Las restricciones vigentes siguen hundiendo el desarrollo productivo y, aún así, no se cosechan los resultados esperados en materia sanitaria. La crisis económica actual desemboca en un clima social cada vez más delicado.
Según el nuevo informe elaborado por el Ministerio de Desarrollo Productivo, la tremebunda caída en la activad económica produjo una fuerte contracción en el nivel de empresas que cotizan para la seguridad social.
Un total de 14.923 empresas dejaron de realizar aportes sociales, lo que constituye una caída del 2,8% entre febrero y abril. La caída es más pronunciada en el sector hotelero y en los restaurantes, registrando una merma cercana al 8%.
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Los sectores más afectados por la cuarentena registraron rojos verdaderamente preocupantes y sin precedentes. La actividad de la construcción cayó más de un 75% interanual en el mes de abril, los despachos de cemento lo hicieron en un 32,8%, y la industria se contrajo un 33%. Estos números, nunca antes vistos en ninguna otra crisis de la Argentina, conforman el verdadero impacto real de la depresión. El cepo cambiario anuló completamente la cuenta capital y financiera del país, aunque el saldo comercial repuntó levemente en abril.
Las exportaciones se vieron totalmente pulverizadas y cayeron más de un 18% interanual, pero las importaciones lo hicieron en una cuantía incluso superior.
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De esta forma, Argentina exporta e importa menos bienes y servicios. Probablemente el impacto social más directo se vea reflejado en las cifras arrojadas para el rubro “empleo y consumo”, según el propio informe.
En él, se muestra una caída muy pronunciada en las ventas minoristas y los centros de compras, en alrededor de un 56%.
El salario real registró un leve repunte en el mes de abril, luego de caer un 0,3% en marzo. Los salarios formales en el sector privado se encuentran relativamente estables, pero es lógico suponer que, en una economía con un 35% de informalidad laboral, el dato podría no ser representativo de la situación general dado que es un promedio entre todos los sectores.
En línea con este hecho, el informe releva que el empleo asalariado en el sector privado formal se contrajo un 0,8% en marzo, y la contracción estimada para abril es del 0,6%. Estas cifras son las peores desde el año 2002, según el análisis del ente oficial.
Según los registros, los sectores más industrializados, así como todo el rubro servicios, fueron los más golpeados por la parálisis productiva. En cambio, los rubros de medicamentos, alimentos y bebidas, y agroquímicos, fueron las tres actividades que sortearon de mejor manera la situación. La producción de alimentos es el sector industrial que menos cayó en su conjunto, sólo un 1% en abril.
La producción de medicamentos continuó con su tendencia alcista, tanto en marzo como en abril, mientras que el rubro de agroquímicos creció un importante 36,9% interanual para abril. El campo demuestra ser, una vez más, el sector más dinámico de la economía. De hecho, el campo es, en estos momentos, el principal y casi único motor de la actividad argentina.
Para Kulfas, la reactivación ya comenzó, pero las secuelas de la recesión aún persisten. Lo cierto es que todavía no hay señales tan claras como para hablar de una reactivación en la economía agregada, aunque las medidas de flexibilización se extendieron por diversas zonas en el país.
Según el informe, ya hay 15 provincias que cuentan con la habilitación para poder trabajar, sobre el 80% del empleo respectivo. Hasta el 20 de marzo, ninguna provincia alcanzaba ese porcentaje. Sin embargo, este proceso no se extendió para la zona del AMBA, que contiene a un enorme porcentaje del mercado interno.
La inflación mensual se desaceleró entre abril y mayo, de la mano de una inusual y obvia parálisis en la velocidad de circulación del dinero. El “efecto cuarentena” mantiene dormida a una gran parte de la inflación.
Aún así, mientras en el mundo las políticas monetarias centralizan sus esfuerzos en mitigar la deflación, en Argentina los precios siguen subiendo, sólo que lo hacen a un ritmo sustancialmente menor al de marzo. El impacto inflacionario futuro podría ser un problema importante, dado el íntegro financiamiento monetario del déficit fiscal.
Fuente: Derecha Diario.
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