(Minghui.org) “Cualquier brote de enfermedades infecciosas en China, ya sea nuevo o recurrente, la Comisión Nacional de Salud de China lo sabría en seis horas”, declaró en un foro importante Gao Fu, director del centro chino para el control y la prevención de enfermedades (CDC) en junio de 2019. “Esto se debe a que hemos establecido un sistema eficaz de manejo de información a nivel nacional”, agregó.

Gao no estaba mintiendo. Después de que el partido comunista chino (PCCh) encubrió la epidemia del SARS en 2003, la OMS ordenó que China estableciera un sistema de notificación de enfermedades infecciosas, que luego se incluyó como uno de los logros en el libro blanco de la oficina de información del consejo de estado de China de 2017 titulado “Desarrollo de la población de China. La salud como elemento esencial de los derechos humanos”. Este sistema fue probado en julio de 2019 en más de 8.200 participantes de 31 provincias y ciudades a nivel provincial. El escenario de prueba consistía en cómo responder en caso de que apareciera un virus en 2020.

Un virus brotó. Y el sistema de información se convirtió en un mecanismo hermético para bloquear información, reprimir a los denunciantes y engañar al público.

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Un sistema fallido

Según informan noticias e investigaciones científicas, las infecciones por coronavirus ocurrieron desde el 1 de diciembre de 2019. A mediados de diciembre del año pasado, ya habían surgido varios casos de transmisión de persona a persona. El 30 de diciembre, el hospital central de Wuhan recibió los resultados de las pruebas del coronavirus. Los médicos informaron a los funcionarios superiores y transmitieron la información a través de las redes sociales.

Pero ninguno de estos canales de comunicación funcionó. Debido a que dieron la alarma sobre el brote, Ai Fen, Li Wenliang y otros médicos fueron castigados por la policía de Wuhan por “difundir rumores”. Fueron acusados de “actos ilegales de fabricar y difundir rumores y alterar el orden social”.

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La comisión nacional de salud de China y los CDC tienen oficinas en todos los niveles del gobierno y la primera supervisa a los segundos. Después de que estalló el coronavirus, la comisión nacional de salud envió funcionarios a investigar la situación en Wuhan el 29 de diciembre. En ese momento, varios hospitales informaban casos de coronavirus.

El 30 de diciembre, la comisión de salud de Wuhan envió un aviso a los trabajadores de la salud, advirtiéndoles de una neumonía desconocida, sin mencionar al coronavirus. También prohibió al personal médico discutir la información.

El 3 de enero de 2020 la comisión nacional de salud emitió una directriz (Documento 2020 Nro. 3) con las siguientes instrucciones:

1) Todos los gobiernos regionales y las comisiones de salud deben administrar las muestras del coronavirus que causó la neumonía de Wuhan de acuerdo con las regulaciones sobre “Microorganismos altamente patógenos (tipo 2)”;

2) Sin autorización, ninguna organización tiene permitido proporcionar resultados de pruebas a otras organizaciones o personas;

3) Todas las instalaciones médicas deben detener inmediatamente cualquier prueba viral en curso;

4) Todas las instalaciones médicas deben destruir todas las muestras de pacientes;

5) Los médicos de primera línea en Wuhan no pueden revelar ninguna información sobre la neumonía de Wuhan.

Esta serie de eventos muestra que el público no supo sobre el brote del coronavirus porque los funcionarios de cada nivel retuvieron información acatando la narrativa del partido y castigaron a cualquiera que se atreviera a desafiar ese protocolo.

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El ejército de Internet de China

La desinformación es solo una parte del panorama de censura y manipulación de la información en China. Fuera de China continental, el PCCh influye mucho en la opinión pública, especialmente en las plataformas de redes sociales.

Un artículo de Radio Free Asia del 28 de abril de 2020 revisó tres cuentas de Twitter durante los últimos 100 días, incluidas las de Hua Chunying (@SpokespersonCHN), Zhao Lijian (@ zlj517) y del ministerio de relaciones exteriores de China (@MFA_China). Hua es la directora del departamento de información del ministerio de relaciones exteriores de China y Zhao es su subdirectora.

En las tres cuentas se publicaron un total de 4.574 tuits entre el 1 de enero y el 10 de abril. En enero y febrero, los tuits principalmente elogiaron el éxito del PCCh en la lucha contra el coronavirus y abundaron “energía positiva” (un eslogan propuesto por el liderazgo del PCCh desde 2014), pero no dieron información sobre el creciente número de casos confirmados.

Desde el 20 de febrero, estos tweets cambiaron de representar a China como un área de brote a presumir de sí misma como la salvadora del mundo. El 12 de marzo, un día después de que la OMS declarara la pandemia de coronavirus, Zhao tuiteó que “podría ser el Ejército de los EE. UU. el que llevó la epidemia a Wuhan”.

De hecho, casi el 80% de los tweets publicados por las tres cuentas de Twitter criticaron a los EE. UU. Cabe señalar que Twitter está prohibido en China. Si bien los ciudadanos chinos comunes podrían enfrentar penas de cárcel por acceder a tales plataformas, estos funcionarios del PCCh abusaron de ellas para promover la propaganda del PCCh y atacar a Occidente.

El PCCh tiene un enorme ejército de Internet cuyo trabajo es engañar al público, tanto dentro como fuera de China. Además del personal remunerado, se reclutan alrededor de 10 millones de voluntarios para monitorear la red, según informó BBC News el 7 de abril de 2015. Un documento de la liga juvenil [2015-9], una organización del PCCh, reveló que alrededor de 4 millones de estos voluntarios eran estudiantes universitarios.

Terremoto de Tangshan

El encubrimiento y mal manejo de la pandemia del coronavirus por parte del PCCh no es el primer caso en el que el régimen resta importancia a los desastres buscando mantener la estabilidad.

Otro ejemplo es el terremoto de Tangshan en Hebei, China, el 28 de julio de 1976. Con una magnitud de 7,6, las autoridades chinas dijeron que unas 240.000 personas murieron en la calamidad. Los expertos creen que la mayoría de las muertes podrían haberse evitado.

Dos semanas antes del desastre, la oficina de terremotos de Beijing detectó señales inusuales y se comunicó con la oficina nacional de terremotos para recibir indicaciones inmediatas. La oficina no respondió hasta el 26 de julio. “La alerta de terremoto en la provincia de Sichuan ya es caótica. Tangshan está cerca de Beijing, así que piénselo dos veces antes de estropear las cosas”, respondió un funcionario.

Geng Qingguo, de la oficina de terremotos de Beijing, dijo que predecir terremotos por encima de una magnitud superior a 5 era bastante fácil, incluso con las tecnologías de ese momento, sin hablar del terremoto de Tangshan que tuvo una magnitud de 7,6. “Además, 6 horas antes del terremoto, había luz y sonido anormales desde el suelo. Si los residentes locales hubieran sido advertidos, la pérdida de vidas habría sido significativamente menor”, aseguró.

Continúan los desastres

Muchas áreas de China han sufrido inundaciones desde junio. A medida que aumentaron los niveles de agua en el río Chu, un brazo del río Yangtsé, los funcionarios dieron la autorización para abrir dos lugares para descargar agua el 19 de julio. Aunque el objetivo era proteger la provincia de Jiangsu, muchos lugares de la provincia de Anhui se sumergieron instantáneamente.

Han sucedido cosas similares en muchas áreas. Yichang, la segunda ciudad más grande de la provincia de Hubei, se inundó el 27 de junio. Los residentes locales sospechan que los funcionarios descargaron agua intencionalmente para proteger la presa de las Tres Gargantas.

“Si nos hubieran notificado con anticipación sobre la descarga, las pérdidas hubieran sido mucho menores”, escribió un internauta. “El partido nos trata como basura. La vida de las personas no significa nada mientras exista el partido”, agregó otro.

Cuando el secretario de estado de Estados Unidos, Michael Pompeo habló en la Biblioteca y Museo Presidencial Richard Nixon el 23 de julio, dijo que creció y sirvió en el ejército durante la Guerra Fría. “Y si hay algo que aprendí, [es que] los comunistas casi siempre mienten. La mentira más grande que dicen es pensar que hablan por 1.400 millones de personas que están vigiladas, oprimidas y con miedo de hablar”, remarcó.

“Todo lo contrario. El PCCh teme las opiniones honestas del pueblo chino más que a cualquier enemigo y, salvo por perder su control sobre el poder, tienen razón -no tienen ninguna razón para ello”, explicó añadiendo: “Solo piense en lo mucho mejor que estaría el mundo, por no mencionar la gente dentro de China, si hubiéramos podido escuchar a los médicos en Wuhan y se les hubiera permitido dar la alarma sobre el brote de un virus nuevo y novedoso”.

Pero durante demasiadas décadas, los líderes occidentales han ignorado esto. “No podemos ignorarlo más. Saben tan bien como cualquiera que nunca podremos volver al status quo”, dijo.

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