A Kalen Keegan, un estudiante universitario de la Universidad de Nebraska, le hackearon su cuenta de Twitter. Sus antiguos mensajes desaparecieron y fueron reemplazados por contenido que acusaba a los manifestantes del movimiento democrático de Hong Kong de “fomentar una ‘revolución de colores’ respaldada por una ‘conspiración anti-china americana’, un mensaje alineado al tono del Partido Comunista Chino (PCCh)”. A medida que transcurría el tiempo, los mensajes se actualizaban para comentar sobre la pandemia del coronavirus, siguiendo de nuevo muy de cerca la narrativa del PCCh.

El anterior fue un caso cubierto por News Break en un artículo de marzo de 2020 titulado: “Cómo China construyó una máquina de propaganda en Twitter y luego la puso a andar con el Coronavirus”. Desde agosto de 2019, los autores del artículo han rastreado “más de 10.000 presuntas cuentas falsas de Twitter involucradas en una campaña de influencia coordinada con vínculos al gobierno chino”.

Cuentas de medios sociales secuestradas

El artículo dice que estas cuentas pirateadas se utilizaron para difundir propaganda y desinformación sobre el brote del coronavirus, las protestas de Hong Kong y otros temas de interés para el PCCh. Los dueños de estas cuentas secuestradas venían de todos los ámbitos de la vida: “Incluían a un profesor en Carolina del Norte; un artista gráfico y una madre en Massachusetts; un diseñador web en el Reino Unido; y un analista de negocios en Australia”.

En el artículo no hay una conclusión acerca de “si los actuales titulares de las cuentas falsas hackearon las cuentas ellos mismos o las compraron en otro lugar”, pero indica que la verdadera escala de la campaña de influencia del PCCh es probablemente mucho más grande de lo que se pensaba anteriormente. “Nuestro rastreo sugiere que las cuentas que identificamos constituyen sólo una parte de la operación”, señala el artículo.

El autor fue capaz de identificar al menos una empresa detrás de algunas de estas cuentas pirateadas. Esta empresa OneSight (Beijing) Technology Ltd. es una empresa de marketing online con sede en Beijing y “mantiene un contrato para impulsar el seguimiento en Twitter de China News Service, la segunda agencia de noticias estatal más grande del país. El servicio de noticias opera bajo el Departamento de Trabajo del Frente Unido, un brazo del Partido Comunista Chino responsable desde hace tiempo de las operaciones de influencia en países extranjeros”.

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El artículo señala que los operadores de estas cuentas a menudo trabajan juntos. Por ejemplo, una cuenta falsa puede tener muchas otras cuentas falsas como seguidoras, e incluso el mismo comentario aprobado puede ser reutilizado muchas veces en varias cuentas para numerosos artículos.

Los operadores de las cuentas falsas también ofrecen pagos a usuarios prominentes de Twitter con gran cantidad de seguidores para que publiquen vídeos a favor del PCCh. El disidente chino Baidiucao, de Australia, que tenía 70.000 seguidores en Twitter, fue contactado una vez por una cuenta que decía ser una empresa de intercambio cultural que le ofreció 1.700 RMB (o 240 dólares) por publicación.

La propaganda en el Estado de Orwell

El autor británico George Orwell escribió una novela en 1949 titulada Nineteen Eighty-Four (1984), en la que explora las consecuencias de un régimen totalitario imaginario. Un eslogan utilizado por el partido gobernante era, “Quien controla el pasado, controla el futuro: quien controla el presente controla el pasado”. Significa que debido a que el Partido interno tiene la capacidad de reescribir la historia, puede manipular la opinión pública. Del mismo modo, debido a su poder totalitario, cree que tiene la autoridad para reescribir la historia.

Winston Smith, uno de los protagonistas del libro, trabaja en el Ministerio de la Verdad. Su responsabilidad es reescribir los registros históricos para que se ajusten a las siempre cambiantes opiniones del Partido sobre la historia. Hasta cierto punto, tiene funciones similares a las del Departamento de Propaganda del PCCh (posteriormente rebautizado como Departamento de Publicidad) y el frente unido. Con la censura y las mentiras dentro de China, así como la desinformación fuera de China, el PCCh empuja activamente las falsas narrativas al pueblo chino y al resto del mundo.

Curiosamente, el estado Orwelliano también tiene varios ministerios que se asemejan a la forma en que el PCCh maltrata a la gente. Por ejemplo, el Ministerio de la Abundancia raciona y controla los alimentos en nombre de la elevación del nivel de vida mientras que en realidad genera hambruna. En el marco del PCCh, los funcionarios exageraron las cifras de producción de cereales en decenas o centenares de veces superiores a las reales durante el movimiento del Gran Salto Adelante en 1958, lo que generó la recaudación de un elevado gravamen y provocó la muerte por inanición de al menos 45 millones de personas entre 1959 y 1961.

En la novela de Orwell, la Policía del Pensamiento vigila constantemente a los ciudadanos a través de televisores de dos vías y cámaras ocultas. El Ministerio del Amor monitoriza y arresta tanto a disidentes reales como imaginarios. En China, los funcionarios rastrean a la gente a través de medios sociales como WeChat e innumerables cámaras de vigilancia. Los disidentes son reprimidos y arrestados, y las personas de fe como los practicantes de Falun Dafa son detenidos y torturados por su creencia en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Libro Blanco: Influencias abiertas y encubiertas del PCCh

El Centro de Política Cibernética de la Universidad de Stanford publicó un libro blanco en julio titulado “Contando la historia de China: la campaña del partido comunista chino para dar forma a las narrativas globales”. Este informe de 52 páginas analizaba cómo el PCCh utiliza su extenso aparato para “avanzar tanto en su monopolio doméstico de poder como en sus reclamos de liderazgo global”.

Los autores del libro blanco incluyen a Renee DiTesta, Gerente de Investigación Técnica del Observatorio de Internet de Stanford, y John Pomfret, ex jefe de la oficina de Beijing del Washington Post.

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El informe comienza con una anécdota de la Guerra de Corea en la que el PCCh afirmó en 1952 que los Estados Unidos habían librado una guerra bacteriológica que condujo al brote de la peste bubónica, el ántrax y el cólera. “[El PCCh] estableció una base de operaciones en Praga desde la cual cultivaron simpatizantes pacifistas e izquierdistas occidentales que amplificaron sus afirmaciones en los medios de comunicación occidentales”, escribió el informe.

Aunque este episodio se ha convertido en historia, tales tácticas del PCCh continúan. “El PCCh logró nublar los registros para que la creencia en la traición americana perdure en ciertos círculos”, escribió el informe. “Esta campaña de desinformación combinó la propaganda abierta y el reclutamiento de autoridades crédulas para amplificar y legitimar los puntos de discusión del PCCh, sembrar dudas y sospechas, y construir la posición nacional e internacional del PCCh a expensas de sus adversarios”.

Para dominar las narrativas en la sociedad internacional, el PCCh ha expandido continuamente sus operaciones en el extranjero. Xinhua se ha convertido en una de las agencias de noticias más grandes del mundo, mientras que la CGTN opera a través de docenas de oficinas extranjeras y transmite en siete idiomas. “China Radio International tiene contratos para transmitir desde más de una docena de estaciones de radio sólo en los Estados Unidos, mientras que China Daily coloca inserts en periódicos como el Washington Post, con un costo de hasta 250.000 dólares por número”, explica el informe.

Se estima que el PCCh ha gastado al menos 45.000 millones de yuanes (o 6.600 millones de dólares) en propaganda en el extranjero desde 2009. En 2011, Xinhua alquiló un gran cartel de anuncio digital de alta visibilidad en Times Square con un costo de entre 300.000 y 400.000 dólares mensuales. Panda, la Gran Muralla, la Ciudad Prohibida y las Tres Gargantas pronto se convirtieron en palabras de moda para que el PCCh se promocione a sí mismo.

En julio de 2016, un tribunal internacional falló sobre las aguas disputadas en el Mar de la China Meridional a favor de Filipinas. El PCCh lanzó inmediatamente una campaña de represalias a través del cartel publicitario de Times Square reproduciendo un vídeo de tres minutos, 120 veces al día durante 12 días seguidos.

Los agentes extranjeros que trabajan para el PCCh

Como resultado de las grandes inversiones e infiltraciones del PCCh, muchos medios de comunicación extranjeros -incluidos los de China- se rindieron al régimen y ahora sirven como su portavoz.

“Hace 30 años, los medios de comunicación en chino fuera de China reflejaban una diversa gama de perspectivas políticas. Hoy, después de una importante inversión de China y de los intereses pro-PCCh, dominan las publicaciones en chino que se hacen eco y amplifican las narrativas del PCCh”, señala el libro blanco.

El régimen también se esforzó por ganar influencia en los medios de comunicación internacionales. “El gobierno de China ha traído a cientos de periodistas de países en desarrollo a China para que participen en cursos de capacitación que muestran los logros económicos y tecnológicos del modelo de gobierno de China”, continúa el libro blanco. “El gobierno chino normalmente paga sus gastos, ofrece estipendios y proporciona generosos alojamientos y oportunidades de hacer turismo, que son retribuidos con buena voluntad y cobertura favorable cuando los periodistas regresan a casa”.

Esta estrategia se remonta a antes de que el PCCh tomara el poder en 1949. El periodista estadounidense Edgar Snow entrevistó a Mao Zedong en 1930 y, basándose en una historia sesgada unilateralmente, publicó el libro Estrella Roja sobre China. Este libro engañó a muchos chinos y occidentales para que apoyaran el comunismo.

Snow murió en 1972, y su esposa, Lois Wheeler, no entendió realmente al PCCh hasta la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989. El dinero que ella donó a algunas familias de las víctimas fue confiscado. Cuando visitó China de nuevo en 2000 con su hijo, planeando ver a una madre cuyo hijo murió en la masacre, “fueron rodeados en la puerta de la Universidad Popular de Beijing… por al menos dos docenas de policías de civil, filmados subrepticiamente y se les impidió entrar”, informó un artículo en el New York Times en abril de 2018 con el título “Lois Wheeler Snow, crítica de los abusos de los derechos humanos en China, muere a los 97 años”.

En comparación con décadas atrás, el PCCh tiene ahora mucha más influencia en la opinión pública. Esto incluye los medios de comunicación tradicionales y varias plataformas de medios sociales, como Facebook, Twitter y YouTube. Wang Liqiang, un espía chino que huyó a Australia, declaró que había participado en la intromisión del PCCh en las elecciones locales de Taiwán de 2018 creando 200.000 cuentas falsas en los medios sociales. Además, una empresa fantasma de Hong Kong creó otras veinte “empresas de Internet” para atacar al partido político que le disgustaba al PCCh. Wang dijo que también dio 1.500 millones de RMB (más de 200 millones de dólares) a los medios de comunicación taiwaneses para promover un candidato que el PCCh favoreció para ser alcalde de Kaohsiung.

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Un aparato estatal que produce mentiras

Aunque los científicos chinos confirmaron las infecciones por coronavirus en diciembre de 2019, el PCCh no las reconoció hasta el 20 de enero, tres días antes del cierre del epicentro de Wuhan. Un día después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el brote de coronavirus como pandemia, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, culpó sin rodeos a los Estados Unidos de ser el origen del virus.

Amplificado a través de Twitter, WeChat y TikTok, y los medios y agentes pro-PCCh afirmaron que el virus provenía de Fort Detrick, una base militar estadounidense en Maryland. Aunque es ampliamente conocido como un engaño fuera de China, engañó a muchas personas dentro de China y provocó confusión en la comunidad internacional.

Dado que el régimen totalitario del PCCh moviliza a todo el aparato estatal para la desinformación y la mentira, las consecuencias son graves. “La mala gestión inicial del partido comunista chino en la pandemia de COVID-19 y sus posteriores intentos de explotar la crisis han producido problemas duraderos para el resto del mundo”, dice un artículo en Foreign Affairs el 11 de agosto con el título “Una respuesta a la agresión: cómo hacer retroceder a Beijing”.

“Pero el comportamiento del PCCh también ha ayudado a aclarar la amenaza que China representa para la seguridad, la prosperidad y el bienestar de otros países”, continúa el artículo. “Los Estados Unidos ya no pueden permitirse tratar a China como un socio comercial más”.

“El gran hermano te está mirando” es un eslogan muy conocido en el libro 1984. Sin embargo, en la China actual, la censura de última generación ha superado lo que se describe en la novela. Desde las diversas plataformas de medios sociales hasta el control de Internet, desde las omnipresentes cámaras de vigilancia hasta los escaneos faciales obligatorios incluso cuando se utilizan baños públicos, la intensidad de la vigilancia y el control ha alcanzado un nivel sin precedentes.

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Quienes se atreven a desafiar al PCCh se enfrentan a menudo a graves castigos. Ren Zhiqiang, un magnate inmobiliario, ha sido detenido y se enfrenta a cargos por criticar a la dirección del PCCh. El profesor de la Universidad de Tsinghua, Xu Zhangrun, fue despedido por expresar opiniones desfavorables sobre el PCCh. Académicos como Chen Qiushi y Fang Bin han estado desaparecidos durante meses después de criticar al PCCh por encubrir el brote de coronavirus.

Dentro de China, los practicantes de Falun Dafa han sido el mayor grupo perseguido por su fe por el PCCh. Debido a las recientes campañas de desinformación del PCCh, más funcionarios gubernamentales de la comunidad internacional han llegado a comprender la amenaza del régimen chino para el mundo. Los miembros de la Asamblea General de Virginia, el órgano legislativo continuo más antiguo de los Estados Unidos desde 1619, escribieron el 29 de julio, una carta instando al Secretario de Estado de los Estados Unidos, Michael Pompeo, a ayudar a detener la sustracción forzada de órganos a practicantes de Falun Dafa vivos en China.

“Escribimos en solidaridad con los sobrevivientes y con aquellos que ya no pueden hablar por sí mismos. Pedimos su liderazgo, y la considerable influencia de los Estados Unidos, para asegurar que el próximo año no estemos observando 22 años de persecución”, dice la carta.

Fuente: Minghui

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