Artículo original publicado por Epoch Times (español) AQUÍ.
La humanidad está desconcertada y preocupada por lo que acontece en el mundo, pero, de hecho, este caos, aparentemente improvisado, fue planificado hace mucho tiempo.
Un confinamiento obligatorio y masivo, sin un fin determinado, con las calles y negocios vacíos, brindan un escenario ideal para que los “revolucionarios” saqueen y destruyan todo a su paso.
Las imágenes de los disturbios violentos que acontecen hoy en día recuerdan a la Revolución Francesa, la Comuna de París, la Revolución de Octubre y la usurpación del poder por parte del Partido Comunista chino cuando gobernaba el Partido Nacionalista.
Ahora en los EE. UU., se ven acciones idénticas a las de aquellos movimientos. El común denominador es que son las típicas acciones de los izquierdistas intentando derrocar a un gobierno.
La buena noticia es que la gente de bien puede hacer virar la situación, pero primero tiene que entender cuál es el trasfondo que permitió que se llegara a este paso. Por eso, TierraPura.Org, compartirá, en series, el libro Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo, para que cada uno pueda conocer al verdadero enemigo de la humanidad y pueda posicionarse frente a ello.
Anterior: Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo – Capítulo 2: Los comienzos europeos del comunismo
Capítulo 3: Tabla de contenidos
Introducción
1. El surgimiento del comunismo totalitario
a. El ascenso al poder de los comunistas soviéticos
b. El Partido Comunista Chino toma el poder
2. La brutalidad del régimen comunista
a. Las atrocidades del comunismo soviético
b. Las campañas letales del PCCh
3. Un siglo de matanzas
Introducción
Ha transcurrido un siglo entero desde que el Partido Comunista tomó el poder en la Unión Soviética. Según los registros compilados por el Congreso de EE. UU., los regímenes comunistas son responsables de la muerte de al menos 100 millones de personas. [1] El “Libro negro del Comunismo” detalla esta historia de matanza en base a documentos desclasificados por los gobiernos de naciones de la ex Unión Soviética y Europa del Este, así como registros sobre las víctimas de campañas políticas comunistas en China, Corea del Norte y otros países comunistas. [2]
El totalitarismo comunista suele ser comparado con el de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien hay muchos paralelismos, hay una distinción crucial que generalmente se pasa por alto: los nazis cometieron un genocidio, pero el objetivo del comunismo va más allá que la matanza física.
Los creyentes no consideran al deceso físico como la muerte verdadera, dado que creen que el alma va al Cielo o nace nuevamente en el ciclo de reencarnación. El comunismo utiliza al asesinato como un instrumento para destruir los cimientos morales fundamentales de la humanidad; apunta a eliminar no solo el cuerpo físico, sino también el alma.
Los regímenes comunistas suelen realizar purgas políticas internas y seleccionar a los líderes más crueles. Es difícil para muchos comprender la lógica detrás de las atrocidades infligidas por el Partido Comunista sobre sus propios miembros, en particular aquellos que son purgados simplemente por desviarse en asuntos específicos, a pesar de ser completamente leales al Partido y a sus líderes en general.
Una razón es que el Partido Comunista, en su rebelión contra lo divino y la humanidad, posee un miedo instintivo a que su ruina esté siempre a la vuelta de la esquina. A fin de reforzarse, el espectro necesita personas que no tengan consideración moral sobre lo correcto y lo incorrecto. Estos individuos se destacan por su brutalidad en los asesinatos en masa, y su ascenso a posiciones de liderazgo en el partido le permite al espectro asegurar la perpetuación de su tiranía terrenal.
En 1989, los cuadros del Partido Comunista Chino (PCCh) que se rehusaron a participar en la Masacre de Tiananmen del 4 de junio, fueron purgados. Jiang Zemin, que demostró su crueldad durante la masacre, fue ascendido hasta convertirse en líder del PCCh. Luego de que Jiang comenzara la persecución a Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) en 1999, ascendió a funcionarios tales como Luo Gran y Zhou Yongkang a posiciones de alto rango, dado que habían demostrado su habilidad para cometer los crímenes más brutales en la persecución.
Otro de sus motivos para asesinar es reclutar participantes de la sociedad en general, como se hizo durante la Revolución Cultural. Al cometer asesinatos y otros crímenes en medio del caos, estas personas actuaron como cómplices de la brutalidad del PCCh, y los más brutales se convirtieron en los seguidores más acérrimos del Partido. Incluso hoy en día, muchos ex Guardias Rojos que cometieron abusos y asesinatos durante la Revolución Cultural no expresan remordimiento por los eventos de su juventud.
Es más, al asesinar abierta y deliberadamente a sus víctimas, el Partido Comunista aterroriza a la población en general para que sea obediente. A lo largo de la historia, gobernantes y tiranos ordenaron asesinatos en base a la necesidad de derrotar a un enemigo con el fin de salvaguardar su poder o sus imperios. Para los partidos comunistas, en cambio, si no hay un enemigo, se lo inventan para que la matanza continúe.
En un país como China, con su larga historia y rica cultura, el comunismo no podría lograr sus fines sin matar continuamente. El pueblo chino, impregnado de un patrimonio cultural de cinco mil años, creía y reverenciaba lo divino. Ellos no cederían a la voluntad del barbárico y blasfemo PCCh si no sufrieran sus brutalidades. El medio fundamental por el que el Partido mantiene su régimen –como aprendió con la prueba soviética– son los asesinatos en masa.
1. El surgimiento del comunismo totalitario
Siendo la encarnación de un espectro perverso, el punto de partida del comunismo no puede ser más que deshonroso. Luego de que Marx proclamara que “un espectro está acechando Europa –el espectro del comunismo”, bandidos y rufianes establecieron la Comuna de París, devastando la capital francesa y sus incomparables obras de arte y cultura. En Rusia y China, los partidos comunistas tomaron el poder mediante actos despreciables de conspiración y derramamiento de sangre.
La teoría marxista y los diversos tratados ideológicos formulados por los regímenes comunistas están repletos de promesas de apoyar y representar los intereses de los trabajadores y campesinos proletarios. Pero en la práctica, la clase trabajadora fue rápidamente traicionada y sufrió los peores abusos con el comunismo.
a. El ascenso al poder de los comunistas soviéticos
En febrero de 1917, cuando el imperio ruso perdió terreno ante las fuerzas alemanas y austrohúngaras en la Primera Guerra Mundial, la escasez de comida y las condiciones laborales deterioradas llevaron a que los trabajadores industriales rusos hicieran huelgas. Mientras los disturbios se extendían por todo el país, el Zar Nicolás II fue forzado a abdicar y se estableció el Gobierno Provisional Ruso para gobernar el país hasta que se realizaran elecciones democráticas.
Pero el 7 de noviembre de 1917 –o el 25 de octubre por el calendario juliano tradicional– un grupo de revolucionarios comunistas liderados por Vladimir Lenin lanzaron una insurrección armada en la capital rusa de Petrogrado (actualmente San Petersburgo). En lo que se conoce como la Revolución de Octubre, el Partido Bolchevique de Lenin derrocó al gobierno provisional y estableció el primer régimen comunista del mundo.
Menos de tres semanas después, durante las elecciones democráticas para la Asamblea Constituyente, el Partido Social-Revolucionario obtuvo la pluralidad del voto nacional y la mayoría de los escaños. Los bolcheviques obtuvieron menos del 25 por ciento de los votos y solo un puñado de delegados.
Luego de este revés, Lenin pisoteó su promesa de respetar el resultado de las elecciones. Cuando la Asamblea Constituyente se reunió en Petrogrado el 18 de enero de 1918, Lenin la declaró “enemiga del pueblo”. Habiéndose preparado con antelación para declarar la ley marcial y tras usurpar la administración del gobierno al Gobierno Provisorio, los bolcheviques movilizaron tropas para disolver la Asamblea por la fuerza, destruyendo el proceso democrático en Rusia.
Al igual que el movimiento marxista ruso, el ascenso de Lenin no fue un fenómeno totalmente ruso. A pesar del fin del dominio zarista, Rusia continuó luchando en la guerra del lado de Francia y Gran Bretaña contra las Potencias Centrales lideradas por Alemania. Calculando que los bolcheviques podrían sumergir a Rusia en un caos político –y así eliminar una importante amenaza para el frente oriental de Alemania– el Káiser Guillermo II dispuso que el exiliado Lenin regresara a salvo a Rusia a través de Alemania y Suecia hasta Finlandia, que en ese tiempo era territorio del Imperio Ruso. Guillermo II también proveyó a Lenin dinero, armas y municiones. Para el final de la Primera Guerra Mundial, los bolcheviques habían recibido al menos 50 millones de marcos de Alemania. [3]
Winston Churchill dijo lo siguiente sobre el papel de Alemania en el regreso de Lenin: “Usaron el arma más macabra contra Rusia. Transportaron a Lenin en un camión sellado, como un bacilo de la peste de Suiza a Rusia”. [4]
La Revolución de Octubre, y la subsecuente toma de poder leninista, fue el origen de todos los movimientos comunistas violentos del siglo XX en todo el mundo. Disparó el surgimiento internacional del comunismo y las incontables catástrofes que le siguieron.
Inmediatamente después de usurpar el poder de la Asamblea Constituyente, los bolcheviques se volcaron contra los trabajadores rusos, que a principios de 1918 fueron los primeros en resistirse a la dictadura comunista. Decenas de miles de trabajadores de Petrogrado y Moscú realizaron marchas y manifestaciones para protestar por la disolución de la asamblea elegida democráticamente. Los soldados bolcheviques reprimieron las protestas usando fuerza letal, acribillando a balazos a los manifestantes y llenando las calles de la ciudad con la sangre de los trabajadores.
El sindicato de trabajadores más grande del país, Ferroviario de Toda Rusia, anunció una huelga para protestar por el golpe de Estado bolchevique, y se ganó el amplio apoyo de muchas otras organizaciones de trabajadores. Al igual que con los trabajadores de Petrogrado y Moscú, los bolcheviques acabaron con la huelga usando sus fuerzas armadas. El Sindicato Ferroviario de Toda Rusia fue prohibido junto a otros sindicatos independientes.
En marzo de 1918, los bolcheviques se cambiaron el nombre a Partido Comunista de Rusia. En 1925, tras el establecimiento en 1922 de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, otra vez cambiaron el nombre del partido a Partido Comunista de Toda la Unión. Finalmente, en 1952, se convirtió formalmente en el Partido Comunista de la Unión Soviética. Las organizaciones de trabajadores que quedaron fueron gradualmente forzadas a estar bajo el control del Partido Comunista.
En el verano de 1918, Rusia enfrentó una escasez masiva de alimentos debido a la guerra civil entre varias facciones comunistas (incluyendo a los bolcheviques), movimientos independentistas regionales y el movimiento Blanco, liderado por militares rusos anticomunistas. En junio, con el país al borde de la hambruna, Lenin envió a Josef Stalin a Tsaritsyn para tomar granos de la cuenca del Volga, un tradicional granero de la agricultura rusa.
La tiranía del Partido Comunista provocó la resistencia de los campesinos. En agosto de 1918, los campesinos de la región de Penza se sublevaron en un levantamiento armado que rápidamente se expandió a las zonas aledañas. El Partido envió tropas a reprimir el levantamiento, y Lenin envió un telegrama a los bolcheviques de Penza:
- Ahorcar (y asegurarse de que el ahorcamiento se lleve a cabo a plena vista del pueblo) a no menos de 100 terratenientes conocidos, hombres ricos, chupasangres.
- Publicar sus nombres.
- Apoderarse de todos sus granos
- Designar rehenes de acuerdo al telegrama de ayer.
“Hacerlo de tal manera de que a cientos de kilómetros a la redonda, la gente vea, tiemble, sepa, grite…” [5]
En la primavera de 1919, trabajadores hambrientos en ciudades de toda Rusia se declararon en huelga varias veces para exigir las mismas raciones que los soldados del Ejército Rojo, así como el derecho a la libertad de expresión, elecciones democráticas y la abolición de los privilegios políticos concedidos a los comunistas. La policía secreta Cheka (predecesora de la KGB) lidió con todos estos movimientos, encarcelando o disparando a los trabajadores.
Tambov, al sudeste de Moscú, era una de las provincias más ricas de Rusia antes de la Revolución de Octubre. Luego de que la Unión Soviética enviara “equipos de confiscación de granos” para apoderarse de las provisiones de la región, más de 50,000 campesinos de Tambov formaron milicias locales para luchar contra los equipos de confiscación del Partido Comunista, en lo que se conoció como la Rebelión de Tambov.
En junio de 1921, el régimen soviético autorizó al comandante militar Mikhail Tukhachevsky a luchar contra los llamados “vándalos” con gas venenoso [6]. El uso de armas químicas por parte de Tukhachevsky, combinado con los incendios que ardieron por toda la región, dejaron a gran parte de Tambov completamente desolada. Se estima que 100,000 campesinos de Tambov que participaron de la resistencia y sus familiares fueron encarcelados o exiliados. Unas 15,000 personas murieron en el levantamiento. [7] En la década de 1930, Tukhachevsky fue torturado y ejecutado durante la purga del Ejército Rojo por parte de Stalin.
Como si estuviera siguiendo un manual, el Partido Comunista Chino repitió los pasos del régimen soviético: el establecimiento de una dictadura totalitaria, la traición total a los trabajadores y el posterior asesinato en masa de millones de ciudadanos comunes. Comenzando con su propia toma de poder a finales de los años 40, el PCCh provocaría catástrofes sin precedentes en la historia de China.
b. El Partido Comunista Chino toma el poder
El marxismo y otras ideologías de izquierda fueron introducidas en China desde el extranjero antes de la caída de la Dinastía Qing en 1911 y ganaron popularidad entre los eruditos radicales y los jóvenes desesperados por soluciones a los peligros que enfrentaba su nación.
En la década de 1910, los activistas comunistas chinos lideraron el Movimiento de Nueva Cultura para criticar la cultura tradicional, a la que culpaban del atraso de China. En 1919, con el apoyo del financiamiento del nuevo régimen soviético, los comunistas chinos asumieron un papel de guía en el Movimiento del 4 de Mayo, una serie de protestas estudiantiles que habían surgido del Movimiento de la Nueva Cultura y que tenían como objetivo tanto a las potencias extranjeras como a las elites políticas chinas.
En 1920, los bolcheviques enviaron a Grigori Voitinsky a China para establecer una organización comunista local. En julio de 1921, Chen Duxiu, Li Dazhao y otros marxistas chinos fundaron el PCCh en Shanghai.
El recién formado PCCh operaba mediante subterfugios. En 1923, Lenin envió a Mijaíl Borodin para negociar una alianza entre el Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) y la Unión Soviética. Según los términos de la alianza, el Kuomintang acogió al naciente PCCh como un partido filial, dando a los comunistas más oportunidades para subvertir la causa nacionalista.
Consciente de que el PCCh estaba tratando de cooptar al Kuomintang para tomar el poder, el líder nacionalista Chiang Kai-shek comenzó una purga de comunistas en 1927. Durante los años siguientes, el Kuomintang montó varias campañas militares destinadas a destruir los enclaves “soviéticos” del PCCh en el sur de China. Estas operaciones tuvieron un éxito parcial, pero los comunistas lograron escapar a una nueva zona de bases en Yan’an, al noroeste de China. En la década de 1930, la creciente amenaza del Japón imperial obligó al Kuomintang a detener sus campañas contra la rebelión del PCCh.
El PCCh aprovechó al máximo la inestabilidad de China ante el expansionismo japonés, que había estallado en una guerra total en 1937. Mientras las fuerzas nacionalistas cargaban con la mayor parte de la lucha, el PCCh aumentó su fuerza. En 1937, el año de la invasión de Japón, el Ejército Rojo del PCCh había estado al borde de la derrota por el Kuomintang. Para el tiempo de la victoria de China en 1945, los comunistas contaban con 1.32 millones de tropas regulares y una milicia de 2.6 millones [8]. Cuando Japón se rindió, el PCCh utilizó el pretexto de las conversaciones de paz con el Kuomintang para posicionar sus fuerzas para la próxima guerra civil.
Millones de personas dejaron sus vidas en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, pero el resultado inesperado fue la meteórica expansión del comunismo totalitario. Los esfuerzos diplomáticos del PCCh durante y después de la guerra llevaron a Estados Unidos y a la Unión Soviética a abandonar sus políticas de apoyo a los nacionalistas. En 1949, el PCCh derrotó al Kuomintang y fundó lo que se convertiría en el régimen comunista totalitario más brutal de la tierra, la República Popular China (RPC).
En su apogeo, las potencias comunistas controlaban un tercio de la población mundial, ya que comprendían a Rusia y China, las naciones más grandes del mundo por tamaño y población. Los gobiernos comunistas se extendieron por grandes franjas de Europa y Asia, y muchos países de África, Sudamérica y el sudeste asiático se convirtieron en clientes o aliados de la Unión Soviética o la RPC.
China tiene una cultura amplia y profunda, con una historia de 5000 años. Su pueblo está empapado en la tradición de venerar a los dioses y reverenciar a lo divino. El espectro del comunismo no podía destruir la cultura tradicional china solamente mediante conspiraciones.
Después de tomar el poder y establecer la RPC en la China continental, el PCCh apuntó a las élites de la sociedad, que habían servido como portadoras de la cultura tradicional; destruyó los artefactos físicos de la civilización china y cortó las conexiones entre el pueblo chino y sus dioses. Mediante matanzas masivas, la herencia tradicional de China fue reemplazada por la cultura del Partido Comunista. Con cada generación que pasa, la cultura del Partido se arraigó más profundamente en la cosmovisión de China continental.
Inmediatamente después de tomar el poder, el PCCh comenzó a inventar enemigos, comenzando con las élites. En el campo, masacró a terratenientes y a la aristocracia. En las ciudades asesinó a empresarios, creando una atmósfera de terror mientras saqueaba la riqueza de la sociedad civil.
Para incitar a los campesinos a matar a los terratenientes y a los “campesinos ricos” en apoyo al nuevo régimen comunista, el PCCh implementó la tal llamada “reforma de la tierra”, que prometía a los campesinos tener su propia tierra. Pero asesinados los terratenientes, el PCCh dijo que la tierra iba a ser transferida a los campesinos en la forma de cooperativas. Esto significó que la tierra aún no pertenecía a los campesinos.
En marzo de 1950, el PCCh emitió la “Directiva sobre la Represión Estricta de Elementos Contrarrevolucionarios”, también conocida como la Campaña para Reprimir a los Contrarrevolucionarios, la cual se enfocó en asesinar a los terratenientes y campesinos ricos en el campo. El PCCh anunció que para fines de 1952, más de 2.4 millones de “contrarrevolucionarios” habían sido eliminados. De hecho, habían sido asesinadas más de 5 millones de personas. [9]
Después de matar a los terratenientes y a los campesinos ricos en el campo, el PCCh lanzó las campañas de los “Tres Anti” y los “Cinco Anti” para masacrar a los ricos de las ciudades. Bajo tal presión, muchos capitalistas decidieron suicidarse con todos sus familiares.
El PCCh no se detuvo en el exterminio de terratenientes y capitalistas, sino que también robó la riqueza de campesinos, pequeños comerciantes y artesanos. Después de este genocidio de clase, la amplia mayoría de la clase trabajadora aún era pobre.
3. La brutalidad del régimen comunista
Aunque los regímenes comunistas llegan al poder mediante el engaño y la violencia, sus peores atrocidades se cometen en tiempos de paz. Tanto en la Unión Soviética como en la República Popular China, a la revolución le siguieron inmediatamente sangrientas campañas políticas para eliminar a los “enemigos de clase”, hambrunas masivas, el establecimiento de campos de concentración y purgas despiadadas de cuadros del Partido, así como el terror entre la población en general. Una brutalidad similar era generalizada en todo el bloque comunista, y los Estados comunistas que sobreviven en el mundo siguen siendo regímenes autoritarios represivos.
a. Las atrocidades del comunismo soviético
En 1922, después de que terminaran las principales campañas militares, los bolcheviques quedaron como vencedores de facto en la guerra civil rusa, y el Partido Comunista Soviético enfrentó crisis inmediatas provocadas por él mismo. Las políticas marxistas habían provocado una hambruna generalizada en toda Rusia, matando a millones de personas. Los líderes comunistas se vieron obligados a dar marcha atrás con gran parte de su programa político –retroactivamente llamado “comunismo de guerra”– e instituir la Nueva Política Económica (NPE). Esta fue una tregua efectiva con los campesinos rusos, ya que se les permitió labrar su propia tierra y vender sus cosechas sin la intervención del Estado.
Sin embargo, los comunistas soviéticos nunca tuvieron la intención de que la NPE no fuera más que una medida de emergencia para evitar una rebelión inminente. Durante la hambruna causada por el comunismo de guerra, un amigo de Lenin comentó que el desastre que había orquestado era bueno en el sentido de que “destruiría la fe no solo en el zar, sino también en Dios”. [10]
Los regímenes comunistas usan el terror y el asesinato en masa como medio para reforzar su dictadura. En 1928, la NPE fue desechada y reemplazada por granjas colectivas controladas por el régimen. Los campesinos rusos, que se oponían a la confiscación de sus tierras y granos, se resistieron firmemente al Partido Comunista. Pagarían muy caro su desobediencia.
Matar de hambre
La mayoría de las víctimas del comunismo fueron asesinadas en hambrunas provocadas por el hombre. Entre 1932 y 1933, la hambruna masiva causada por el Partido Comunista Soviético mató a millones de personas, en su mayoría campesinos, en las regiones de Ucrania, el sur de Rusia y Asia Central. La hambruna ucraniana, conocida como el Holodomor, cobró la vida de unos cuatro millones de personas.
Después del fin de la guerra civil en 1922, el Partido Comunista impuso el sistema de cultivos colectivos, que enfrentó una resistencia generalizada de los campesinos ucranianos. Para lidiar con este asunto, el régimen soviético clasificó a la mayoría de los campesinos con habilidades como “kulaks” y los exilió a la Siberia occidental y a las repúblicas de Asia Central. El traslado de estos campesinos fue una gran pérdida para la agricultura ucraniana, y en 1932 la producción cayó en picada.
En el invierno de 1932/1933, el gobierno soviético cortó las provisiones de alimentos a Ucrania y estableció barreras de seguridad a lo largo de la frontera. Al principio, los ucranianos sobrevivieron gracias a los vegetales y patatas almacenadas en sus hogares, pero estos pronto fueron confiscados por las autoridades del Partido. Un gran número de campesinos murieron de inanición. Las autoridades impidieron a los pobladores viajar a las ciudades a buscar comida. Muchas personas murieron por inanición mientras caminaban por las vías del tren. En su desesperación, la gente recurrió a comer los cadáveres desenterrados de gatos, perros y ganado. Algunos incluso recurrieron al canibalismo. [11]
La hambruna del Holodomor dejó más de un millón de niños ucranianos huérfanos. Muchos de ellos se volvieron indigentes y no les quedó más opción que mendigar comida en las ciudades. Para eliminar este bochorno, Stalin firmó órdenes autorizando a la policía a disparar a niños de incluso 12 años. Durante la hambruna se podían ver los cuerpos de las víctimas por todos lados en las calles de Járkov, la entonces capital de la Ucrania soviética.
Los Gulags: Los primeros campos de concentración de Europa
El 5 de septiembre de 1918, Lenin ordenó el establecimiento del primer campo de concentración soviético en las Islas Solovetsky para la encarcelación de prisioneros políticos y disidentes que se oponían a la Revolución de Octubre. Durante los años siguientes, el Partido Comunista construyó una constelación de campos de concentración por toda la Unión Soviética –los infames gulags de la era estalinista. (El término “gulag” es la abreviatura de las palabras rusas “Administración Principal de Campos Correctivos de Trabajo”).
El sistema de gulag creció a una escala monstruosa bajo el liderazgo de Stalin a medida que el Partido Comunista intensificaba su terror político y llevaba a cabo purgas aún mayores. Para el tiempo de la muerte de Stalin en 1953, había 170 administraciones de gulag que contenían más de 30,000 campos individuales esparcidos por toda la Unión Soviética, en lo que Aleksandr Solzhenitsyn describiría como el “Archipiélago de Gulags” en el libro que lleva ese nombre. Solzhenitsyn enumeró 31 métodos diferentes utilizados por la policía secreta soviética para agotar la fuerza de los prisioneros y forzarlos a confesar cualquier crimen. [12]
Quienes eran enviados a un gulag sufrían una constante escasez de comida y vestimenta y eran forzados a realizar labores pesadas durante 12 a 16 horas por día en el congelante frío del invierno ruso. La tasa de mortalidad era enorme. Muchas personas eran encarceladas junto con toda su familia, los maridos eran encarcelados y las esposas eran exiliadas. Incluso los ancianos, algunos de más de 80 años, no eran perdonados. Los condenados incluían desde élites de alto rango del Partido, líderes estatales y comandantes militares, a ciudadanos completamente comunes de cualquier ámbito, incluyendo creyentes religiosos, ingenieros, técnicos, médicos, estudiantes, profesores, obreros y campesinos.
Según estimaciones conservadoras, más de medio millón de prisioneros murieron en el sistema de gulag entre 1930 y 1940, durante los años de terror preguerra de Stalin. El gulag fue disuelto formalmente en 1960. Aunque las cifras reales siguen siendo desconocidas, se cree que 18 millones de personas fueron encarceladas en los gulag y más de 1.5 millones murieron.
Es común creer que los campos de concentración fueron inventados por los Nazi, pero en realidad, el sistema soviético de gulag fue el precursor de formas similares de represión en todo el mundo, tanto en regímenes comunistas como no comunistas. Según Viktor Suvorov, exagente de inteligencia militar soviético y popular historiador, antes de la Segunda Guerra Mundial, Adolf Hitler envió oficiales de la Gestapo a Rusia para recorrer y estudiar las experiencias acumuladas por los soviéticos al construir los gulags.
El Gran Terror contra la élite soviética
Los seguidores del espectro comunista suelen terminar convirtiéndose en sus víctimas. Esto se materializó en la era estalinista, dado que el Partido Comunista llevó a cabo sangrientas purgas entre sus propios rangos. Tras la muerte de Lenin, Stalin apuntó a los altos escalones de la cúpula comunista.
La represión alcanzó su cúspide entre 1936 y 1938, cuando millones de miembros del Partido y funcionarios soviéticos fueron llevados a juicio con cargos absurdos, en un brutal episodio conocido como el Gran Terror. Cientos de miles murieron fusilados, generalmente luego de confesar bajo tortura.
De los 1966 delegados del 17° Congreso del Partido Comunista de Toda la Unión de 1934, más de la mitad (1108) fueron arrestados bajo acusaciones de actividad contrarrevolucionaria. De los 139 miembros y candidatos a miembro del Comité Central elegidos en el 17° Congreso, 110 fueron asesinados [13]. Lavrentiy Beria, el jefe de la policía secreta de Stalin, dijo una vez: “Muéstreme al hombre y le encontraré el crimen”. Excepto Stalin, el resto de los miembros del Politburó al momento de la muerte de Lenin en 1924 –Lev Kamenev, Grigory Zinoviev, Alexei Rykov, Mikhail Tomsky y Leon Trotsky– fueron ejecutados o asesinados para 1940.
Ningún sector de la sociedad quedó a salvo durante el Gran Terror y otras purgas estalinistas. La represión en las esferas religiosa, científica, educativa, académica y artística precedió por mucho a las purgas que destriparon a la élite militar y política. Las víctimas principales del terror de Stalin fueron los ciudadanos comunes, incluyendo no solo familiares y amigos de los acusados, sino trabajadores y otros ciudadanos soviéticos que fueron acusados de crímenes completamente ficticios y castigados.
Ni siquiera los verdugos mismos escaparon del Terror: Genrikh Yagoda, jefe de la policía secreta hasta 1936, fue arrestado en 1937 y fusilado al año siguiente. Su sustituto, Nikolai Yezhov, perdió el poder en 1939 después de supervisar la más sangrienta ronda de purgas internas. Fue fusilado en una cámara de ejecución diseñada según sus propias especificaciones.
Aun hoy en día no hay respuestas precisas sobre cuántos fueron arrestados, asesinados, encarcelados o exiliados durante el terror de la era de Stalin. En junio de 1991, en la víspera de la disolución de la Unión Soviética, el jefe de la policía secreta KGB, Vladimir Kryuchkov, dijo que entre 1920 y 1953, alrededor de 4.2 millones de personas fueron “suprimidas” –incluyendo dos millones solo durante el Gran Terror [14]. Alexander Yakovlev, un político reformista de las eras soviética y de Yeltsin, dijo en una entrevista en el año 2000 que las víctimas de la represión estalinista llegaban al menos a los 20 millones. [15]
b. Las campañas letales del PCCh
Las inquisiciones políticas letales y traumáticas han sido una característica del movimiento comunista chino desde incluso antes de que tomara el poder de China continental en 1949. En 1942, cuando el PCCh se escondió en el noroeste de China, Mao Zedong lanzó el Movimiento de Rectificación de Yan’an. Los cuadros del partido fueron sometidos a un tratamiento desgarrador, incluyendo tortura, detención y “reforma del pensamiento”, supuestamente para erradicar a quienes no tenían suficiente lealtad ideológica. Miles de personas fueron asesinadas durante el movimiento, que fue la primera campaña política de masas del PCCh.
Desde 1949 –el año en que se estableció el régimen de la RPC– hasta 1966, decenas de millones de chinos perdieron sus vidas en la Campaña para Suprimir Contrarrevolucionarios, las campañas Tres Anti y Cinco Anti, la Campaña Antiderechistas y en la gran hambruna causada por el Gran Salto Adelante.
A este periodo de masacres le siguió una sangrienta lucha dentro de los rangos del PCCh. A medida que una nueva generación de chinos llegó a la mayoría de edad –criados para ser “lobeznos” ateos adoctrinados con la educación y la cultura comunista del Partido–, el espectro comunista lanzó una campaña de matanzas y destrucción aún más desenfrenadas para aniquilar los 5000 años de cultura tradicional china.
La Revolución Cultural fue la última y, en algunos aspectos, la campaña política más destructiva de la era de Mao. A partir de 1966 y hasta la última década de la vida de Mao, su objetivo fue reemplazar violentamente la cultura tradicional china con la cultura del Partido.
La gran hambruna china
Entre 1959 y 1962, China sufrió la hambruna más mortífera del mundo. Para engañar al mundo, el PCCh aún afirma que fueron “tres años de desastres naturales”.
En realidad, en 1958, el PCCh había comenzado el movimiento de Comunas Populares y el Gran Salto Adelante. Estas salvajes estrategias agotaron la reserva de granos y diezmaron la producción agrícola de China, y sin embargo, funcionarios en todos los niveles, desde regiones rurales hasta las ciudades, produjeron un aluvión de reportes falsos diciendo que las cosechas eran extraordinarias. El PCCh utilizó estos reportes como justificación para recaudar granos de los campesinos, quienes fueron obligados a entregar al régimen sus alimentos, semillas y el alimento para sus animales.
Los órganos administrativos del PCCh en todos los niveles enviaron equipos al campo. Utilizaron tortura e interrogaciones para exprimir los últimos trozos de comida de los desafortunados campesinos. Siguiendo el ejemplo de los comunistas soviéticos, el PCCh impidió a los pobladores entrar a las ciudades en busca de comida, ocasionando la muerte masiva de familias, e incluso de pueblos enteros. Los cadáveres de las víctimas de la hambruna se esparcían por el campo. Cuando los campesinos eran atrapados robando para sobrevivir, eran asesinados. El canibalismo se generalizó.
Los granos confiscados por el gobierno fueron intercambiados por grandes cantidades de armas soviéticas o por oro que el PCCh utilizó para pagar deudas mientras hacía la vista gorda a la pérdida de vidas chinas. En solo tres años, la Gran Hambruna China había exterminado a decenas de millones de personas.
La Revolución Cultural: masacre y genocidio cultural
La Revolución Cultural repitió el frenesí del Movimiento de Rectificación de Yan’an a escala nacional, con jóvenes fanáticos instados a aplastar, golpear, torturar y asesinar con el fin de destruir los llamados “cuatro viejos” de China: viejas costumbres, vieja cultura, viejos hábitos y viejas ideas.
El 16 de mayo de 1966, el PCCh publicó la “Notificación del 16 de mayo” que dio inicio a la Revolución Cultural. Ese agosto, con los hijos de los cuadros de alto rango del PCCh a la cabeza, estudiantes de escuelas secundarias de Beijing formaron una banda de Guardias Rojos. Este populacho arrasó Beijing en un frenesí de saqueos, ataques y asesinatos. Para fin de mes, conocido como el “Agosto Rojo”, miles de personas en Beijing habían sido asesinadas.
En el distrito Daxing de Beijing, 325 personas fueron asesinadas entre el 27 de agosto y el 1 de septiembre en 48 brigadas de producción de 13 comunas populares. La edad de los muertos variaba entre los 80 años y los 38 días, y 22 familias fueron aniquiladas completamente. Los Guardias Rojos aporreaban, apuñalaban o estrangulaban a sus víctimas. Asesinaban infantes y bebés parándose sobre una pierna y partiendo al niño en dos. [16]
Mientras el espectro del comunismo dirigía a la gente a golpear y asesinar, borraba su compasión humana, lavándoles el cerebro con lemas como “tratar al enemigo con la insensible crueldad del duro invierno”. Con cada crimen contra la humanidad, el PCCh desvió la cultura tradicional y la virtud moral de los chinos. Envenenadas con la cultura del Partido, muchas personas se convirtieron en herramientas para asesinar.
Cuando la mayoría de la gente ve los actos sedientos de sangre del régimen comunista totalitario, no pueden comprender cómo alguien podría caer en una barbarie tan inhumana.
Estimar la cantidad de víctimas de la Revolución Cultural es una tarea abrumadora. La mayoría de los estudios sugieren un número de víctimas mínimo de dos millones. R. J. Rummel, un profesor estadounidense que investigó los asesinatos en masa, escribió en “El siglo sangriento de China: Genocidio y asesinato de masas desde 1900” que la Revolución Cultural se cobró la vida de 7.73 millones de personas. [17]
Dong Baoxun, profesor asociado de la Universidad de Shandong de China, y Ding Longjia, subdirector de la Oficina de Investigación de la Historia del Partido de Shandong, escribieron conjuntamente un libro publicado en 1997 titulado “Exonerar a los inocentes: Rehabilitar a los acusados y condenados erróneamente”. El libro cita a Ye Jianying, el entonces vicepresidente del Comité Central del PCCh, haciendo las siguientes declaraciones durante la ceremonia de cierre de la Conferencia Central del Trabajo el 13 de diciembre de 1978: “Dos años y siete meses de investigación exhaustiva por el Comité Central determinaron que 20 millones de personas murieron en la Revolución Cultural, más de 100 millones sufrieron persecución política, […] y se perdieron 800 mil millones de yuanes”. [18]
En agosto de 1980, el líder del PCCh Deng Xiaoping dio dos entrevistas a la periodista italiana Oriana Fallaci en las que describió cuán difícil es cuantificar los estragos de la Revolución Cultural:
“La gente estaba dividida en dos facciones que se masacraron entre sí. […] Es difícil de estimar porque murieron por todo tipo de causas. Además, China es un país tan vasto. Pero escuche: murieron tantos que, aunque no se hubieran producido otras tragedias en ese tiempo, el número de muertos sería suficiente para decir que la Revolución Cultural fue un error.” [19]
Deng describió un caso típico: Kang Sheng, jefe de la policía secreta del PCCh, acusó al secretario del Partido de la provincia de Yunnan, Zhao Jianmin, de traición y de ser un agente del Kuomintang. Zhao no solo fue encarcelado, sino que su caída también impactó a 1.38 millones de personas de la provincia, de las cuales 170,000 fueron perseguidas hasta la muerte y 60,000 fueron golpeadas hasta quedar discapacitadas. [20]
Maldad sin precedentes: La persecución a Falun Dafa
Décadas de violencia asesina y adoctrinamiento ateo por el Partido Comunista Chino causaron pérdidas enormes en la fibra moral de la sociedad, llevándola muy por debajo de los estándares que los dioses requieren de la humanidad. Incluso muchos de quienes aún creen en lo divino ignoran la fe genuina, dado que están atrapados en organizaciones religiosas falsas controladas por el PCCh. Si la situación continúa degenerándose, la humanidad enfrentará la extinción segura, tal como se profetiza en los textos sagrados de todas las civilizaciones antiguas.
Pero el espectro del comunismo está empeñado en impedir que el hombre sea salvado por el Creador. Por esta razón, destruyó las culturas tradicionales y corrompió los valores morales humanos.
Durante la primavera de 1992, para restaurar la moral humana y ofrecer un camino a la salvación, el Sr. Li Hongzhi comenzó a enseñar públicamente Falun Gong, una práctica espiritual basada en la creencia en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, se difundió por toda China en pocos años. Dado que los practicantes, junto con sus familiares y colegas, experimentaron milagros en la salud y mejoras en el carácter, decenas de millones de personas adoptaron la práctica en China y en el mundo. Con tantas personas practicando la cultivación en Falun Dafa y exigiéndose con estándares altos, la sociedad comenzó a redescubrir su carácter moral.
Desde el momento en que tomó el poder, el PCCh nunca dejó de perseguir las creencias espirituales. Naturalmente, considera a Falun Dafa como su adversario más grande.
En julio de 1999, el entonces cabecilla del PCCh, Jiang Zemin, ordenó unilateralmente una persecución sistemática contra Falun Dafa y sus practicantes. En una brutal campaña que cubrió cada esquina de China, el PCCh aplicó todos los métodos imaginables en sus esfuerzos por cumplir con la directiva de Jiang: “Asesinarlos físicamente, quebrarlos financieramente y arruinar sus reputaciones”.
Los portavoces del Partido sometieron al pueblo chino a una propaganda constante llena de odio y calumnias contra Falun Dafa, rechazando sus principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, optando por la falsedad, la maldad y la lucha.
El espectro llevó a la sociedad a nuevas bajezas en la degeneración moral. En una atmósfera reactivada de odio y represión, el pueblo chino se volvió ciego hacia la persecución que ocurre alrededor de ellos, traicionando a los Budas y a lo divino. Algunos abandonaron su conciencia y participaron en la campaña contra Falun Dafa, ignorando el hecho de que se estaban condenado a sí mismos en el proceso.
El espectro comunista no limitó la persecución a China. Silenció a las naciones del mundo libre mientras el régimen chino se enfrascaba en un frenesí de encarcelamiento, asesinato y torturas contra los practicantes de Falun Dafa. Satisfecho con los incentivos económicos, el mundo libre mantuvo el silencio o incluso aceptó las mentiras del Partido, dando a los perpetradores rienda suelta para cometer los peores crímenes.
En la persecución a Falun Dafa, el PCCh presentó una maldad nunca antes vista: la sustracción forzada de órganos a personas vivas. Siendo el grupo más grande de personas encarceladas por su fe en China, los practicantes de Falun Dafa son asesinados a demanda, viviseccionados en mesas quirúrgicas de hospitales estatales y militares, y sus órganos son vendidos por decenas de miles de dólares, incluso cientos de miles de dólares.
El 6 de julio de 2006, los abogados canadienses David Matas y David Kilgour (exsecretario de Estado para Asia-Pacífico) publicaron un informe titulado “Informe sobre los alegatos de sustracción de órganos a practicantes de Falun Gong en China”. Allí examinan 18 tipos de evidencia y arrojan luz sobre la monstruosidad del PCCh, llamándolo “una forma grotesca de maldad […] nueva para este planeta”. [21]
Matas y Kilgour, junto con el periodista de investigación Ethan Gutmann, trabajaron con un equipo de investigadores internacionales para publicar “Cosecha Sangrienta/El Matadero: Una actualización” en junio de 2016. Con más de 680 páginas y más de 2400 referencias, el informe probó más allá de toda duda la realidad y la escala de la sustracción forzada de órganos que lleva a cabo el régimen comunista chino.
El 13 de junio de 2016, la Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó de forma unánime la Resolución 343, que exige al PCCh el fin inmediato de la sustracción forzada de órganos a practicantes de Falun Dafa y otros prisioneros de conciencia. [22]
En junio de 2019, después de una investigación de un año, un tribunal popular independiente de Londres concluyó unánimemente que los prisioneros de conciencia han sido –y siguen siendo– asesinados en China por sus órganos “a una escala significativa” [23]. El tribunal fue presidido por Sir Geoffrey Nice QC, quien anteriormente encabezó el procesamiento del expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic por sus crímenes de guerra en Kosovo. El tribunal concluyó además que los seguidores de Falun Gong han sido una de las principales fuentes de órganos para alimentar la industria de trasplantes del régimen chino. El lucrativo negocio del trasplante de órganos ha estado sosteniendo la persecución a Falun Dafa y ha atraído a clientes de China y de todo el mundo, volviéndolos cómplices de los asesinatos en masa del PCCh.
3. Un siglo de matanzas
La introducción al “Libro negro del comunismo” provee una estimación aproximada del número de víctimas mortales de los regímenes comunistas en todo el mundo. Verificó una cifra de 94 millones, que contiene las siguientes:
- 20 millones en la Unión Soviética
- 65 millones en China
- 1 millón en Vietnam
- 2 millones en Corea del Norte
- 2 millones en Camboya
- 1 millón en Europa del Este
- 150,000 en Latinoamérica (principalmente Cuba)
- 1.7 millones en África
- 1.5 millones en Afganistán
- 10,000 debido al “movimiento comunista internacional y a partidos comunistas que no estaban en el poder”. [24]
Además de Rusia y China, regímenes comunistas menores ha demostrado no estar menos dispuestos a participar de la maldad absoluta. El genocidio camboyano fue el asesinato en masa más extremo llevado a cabo por un Estado comunista. Según varias estimaciones, el número de camboyanos asesinados por los Jemeres Rojos de Pol Pot oscila entre 1.4 y 2.2 millones, casi un tercio de la población camboyana en ese momento.
Entre 1948 y 1987, los comunistas norcoreanos asesinaron a más de un millón de personas de su propio país en campos de trabajo forzado, campos de concentración y ejecuciones. En la década de 1990, la hambruna mató a al menos 220,000 personas, según estimaciones basadas en los datos de censos de Corea del Norte. En total, en base a datos norcoreanos, entre 600,000 y 800,000 personas murieron por causas no naturales entre 1993 y 2008 [25]. Otras estimaciones calculan que la cifra real de muertos solo por la hambruna ya es de entre 1 y 3.5 millones. Luego de que Kim Jong Un asumiera el poder, cometió asesinatos más flagrantes, incluyendo de funcionarios de alto rango y sus propios familiares. Kim también amenazó al mundo con una guerra nuclear.
En apenas un siglo desde el ascenso del primer régimen comunista en Rusia, el espectro del comunismo asesinó a más personas en las naciones bajo su régimen que el número de víctimas de ambas guerras mundiales juntas. La historia del comunismo es una historia de matanza, y cada página está escrita con la sangre de sus víctimas.
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Referencias
1. US Congress, House, “Remembering the Victims of Communism,” remarks by Rep. Christopher Smith, 115th Congress, 1st sess., Congressional Record 163 (November 13, 2017) https://www.congress.gov/congressional-record/2017/11/13/extensions-of-remarks-section/article/E1557-2.
2. Stéphane Courtois et al., eds., The Black Book of Communism: Crimes, Terror, Repression, trans. Jonathan Murphy and Mark Kramer (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1999).
3. Richard Pipes, The Russian Revolution (New York: Vintage Books, 1991), 411.
4. Winston S. Churchill, The World Crisis, vol. 5: The Unknown War (London: Bloomsbury Academic, 2015).
5. Robert Service, Lenin, a Biography (Cambridge, MA.: Harvard University Press, 2000), 365.
6. Courtois et al., eds., The Black Book, 177.
7. Robert Gellately, Lenin, Stalin, and Hitler: The Age of Social Catastrophe (New York: Knopf Publishing Group, 2007), 75.
8. “Zhongguo Gongchandang da shiji. 1945 nian” 中国共产党大事记·1945年 [A Chronicle of Key Events of the Chinese Communist Party 1945], News of the Communist Party of China, accessed April 16, 2020, http://cpc.people.com.cn/GB/64162/64164/4416000.html. [In Chinese]
9. Frank Dikötter, The Tragedy of Liberation: A History of the Chinese Revolution 1945–1957 (London: Bloomsbury Press, 2013).
10. Martin Amis, Koba the Dread: Laughter and the Twenty Million (New York: Vintage Books, 2003).
11. Roy Medvedev, Let History Judge: The Origins and Consequences of Stalinism, trans. George Shriver (New York: Columbia University Press, 1989), 240–245.
12. Aleksandr Solzhenitsyn, The Gulag Archipelago 1918–1956: An Experiment in Literary Investigation, Books I–II, trans. Thomas P. Whitney (New York: Harper & Row, 1973).
13. Medvedev, Let History Judge, 396.
14. Reuters. “4.2 Million Were Victims of Purges, KGB Chief Says,” LA Times, June 15, 1991, https://www.latimes.com/archives/la-xpm-1991-06-15-mn-496-story.html.
15. Alexander Yakovlev, Yakeliefu fangtan lu 1992–2005 雅科夫列夫訪談錄(1992—2005)[Alexander Yakovlev: Selected interviews (1992–2005)], trans. Chinese Academy of Social Sciences, 234. [In Chinese]
16. Wen Yuluo 遇罗文, “Daxing tusha diaocha” 大兴屠杀调查 [An Investigation of the Beijing Daxing Massacre] in Wen Ge da tusha 文革大屠殺 [Massacres in the Cultural Revolution], ed. Song Yongyi 宋永毅 (Hong Kong: Kaifang zazhishe, 2002), 13–36. [In Chinese]
17. R. J. Rummel, China’s Bloody Century: Genocide and Mass Murder Since 1900 (New York: Routledge, 2017), 253.
18. Dong Baoxun 董宝训 and Ding Longjia 丁龙嘉, Chen yuan zhao yun—pingfan yuan jia cuo an 沉冤昭雪—平反冤假錯案 [Exonerate the Innocent: Rehabilitate the Wrongly Accused and Sentenced] (Hefei: Anhui Renmin Chubanshe, 1998), 1. [In Chinese]
19. Oriana Fallaci, “Deng: Cleaning Up Mao’s ‘Feudal Mistakes,’” The Washington Post, August 31, 1980, https://www.washingtonpost.com/archive/opinions/1980/08/31/deng-cleaning-up-maos-feudal-mistakes/4e684a74-8083-4e43-80e4-c8d519d8b772.
20. Ding Longjia and Ting Yu, Kang Sheng and the Unjust Case of Zhao Jianmin (Beijing: Renmin Chubanshe, 1999), as referenced in Hu Angang, Mao and the Cultural Revolution, vol. 2, The Red Guards March for Mao, ed. W. H. Hau (Honolulu: Enrich Professional Publishing, Inc., 2016), 98.
21. David Matas and David Kilgour, Bloody Harvest: The Killing of Falun Gong for Their Organs (Ontario: Seraphim Editions, 2009), 13.
22. US Congress, House, Expressing concern regarding persistent and credible reports of systematic, state-sanctioned organ harvesting from non-consenting prisoners of conscience in the People’s Republic of China, including from large numbers of Falun Gong practitioners and members of other religious and ethnic minority groups, HR 343, 114th Cong., 2nd sess., introduced in House June 25, 2015, https://www.congress.gov/bill/114th-congress/house-resolution/343.
23. China Tribunal: Independent Tribunal into Forced Organ Harvesting from Prisoners of Conscience in China, “China Tribunal: Final Judgment 17th June,” March 1, 2020, https://chinatribunal.com/final-judgment.
24. Courtois et al., eds., The Black Book, 4.
25. Thomas Spoorenberg and Daniel Schwekendiek, “Demographic Changes in North Korea: 1993–2008,” Population and Development Review, March 21, 2012, accessed via Wiley Online Library, https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1728-4457.2012.00475.x.
«Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo» es un libro del equipo editorial de Nueve comentarios sobre el Partido Comunista chino.
Artículo original publicado por Epoch Times (español) AQUÍ.
Lea a continuación: Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo – Capítulo 4: Exportar la revolución