigados en la sociedad maltesa, sino también una llamada a la unidad y a la acción en la defensa de los más vulnerables.