Marcelo Duclos – Panam Post

Dicen que Winston Churchill comentó en su momento que los fascistas en el futuro se llamarán a sí mismos “antifascistas”. Esta afirmación es completamente verosímil, ya que la facción fascista que se impuso junto a Estados Unidos y el Reino Unido —la Unión Soviética— buscó implementar un relato que sigue hasta el día de hoy: los fascistas son los otros.

Cabe recordar que, impunemente, los comunistas alemanes denominaron como “Muro antifascista” al nefasto Muro de Berlín. Es decir, la “República Democrática” había construido un muro para evitar que la gente se escape y le disparaban a sangre fría a los que intentaban huir del paraíso socialista para vivir en el capitalismo explotador.

Aunque cayeron la URSS y el Muro, los socialistas de las siguientes generaciones heredaron la tradición de decirles nazis o fascistas a los demás. Sin embargo, lo paradójico es que en este bando hay muchos denominadores comunes con los procesos totalitarios. Muchos más de los que existen en el bando que ellos denominan “la derecha” o “la utraderecha”.

Lo más probable estadísticamente es que no se vuelvan a repetir lamentables procesos históricos como el fascismo mussoliniano o el nazismo hitleriano. Sin embargo, por ejemplo, el peronismo sigue insistiendo en una política económica que está calcada de La Carta del Lavoro, de Benito Mussolini del año 1927. Mientras defienden el sistema corporativista, le dicen “fachos” a los que proponen apertura, desregulación y libre mercado. Si no se tratara del debate central en Argentina (todavía en la actualidad) uno podría reírse de estas cosas. Sin embargo, no se puede, porque hay que defenderse de esta alianza entre ignorantes e interesados, que quieren seguir viviendo con ganancias cautivas y a expensas de los demás.

A pesar de las contradicciones, el progresismo internacional utilizó una imagen de Elon Musk con su brazo en alto para catalogarlo sin vueltas de “nazi”. No es ningún secreto que el propietario de Tesla y X significa para ellos un rival de extrema relevancia, por lo que están dispuesto a utilizar cualquier argumento como para perjudicarlo ante la opinión pública.

Todo parece indicar que se quedaron solos haciendo el ridículo. Igualmente, la oportunidad puede ser pertinente para buscar los denominadores comunes que sí pueden aparecer en la actualidad, que provengan de las tradiciones autoritarias y fascistas como el nacionalsocialismo de Hitler.

Lógicamente, hay que salir de los detalles concretos de aquel fenómeno como la locación alemana, la búsqueda de la “raza aria” y los delirios megalómanos de querer conquistar el mundo. Hoy el antisemitismo sigue vigente y donde más está presente es en los grupos de izquierda que lo disfrazan de “antisionismo”, mientras miran para otro lado ante la barbarie de grupos terroristas como Hamás.

Los denominadores comunes del fascismo y del nazismo que sobreviven en la actualidad están, sobre todo, detrás de la dicotomía estatismo versus libertad, planificación centralizada ante el libre mercado y autoridad central contra las libertades individuales irrestrictas.

¿A quién se le ocurre que un presidente que use sus prerrogativas para cerrar dependencia y limitar su poder puede ser “facho”? Bueno, en Argentina, mientras Milei utilizaba las herramientas constitucionales que contaba para limitar el poder gubernamental, paralelamente se le acusaba de fascista. Si uno se detiene un segundo para pensar en esto, se da cuenta que todo es una locura.

Con respecto a Elon Musk, muchos izquierdistas se van por estos días de X, con el argumento que se trata de una red social que avala “los discursos de odio”. Pero, más allá de estos enunciados que pueden sonar muy bonitos, ¿cuál es la otra cara de la moneda? Básicamente, lo que está pidiendo Pedro Sánchez: control y regulación a las redes sociales.

Si uno desea buscar a los herederos genéticos del nazismo y del fascismo, en lugar de ir por una imagen descontextualizada de una persona con su brazo en alto debería ver dónde está la lucha por la libertad individual y dónde está la reivindicación de la autoridad política central, que se impone a la autonomía de las personas.

Básicamente, en el nazismo el Estado decidía qué se producía y qué no, qué se podía leer o escuchar y, más terriblemente, quién debía vivir y quién no. La antítesis de esto es el gobierno limitado, los mercados libres, la no censura y las personas en libertad.

Si uno hace este simple ejercicio mental es muy sencillo encontrar dónde están los nazis en la actualidad.

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