Traducido de Brietbart por TierraPura.org

La Iglesia Católica “clandestina” de China se ha enfrentado a una creciente persecución desde la firma del acuerdo entre China y el Vaticano en septiembre de 2018, escribe el experto en China Steven W. Mosher en un artículo de opinión del 5 de agosto.

El Partido Comunista Chino (PCC) hizo el acuerdo con el Vaticano en relación con el nombramiento de obispos católicos en el país para convencer al Papa Francisco de legitimar a los ocho obispos que la Santa Sede había excomulgado anteriormente, describe Mosher, autor de varios libros incluyendo el best seller Bully of Asia: Why China’s Dream Is the New Threat to World Order (Por qué el sueño de China es la nueva amenaza para el orden mundial).

El PCCh “también pretendía que el propio acuerdo sirviera de herramienta para obligar a los obispos y al clero de la Iglesia clandestina a unirse a la Asociación Patriótica; y ahora también ha quedado claro, como ‘tapadera’ a una persecución cada vez más intensa a la Iglesia Católica en su conjunto”, afirma Mosher en su artículo para el National Catholic Register.

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El acuerdo entre China y el Vaticano “ha permitido al PCCh encubrir su persecución a la Iglesia clandestina intimando que ha sido al menos tácitamente aprobada por el Vaticano”, afirma Mosher.

Como informó Breitbart News en noviembre pasado, un número creciente de fieles católicos chinos han criticado el acuerdo del Vaticano con el PCCh, insistiendo en que ha envalentonado a los funcionarios en su persecución a los cristianos.

El acuerdo ha animado a las autoridades comunistas en China en su guerra contra la Iglesia Católica, permitiéndoles afirmar que “el Vaticano nos apoya”, afirman católicos locales.

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El Vaticano y el PCCh tenían metas muy diferentes en mente al firmar el desafortunado acuerdo de 2018, afirma Mosher en su ensayo, pero mientras que Beijing se ha alejado, habiendo logrado todo lo que se propuso, el Vaticano no ha obtenido nada por sus problemas.

El Vaticano “pretendía crear un mecanismo por el cual pudiera colaborar con Beijing en el nombramiento de nuevos obispos”, señala Mosher, pero la “mayor esperanza era que esto reconociera la autoridad del Papa sobre el catolicismo” y sanara la antigua división entre la Iglesia “clandestina” y la Asociación Patriótica Católica China (APC), dirigida por el estado.

“Es seguro decir, casi dos años después de la firma del acuerdo, que mientras el Partido Comunista Chino ha logrado sus objetivos, el Vaticano claramente no lo ha hecho”, afirma Mosher.

El PCCh ha aceptado sólo cinco obispos “clandestinos” y el acuerdo secreto ha sido usado como cubierta para la persecución a la Iglesia clandestina y la CCPA y para “la pretendida destrucción de la Iglesia clandestina”.

Mosher, que estudió en la Universidad China de Hong Kong y ahora dirige el Instituto de Investigación de la Población (PRI), dijo que la situación en China para los seguidores de todos los credos -católicos, protestantes, budistas, taoístas, musulmanes- se ha “deteriorado” como parte de la cruzada del dictador Xi Jinping para poner toda la práctica religiosa del país bajo el control absoluto del Partido Comunista.

Meses antes de que se firmara el acuerdo entre China y el Vaticano, señala Mosher, “el PCCh emitió una directiva que imponía nuevas y pesadas restricciones a la religión y los creyentes religiosos en China”, a la que siguió una segunda directiva, “que esbozaba con doloroso detalle cómo se aplicarían esas nuevas restricciones en relación con todas las religiones, instituciones religiosas y practicantes religiosos de China”.

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Bajo el liderazgo del Secretario General Xi, Mosher afirma, el PCCh está llevando a cabo “una nueva Revolución Cultural, cuyos objetivos específicos incluyen a todas las religiones organizadas y a todos los creyentes religiosos”.

El objetivo de esta revolución no es simplemente restringir y controlar toda actividad y creencia religiosa sino “reemplazar completamente tal actividad y creencia con el culto al PCCh, su ideología y sus líderes”, añade.

Como informó Breitbart News el mes pasado, las autoridades chinas han amenazado a los aldeanos cristianos pobres con la suspensión de las prestaciones sociales a menos que retiren las imágenes cristianas de sus hogares y las sustituyan por retratos de Xi y de Mao Zedong.

El PCCh ha continuado su programa de “Sinización” de la religión canalizando el fervor religioso del país hacia el partido en lugar de hacia Dios.

El partido “se concibe a sí mismo como una religión secular y está decidido a imponer esa religión al pueblo de China desplegando todos los recursos considerables que una dictadura de alta tecnología y de un solo partido tiene a su disposición”, advierte Mosher.

Este, declara Mosher, “es el entorno en el que los obispos, sacerdotes y laicos católicos se ven obligados a operar en la China actual. Es un ambiente de constante propaganda, vigilancia e intrusión de agentes hostiles del estado”.

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