Por Michael Cunningham, Real Clear Wire – World Net Daily
Cuando se les pregunta a los funcionarios estadounidenses sobre China, la discusión generalmente se centra en Taiwán o los aranceles. Pero otra amenaza de Beijing ha estado creciendo durante años, y se puede encontrar mucho más cerca de casa, en América Latina. Un ejemplo: el megapuerto de aguas profundas que se acaba de inaugurar en Chancay, Perú.
La apertura de un puerto no parece algo que deba preocupar a Estados Unidos. Pero este puerto es propiedad en un 60 por ciento del gigante estatal chino COSCO Shipping, que tiene derechos exclusivos de operación.
(N del E: todas las compañías chinas, estatales o privadas, se encuentran obligadas legalmente por el gobernante régimen comunista a proporcionar toda clase de servicios e información que éste les solicite.)
El puerto de Chancay es una gran victoria para Pekín. Se espera que reduzca aproximadamente 10 días el tiempo que se tarda en enviar mercancías entre China y América del Sur, lo que hará que sea más fácil y rentable para Pekín explotar los recursos del continente e inundar la región con sus exportaciones, desde paneles solares hasta vehículos eléctricos. Estos beneficios se multiplicarán aún más después de que se planee un enlace ferroviario que conecte Chancay con Brasil, el mayor socio comercial de China en América del Sur.
El gobierno peruano espera que el nuevo puerto le permita capitalizar el creciente comercio de China con la región y convertirse, en palabras de un funcionario peruano, en “el Singapur de América Latina“.
Sin embargo, esta apuesta conlleva riesgos. Algunos en Perú temen que su gobierno le haya dado a China demasiada influencia. No está claro cómo COSCO logró obtener derechos exclusivos de operación en violación de la Ley del Sistema Portuario Nacional de Perú. A principios de este año, la ley fue enmendada para legalizar el acuerdo después de que los intentos de Lima de anular la cláusula de exclusividad resultaron en que COSCO amenazara con retirarse del proyecto casi terminado.
Esto no es bueno ni para Perú ni para Estados Unidos, que está sufriendo una hemorragia de influencia en su propio patio trasero. Pero no es que Washington le haya dado a Lima una mejor alternativa. Las autoridades peruanas informaronque pasaron años tratando de obtener financiamiento para el puerto de Chancay antes de que un consorcio de bancos chinos acordara ayudar en 2019.
Es fácil descartar el desarrollo de infraestructura de Pekín bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta como “diplomacia de la trampa de la deuda”. La cláusula de exclusividad de COSCO da credibilidad a esta opinión. Sin embargo, la iniciativa es un instrumento diplomático eficaz, porque ofrece lo que los países en desarrollo necesitan. Los gobiernos están bajo presión para cerrar las brechas de infraestructura y ofrecer oportunidades económicas a sus ciudadanos. A menudo desconfían de China y prefieren comprometerse con sus homólogos estadounidenses, pero Estados Unidos no está satisfaciendo sus necesidades, y China está demasiado ansiosa por llenar el vacío.
Una estimación reciente de AidData identificó más de 286.000 millones de dólares en proyectos de infraestructura chinos en América Latina, que van desde líneas de metro hasta represas hidroeléctricas. Esta cifra se está acercando rápidamente al valor de las inversiones del país en África.
Los analistas de defensa de Estados Unidos temen que China pueda explotar esta infraestructura para recopilar inteligencia y, en el caso del puerto de Chancay, albergar buques de guerra chinos.
Estos temores no están fuera de lugar, pero igualmente preocupante es la ventaja y la influencia que estos proyectos dan a Pekín en el patio trasero de Estados Unidos. China está en una lucha por ganar corazones y mentes mientras busca deslegitimar el liderazgo global de Estados Unidos. Está ganando una considerable buena voluntad entre los gobiernos desesperados por el desarrollo económico y el respaldo político en el escenario internacional, ninguno de los cuales Washington ha estado ansioso por proporcionar.
Es posible que América Latina no ocupe un lugar tan alto como los vecinos del Indo-Pacífico de China en su lista de prioridades, pero la demanda insatisfecha de infraestructura de la región la hace madura para la selección, y su proximidad a Estados Unidos le da un valor estratégico que a Beijing le encantaría explotar.
Si China acumula suficiente influencia en la región para crear serias amenazas con las que Estados Unidos debe lidiar en su propio patio trasero, tendrá mayor libertad para perseguir sus ambiciones en Asia, en detrimento de los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos.
Las amenazas planteadas por las potencias extrarregionales llevaron a Estados Unidos a adoptar la Doctrina Monroe en 1823. Con la creciente intromisión de China, Washington haría bien en resucitar el espíritu de esa doctrina involucrándose más efectivamente en el hemisferio occidental.