El viceasesor de seguridad nacional de EE. UU., Matt Pottinger dio un discurso virtual en mandarín desde la Casa Blanca para un evento organizado por Policy Exchange y se refirió a las maniobras del régimen chino para infiltrar, manipular y finalmente someter a Occidente, y cómo Trump ha combatido efectivamente este tipo de maldad.

Policy Exchange con sede en Londres, fundado en 2002 y según su propio sitio web es uno de los think tank (centro de estudios) más influyentes del Reino Unido. El evento se tituló “La importancia de ser sincero: Sobre la relación de China con el resto del mundo”.

El Sr. Pottinger habló de cómo el PCCh ha logrado exitosamente fusionar tácticas psicológicas de la era leninista con la tecnología moderna del ciber espionaje para infiltrar gobiernos, instituciones, hasta individuos, para influenciarlos y finalmente someterlos a que acepten su dictadura.

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Solo el mes pasado se reportó que el PCCh colectó datos de al menos 2.4 millones de personas alrededor del mundo a través de una compañía, Shenzhen Zhenhua Data Information Technology Co., que trabaja para el aparato de seguridad del régimen chino.

“Los informes que Zhenhua está compilando incluyen a personas de prácticamente todos los países de la tierra, sin importar cuán pequeños sean. Incluyen miembros de familias reales y miembros del parlamento, jueces y secretarios, expertos en tecnología y empresarios en formación, almirantes de cuatro estrellas y miembros de la tripulación de buques de guerra, profesores y pensadores, y funcionarios nacionales y locales,” afirmó Pottinger.

El vice asesor dijo que recolectar datos y armar informes sobre sus enemigos y “amigos” igualmente, siempre ha sido una táctica Leninista en el pasado para influenciar e intimidar, recompensar y extorsionar, halagar y humillar, dividir y conquistar, un arma psicológica para acariciar y al mismo tiempo golpear dependiendo de la necesidad.

“Lo nuevo es lo fácil que ha sido para los autócratas acumular tantos datos íntimos sobre nosotros mismos, incluso de personas que nunca han puesto un pie en China. Dejamos nuestra propiedad intelectual, nuestros documentos oficiales y nuestras vidas privadas sobre la mesa como libros abiertos”, afirmó Pottinger.

“Los teléfonos inteligentes que usamos todo el día para chatear, buscar, comprar, ver, hacer transacciones bancarias, navegar, conectarse a la red, adorar y confiar, hacen que nuestros pensamientos y acciones sean tan claros para los espías cibernéticos como las columnas de escape de un autobús antiguo de dos pisos”, agregó.

Cuando la influencia no funciona, el régimen chino usa la violencia para llegar a su objetivo.

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“Por ejemplo, Hong Kong, donde millones de manifestantes salieron a las calles el año pasado para protestar contra los esfuerzos de Beijing por socavar el estado de derecho de Hong Kong. Si el “socialismo con características chinas” era el futuro, los manifestantes parecían preferir quedarse en el presente”, dijo Pottinger para ilustrar su punto.

Cómo defenderse de la maldad del PCCh

El vice asesor de seguridad nacional compartió cuáles eran las armas que la Administración de Trump ha usado efectivamente para combatir la influencia y manipulación de Beijing tanto en suelo americano como internacionalmente.

“… el presidente Trump ha arraigado dos principios que vale la pena compartir aquí, porque están diseñados para preservar nuestra soberanía… Son la reciprocidad y la franqueza”, Pottinger dijo.

Con respecto a la reciprocidad, el funcionario habló del principio de buscar igualdad en las relaciones bilaterales, algo que los estadounidenses y el mundo han visto desplegados en la guerra comercial con China, cuando el presidente comenzó a aplicar tarifas a las importaciones chinas que competían injustamente con la industria nacional americana.

Trump ha sido criticado incluso domésticamente por los medios de comunicación por su enfoque “nacionalista”, un término ahora mal visto o relacionado con movimientos extremos de derecha. Pero el concepto en sí no abarca ningún aspecto negativo, solo se opone a la globalización que busca centrar todo el poder en unos pocos que quieren decidir por todos; y además pretende mantener los rasgos culturales y poner los intereses de la nación primero.

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Las tácticas políticas-económicas de Beijing han destruido las economías alrededor del mundo, inundando los mercados con sus productos baratos, y por medio de sobornos a políticos y ofertas de bajos costos ha convencido a las empresas a mudar su producción a China, dejando las industrias locales al borde de la extinción. Para que el PCCh se enriquezca, el mundo tuvo que empobrecerse.

La franqueza de Trump, también muy criticada por la izquierda que busca mantener la falsa apariencia de ser políticamente correcta, también ha dejado expuesta la maldad de Beijing. Después de que la pandemia golpeó a la humanidad, fue el presidente de los Estados Unidos el primer líder del mundo libre que denunció al PCCh por haber dejado salir 5 millones de chinos de Wuhan alrededor del mundo y convertir lo que podría haber sido una epidemia local, en una crisis humanitaria mundial.

“Las Naciones Unidas deben responsabilizar a China por sus acciones”, dijo Trump a la Asamblea General de la ONU.

“En los primeros días del virus, China bloqueó los viajes a nivel nacional mientras permitía que los vuelos salieran de China e infectaran al mundo”, explicó Trump.

Luego de la pandemia y de la postura de Trump contra Beijing, la opinión pública sobre Beijing cambió drásticamente y la imagen pública del PCCh ahora parece ser un poco más acertada que un tiempo atrás.

Esta es la franqueza con la que Trump efectivamente ha combatido la maldad del Partido Comunista Chino y ha establecido un ejemplo para las demás naciones.

El vice asesor terminó su discurso señalando la importancia de decir la verdad: “Lo que más teme la maldad es que se diga la verdad públicamente… por eso todos, hablen”.

Por Alvaro Colombres Garmendia

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