Fuente: Mundo Libre
Por Celeste Caminos
En el siglo XXI, el mundo ha sido testigo de múltiples violaciones a los derechos humanos, pero pocas se comparan en crueldad y sistematicidad con la persecución y genocidio perpetrados contra los practicantes de Falun Gong en China.
Esta disciplina espiritual, que combina meditación y enseñanzas morales basadas en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, ha sido objeto de una brutal campaña de represión por parte del Partido Comunista Chino (PCCh) desde 1999.
La magnitud de las atrocidades cometidas, que incluyen detenciones arbitrarias, torturas, trabajo forzado y sustracción forzada de órganos, ha llevado a muchos a calificar estas acciones como un genocidio, el mayor de nuestros tiempos.
Las supuestas 1400 muertes y la campaña de difamación
En julio de 1999, cuando el régimen chino comenzó la persecución contra Falun Gong, justificó sus acciones alegando que la práctica había causado la muerte de 1400 personas. Sin embargo, estas afirmaciones nunca han sido respaldadas por evidencia creíble ni por investigaciones independientes. De hecho, muchas de las supuestas víctimas ni siquiera existieron, como lo demostraron investigadores que descubrieron casos fabricados o manipulados por el PCCh.
Por ejemplo, en un caso ampliamente difundido, un periódico controlado por el partido afirmó que una mujer llamada Zhang Zhiwen había matado a su hija y luego se había suicidado debido a Falun Gong. Sin embargo, investigaciones independientes revelaron que Zhang nunca existió. En otro caso, la hija de una mujer identificada como “víctima” de Falun Gong aclaró que su madre había muerto recibiendo atención médica y no por negarse a medicarse, como había afirmado la propaganda oficial.
Estos ejemplos muestran cómo el régimen ha utilizado la mentira como una herramienta para desacreditar a Falun Gong, fomentar el odio entre la población y justificar su represión. En realidad, las enseñanzas de Falun Gong -también conocido como Falun Dafa- promueven la salud y el bienestar, como lo demuestran numerosos estudios y testimonios de practicantes que han experimentado mejoras significativas en su salud física y mental.
Tortura y muertes bajo custodia
Desde 1999, miles de practicantes de Falun Dafa han muerto bajo custodia del régimen chino, según documenta la organización Falun Dafa Information Center. Estas muertes son el resultado de torturas brutales, trabajo forzado y condiciones inhumanas en centros de detención y campos de reeducación por el trabajo.
Gao Zhisheng, un destacado abogado de derechos humanos chino “desaparecido” por el PCCh, documentó con desgarradores detalles las torturas infligidas a los practicantes, que incluyen descargas eléctricas, golpizas y violaciones.
Uno de los crímenes documentados más aberrantes es el de la sustracción forzada de órganos. Desde 2006, han surgido pruebas contundentes de que miles de practicantes de Falun Gong han sido asesinados para extraer sus órganos, los cuales se venden a precios exorbitantes en el mercado de trasplantes.
Testigos y médicos han revelado que las víctimas son retenidas en campos de concentración, donde les extraen órganos vitales mientras aún están vivos, y sus cuerpos son incinerados para eliminar la evidencia.
En un informe de 2006, los abogados canadienses de derechos humanos David Kilgour y David Matas concluyeron que estas prácticas constituían “un nuevo tipo de maldad en este planeta”. Su investigación se basó en entrevistas con testigos, registros de trasplantes y pruebas circunstanciales que demostraban la existencia de un vasto sistema de sustracción forzada de órganos.
La razón detrás de esta persecución religiosa
La pregunta fundamental es: ¿por qué el PCCh persigue a Falun Gong con tanta saña? La respuesta radica en una combinación de factores: el temor del dictador Jiang Zemin (1926-2022) al rápido crecimiento y la popularidad de Falun Gong, su envidia hacia el carácter apolítico y pacífico del movimiento, y el conflicto ideológico entre los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia de Falun Gong y la naturaleza autoritaria del comunismo.
Además, el PCCh ha utilizado la persecución de Falun Gong como una estrategia para consolidar el poder, creando un “enemigo interno” al que puede atacar para justificar sus propias acciones represivas.
Reacción internacional y persecución en el extranjero
A pesar de los intentos del PCCh por ocultar sus crímenes, parte de la comunidad internacional se ha pronunciado. Por ejemplo, en una medida histórica, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por unanimidad la HR 4132, conocida como la Ley de Protección a Falun Gong, marcando un paso crucial para abordar la persecución de los practicantes de Falun Gong en China, especialmente la aterradora práctica de sustracción forzada de órganos.
Por otro lado, la Unión Europea ha condenado las violaciones de derechos humanos del PCCh, mientras que varios países y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional han emitido declaraciones de preocupación exigiendo al régimen chino que detenga la persecución.
Sin embargo, la persecución no se limita a las fronteras de China. El PCCh ha extendido su represión a practicantes en el extranjero mediante ataques cibernéticos, difamación, vigilancia, intimidación y ataques físicos, a pesar de que las manifestaciones de los practicantes de Falun Dafa siempre han sido pacíficas.
Marco Rubio, nominado por el presidente electo Donald Trump para ser Secretario de Estado, escribió en julio de 2024: “La China comunista ha logrado salirse con la suya con una campaña de maldad generalizada. Desde la comisión de actos de genocidio contra grupos religiosos y étnicos hasta la conducción de esterilizaciones y abortos forzados, pasando por el dominio de minerales y tecnologías cruciales y la obstaculización de la soberanía de varios socios regionales. Estados Unidos no tolerará estas prácticas”.
A la larga, cada organización, nación e individuo deberá posicionarse ante este genocidio y elegir de qué lado de la historia quedará.