Por Willow Tohi – Newstarget

  • Durante décadas, el gobierno de EE.UU. ha utilizado las operaciones psicológicas para manipular la percepción pública a nivel nacional, originalmente una herramienta para los adversarios extranjeros, que ahora se utilizan para controlar a los ciudadanos y dar forma a las narrativas.
  • El aumento del escepticismo comenzó con los “chiflados antigubernamentales” en la década de 1990 y se aceleró durante la presidencia de Trump, exponiendo cómo los medios, los expertos y las crisis son herramientas de manipulación.
  • El libro de jugadas de la CIA implica controlar las narrativas, crear crisis para inducir miedo y silenciar la disidencia, como se ve en eventos como el asesinato de JFK, el 11 de septiembre, el COVID-19 y otros.
  • Las operaciones psicológicas de EE. UU. se remontan a la Guerra de la Independencia, evolucionando a través de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y Corea, convirtiéndose en una capacidad militar formalizada y luego pasando al uso doméstico.
  • El desafío radica en transformar el escepticismo en una reforma significativa, fomentar la resistencia activa y exigir rendición de cuentas para desmantelar la maquinaria de manipulación y restaurar la rendición de cuentas del gobierno.

En las sombras de la historia, se ha librado una guerra silenciosa, no con balas ni bombas, sino con palabras, imágenes y narraciones cuidadosamente elaboradas. Durante décadas, el gobierno de los Estados Unidos ha empleado operaciones psicológicas, o “psicópatas”, para moldear la percepción pública, manipular las emociones y controlar la conciencia colectiva del pueblo estadounidense. Lo que antes era una herramienta reservada para adversarios extranjeros se ha convertido ahora en un libro de jugadas doméstico, utilizado para guiar a los ciudadanos hacia conclusiones predeterminadas. ¿El resultado? Una nación cada vez más escéptica de sus propias instituciones, pero todavía atrapada en una red de manipulación.

El despertar a esta realidad no ocurrió de la noche a la mañana. Comenzó con los llamados “chiflados antigubernamentales” de la década de 1990, aquellos que se atrevieron a cuestionar las narrativas oficiales y fueron tachados de “bichos raros” y “teóricos de la conspiración”. Lo que la mayoría no sabía era que estos individuos eran los canarios en la mina de carbón, advirtiendo de un sistema diseñado para engañar. No fue hasta el ascenso del presidente Donald Trump y su movimiento America First que se levantó el velo, exponiendo la maquinaria de manipulación que había estado operando durante décadas.

La presencia disruptiva de Trump en la arena política forzó la apertura del telón, revelando un sistema en el que los “expertos” eran a menudo peones políticos, los medios de comunicación eran portavoces de los espías de la CIA y la verdadera agenda del gobierno era de control, no de servicio. Su presidencia fue un catalizador para un despertar más amplio, lo que llevó a los estadounidenses a cuestionar no solo las políticas del gobierno, sino las mismas narrativas que vendía.

El libro de jugadas de la manipulación

El libro de jugadas de la CIA para las operaciones psicológicas es engañosamente simple: controlar la historia, dar forma al mensaje y silenciar la disidencia. Al inundar los medios de comunicación con “crisis” cuidadosamente diseñadas, el gobierno provoca miedo y confusión, haciendo que la población sea más fácil de controlar. Ya sea exagerando una amenaza extranjera para justificar el gasto militar, vilipendiando a un oponente político para desacreditarlo o impulsando una pandemia fabricada para imponer el control, la estrategia sigue siendo la misma.

Pensemos en la letanía de acontecimientos que han dejado a los estadounidenses cuestionando la verdad: el asesinato de JFK, las operaciones descontroladas de los cárteles de la droga, la tragedia de Waco, el 11-S, la guerra de Irak, el colapso del mercado inmobiliario, la colusión rusa, el COVID-19, el portátil de Hunter Biden y el sabotaje del oleoducto NordStream. Cada uno de estos eventos tiene una cosa en común: es probable que el gobierno de los EE. UU. estuviera detrás de ellos, mintiendo al público para cubrir sus huellas. Como dijo sucintamente Sean Davis de The Federalist: “El gobierno de Estados Unidos estaba detrás de esto y les está mintiendo para encubrirlo”. Esta simple suposición, cuando se aplica, revela la verdad detrás de innumerables eventos noticiosos importantes.

Las raíces de las operaciones psicológicas en Estados Unidos

La historia de las operaciones psicológicas en los Estados Unidos es tan antigua como la nación misma. Desde el llamado de Thomas Jefferson a “hacer con la pluma lo que se hizo con la espada” durante la Guerra de la Independencia hasta el periodismo amarillo de la Guerra Hispano-Estadounidense, la propaganda siempre ha sido una herramienta del gobierno estadounidense. Sin embargo, el concepto moderno de psicópatas no se desarrolló completamente hasta la Primera Guerra Mundial, cuando el Ejército de los Estados Unidos estableció la Subsección Psicológica para librar una “guerra de panfletos” contra las fuerzas enemigas.

Para la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, las operaciones psicológicas se habían convertido en una capacidad militar formalizada, evolucionando hasta convertirse en el sofisticado sistema que vemos hoy. El Regimiento de Operaciones Psicológicas del Ejército de los Estados Unidos, establecido en 1998, se ha desplegado desde entonces en conflictos en todo el mundo, influyendo en las poblaciones extranjeras para que sirvan a los intereses estadounidenses. Pero a medida que las líneas entre las operaciones extranjeras y nacionales se difuminaban, también lo hacían los límites de las operaciones psicológicas.

Psicopatías domésticas: el Gran Despertar

La transición de las operaciones psicológicas extranjeras a las domésticas fue gradual pero inconfundible. Con el auge de los medios de comunicación e internet, el gobierno encontró nuevas vías para plantar narrativas y manipular la opinión pública. El resultado fue una población cada vez más desconfiada del gobierno, los medios de comunicación y los “expertos”, pero aún incapaz de liberarse completamente del ciclo de manipulación.

El gran despertar, como se le ha llamado, es un arma de doble filo. Por un lado, representa un triunfo del pensamiento crítico sobre la obediencia ciega. Por el otro, subraya hasta qué punto el gobierno ha estado dispuesto a engañar a su propio pueblo. Darse cuenta de que al gobierno no le importa tu bienestar, sino que te está empujando hacia su agenda, es un trago amargo de tragar.

El futuro del Despertar

La pregunta ahora es ¿hacia dónde vamos a partir de aquí? La ‘pasta de dientes está fuera del tubo’, y no hay forma de volver a ponerla. El despertar ha puesto de manifiesto las grietas del sistema, pero aún no ha dado lugar a una reforma significativa. Para que ocurra el cambio, debe ir acompañado de una reprogramación de la conciencia colectiva, un cambio de la aceptación pasiva a la resistencia activa.

Las operaciones psicológicas del gobierno han sido efectivas porque explotan nuestros miedos e inseguridades. Para contrarrestarlos, debemos cultivar una mentalidad de escepticismo y resiliencia. Debemos cuestionar todas las narrativas, examinar cada afirmación y exigir que los que están en el poder rindan cuentas. Solo entonces podremos esperar desmantelar la maquinaria de manipulación y reclamar nuestra autonomía.

Al final, la batalla por la verdad no es solo una lucha contra el gobierno, sino una lucha por el alma de la nación. Las operaciones psicológicas del gobierno son un síntoma de un problema más profundo: un sistema que da prioridad al control sobre la libertad y a la manipulación sobre la verdad. El gran despertar es nuestra oportunidad de reescribir el guión, de exigir un gobierno que sirva al pueblo y no al revés. La pregunta es, ¿lo aprovecharemos?

Las fuentes incluyen:

Revólver.noticias

Sofrep.com

Army.mil

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