
Fuente: La Gaceta de la Iberosfera
Un nuevo ataque perpetrado por grupos yihadistas en el estado de Plateau (Nigeria) se ha llevado por delante la vida de 52 agricultores cristianos y ha dejado a otras 22 personas heridas, en uno de los brotes de violencia más letales desde finales de 2023. Los asaltos se produjeron el pasado fin de semana en seis aldeas del área de Bokkos, donde también fueron arrasadas 383 viviendas y miles de personas se vieron obligadas a huir para ponerse a salvo.
La violencia, que forma parte del conflicto crónico entre comunidades agrícolas cristianas y ganaderos musulmanes de etnia fulani, vuelve a teñir de sangre esta región del norte de Nigeria, ya castigada por ataques similares en el pasado. La Agencia Nacional de Manejo de Emergencias (NEMA) ha confirmado la magnitud del desastre y la creación urgente de tres campamentos temporales para acoger a los cerca de 1.820 desplazados por la nueva oleada de terror.
El presidente del país, Bola Tinubu, ha prometido una respuesta firme y ha ordenado a las fuerzas de seguridad que localicen y detengan a los responsables, garantizando que recibirán un castigo ejemplar. Sin embargo, las promesas gubernamentales chocan con la frustración de las comunidades cristianas del centro-norte de Nigeria, que denuncian una constante impunidad frente a las matanzas cometidas por milicias islamistas.
Este reciente ataque se produce en la misma región donde, durante las pasadas navidades, más de 300 cristianos fueron asesinados en la conocida como Masacre de Navidad. Desde entonces, las agresiones no han cesado, y las organizaciones humanitarias advierten de una escalada alarmante en la persecución por motivos religiosos y étnicos.
A pesar de la gravedad de los hechos, que suman ya decenas de muertos y cientos de casas destruidas, los medios de comunicación internacionales han prestado escasa atención a la tragedia. Líderes religiosos y ONG denuncian un preocupante silencio global ante el sufrimiento de las víctimas cristianas en Nigeria, mientras el conflicto entre comunidades rurales y grupos armados islamistas sigue dejando una estela de muerte y desplazamiento masivo en la región del Sahel.