Dos altos funcionarios alemanes han pedido a los Estados Unidos que trabajen junto con Europa en respuesta a China, antes de las elecciones estadounidenses de la próxima semana.
La presión de los ministros de defensa y de asuntos exteriores alemanes para que se forme un frente unido sobre China se produce tras el lanzamiento de un nuevo foro entre Estados Unidos y Europa para debatir cuestiones relacionadas con China, cuyas primeras conversaciones se celebrarán el mes próximo. Se anunció tras una llamada telefónica entre el secretario de estado de EE. UU., Mike Pompeo, y su homólogo de la Unión Europea (UE), Josep Borrell.
Los funcionarios europeos se han quejado durante mucho tiempo de la falta de progreso de Pekín, en cuanto a la apertura de la economía china a los actores extranjeros y, más recientemente, de la situación de los derechos humanos en Xinjiang y Hong Kong, incluso durante una cumbre virtual con el presidente Xi Jinping en septiembre.
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Pero Alemania se ha mostrado reacia a acercarse demasiado a los Estados Unidos, especialmente desde que Donald Trump se convirtió en presidente en 2016. Trump ha criticado repetidamente a Berlín por no cumplir con su compromiso de contribuciones a las arcas de la OTAN, y a la UE en su conjunto por competir con los Estados Unidos.
Sin embargo, la ministra de Defensa alemana Annegret Kramp-Karrenbauer, quien se autodenominó “atlantista”, sugirió construir una “alianza comercial occidental recientemente fortalecida” en respuesta a las prácticas chinas.
“Los intereses alemanes -y los de Europa- necesitan un orden que pueda contrarrestar ambos peligros para el comercio liberal: el capitalismo de estado agresivamente dirigido desde China y la tentación de aislamiento y desconexión unilateral que estamos observando actualmente en Washington”, dijo.
“Por lo tanto, sugiero que asumamos el reto de la competencia mundial a partir de una alianza comercial occidental recientemente reforzada”, dijo, añadiendo que no sería una “idea descabellada” que la UE y los EE. UU. eliminaran todos los aranceles y las barreras comerciales entre ellos.
“Como una de las principales naciones exportadoras, los alemanes vemos con gran preocupación cómo China se ha posicionado en cuestiones de comercio internacional”, dijo Kramp-Karrenbauer, la presidenta saliente de la Unión Demócrata Cristiana, en el poder.
Dijo que esas preocupaciones incluían la manipulación monetaria de la moneda china, la apropiación agresiva de la propiedad intelectual, las condiciones desiguales de inversión y la distorsión de la competencia subvencionada por el Estado.
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Mikko Huotari, director del Instituto Mercator de Estudios sobre China, un centro de estudios con sede en Berlín, dijo que el tono general sobre China se había vuelto “muy crítico en Alemania, especialmente durante los últimos 12 meses”.
“Yo espero que la política sobre China posterior a [Angela] Merkel, independientemente de quién la suceda, ofrezca una perspectiva más crítica sobre China“, dijo Huotari.
La canciller Merkel no se presentará a un quinto mandato en las elecciones del próximo año, mientras que Kramp-Karrenbauer, una vez vista como su posible sucesora, se retirará de la dirección de la CDU en diciembre.
Un día después de sus declaraciones, el ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas dijo que el futuro de las relaciones transatlánticas estaría “determinado por la forma correcta de tratar con China”.
“Washington ve el gran desafío estratégico de este siglo en el ascenso de China, a través de todas las líneas partidarias. Por lo tanto, la próxima administración de EE. UU. también redirigirá el capital político y militar hacia allí”, escribió Maas en el periódico Welt am Sonntag.
“Algunos pueden ver esto como un debilitamiento automático de la relación transatlántica. Para mí, por otro lado, la configuración de nuestras relaciones con China ofrece la oportunidad de una nueva cooperación transatlántica – porque los americanos y los europeos comparten un interés por las sociedades abiertas, los derechos humanos y las normas democráticas, el comercio justo, las rutas marítimas libres y la seguridad de nuestros datos y nuestra propiedad intelectual”, escribió.
“Si queremos que China se adhiera a estas normas internacionales, Estados Unidos también puede beneficiarse del papel de la UE como el mayor socio comercial de Pekín. Y si hablamos con una sola voz en la Organización Mundial del Comercio en lugar de imponernos aranceles entre nosotros, entonces también podremos establecer nuevos estándares allí, por ejemplo, con respecto a las transferencias forzadas de tecnología o los tratos con las empresas estatales”.
“Después de cuatro años difíciles, es hora de un nuevo comienzo en la asociación transatlántica, porque los beneficiarios de nuestras diferencias están en Pekín y Moscú, en Teherán y Pyongyang.”
Por Stuart Lau para South China Morning Post
Traducido por China Watch Institute