La campaña que durante décadas ha lanzado China contra la libertad religiosa lo ha convertido en el país más peligroso del mundo para cualquier cristiano, y la Iglesia Católica lo está permitiendo.
A pesar de las críticas del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de las instancias de derechos humanos, el Vaticano renueva un acuerdo de dos años con el Partido Comunista Chino (PCCh) ofreciendo así al gobierno chino un papel prominente en el nombramiento de obispos católicos en el país.
Aunque los detalles de este acuerdo no han sido revelados completamente, algunos han anunciado que el acuerdo respaldado por el Papa es una victoria para la diplomacia de la Iglesia. La Santa Sede no ha tenido relaciones diplomáticas con China desde 1951, después de todo, con este acuerdo se mantiene abierta la línea de comunicación.
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Pero las desventajas de esta relación superan con creces las ventajas. Casi cualquier acuerdo diplomático puede ser alcanzado a costa de las convicciones de uno.
China es uno de los peores violadores de la libertad religiosa
Durante siete años he podido observar de primera mano la persecución religiosa en China como jefe de Open Doors USA, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para proteger a los cristianos perseguidos en más de 60 países.
El gobierno chino es uno de los más notorios violadores de la libertad religiosa, y la situación ha empeorado desde que el Vaticano firmó este acuerdo. La Iglesia tiene la tarea de cuidar y proteger a sus 1.200 millones de miembros globales, pero en China, ha traicionado a los fieles.
El Partido Comunista Chino nunca ha tratado bien a las minorías religiosas ya que las consideran como amenazas potenciales al orden social. Asistir a una iglesia cristiana no autorizada en China es ilegal, y violar esta ley conlleva duras penas, incluyendo la prisión.
Las iglesias son asaltadas regularmente por funcionarios del gobierno, lo que obliga a los casi 100 millones de cristianos chinos a elegir entre practicar su fe en secreto o arriesgar sus vidas y medios de vida si lo hacen en público.
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Cuando el Vaticano entró en negociaciones con el gobierno chino en 2018, muchos de nosotros teníamos la esperanza de que podría conducir a mejoras reales para los cristianos de allí. Pero incluso el Vaticano admite que los resultados de su acuerdo “no han sido particularmente sorprendentes”, lo cual parece ser una subestimación flagrante considerando el patrón de comportamiento del gobierno chino en estos dos últimos años.
Desde 2018, el gobierno ha encarcelado a los sacerdotes no sumisos y ha quitado las cruces de las iglesias. Recientemente, las autoridades chinas editaron de manera atroz la Biblia para “reflejar los valores socialistas”, dejando a una nueva generación de creyentes expuesta a una versión del texto sagrado que ha sido filtrada a través de una óptica autoritaria.
Un plan de estudios escrito y distribuido por agencias gubernamentales refundió incluso el Evangelio de Juan para decir que Cristo afirmó ser un pecador y que fue culpable de asesinato.
Las autoridades chinas ven la tecnología como la próxima frontera del totalitarismo. Están invirtiendo miles de millones para desarrollar y desplegar nueva maquinaria como el reconocimiento facial, la recopilación de datos y el software de seguimiento para establecer un estado de vigilancia total.
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De hecho, justo antes de que las renegociaciones con la Santa Sede comenzaran este año, los hackers que trabajan para el gobierno chino se infiltraron en las redes informáticas del Vaticano en lo que el New York Times llamó “un aparente esfuerzo de espionaje”.
El Vaticano está siendo manipulado por el gobierno chino
No se equivoquen: este régimen no busca cooperar con gente creyente, sino controlarla. En lugar de estar a la altura del plan de China, el Vaticano se está dejando engañar.
Hace menos de un año visité China y pude presenciar con mis propios ojos la brutal campaña del partido comunista contra las minorías religiosas. La vigilancia, la discriminación, la persecución, el encarcelamiento y la violencia de las minorías religiosas en todo el país está llegando a un punto extremo, y China está usando el acuerdo del Vaticano para suprimir aún más la libertad religiosa.
Es importante señalar que los cristianos no son la única minoría religiosa que están en el punto de mira. Se estima que un millón de musulmanes uigures están retenidos en campos de reeducación en la provincia de Xinjiang, por ejemplo, y el gobierno ha editado el Corán de manera similar a la Biblia.
Pero el Vaticano es el único que le ha ofrecido un asiento en la mesa de negociaciones. Así que la forma en que la Iglesia interactúa con este siniestro régimen es fundamental, dado que impactará en todas las minorías perseguidas en la región.
Personalmente, respeto y admiro al Papa Francisco por su compasivo liderazgo de la Iglesia Católica. Entiendo el deseo de dialogar con el gobierno chino, pero creo que la voluntad del Vaticano de someterse a los términos de un estado insidioso es más que equivocada. Pone en peligro y traiciona a los millones de fieles chinos que necesitan que la Iglesia tome una posición en su nombre.
Por David Curry
Fuente: China Watch Institute