El término socialdemócrata, que durante la guerra fría tuvo una connotación positiva, en realidad tiene una connotación muy negativa porque son comunistas. Las socialdemocracias ya han llegado a la conclusión que no basta con la vía democrática y que se necesitan la conquista cultural y la imposición.
Por Francisco Tudela
Estamos en un momento en el cual la historia entera está dirigiéndose en nuevas direcciones. Hay una gran batalla en el mundo entero entre lo que podríamos llamar el idealismo posmoderno -el neo marxismo, el revisionismo marxista, el progresismo norteamericano, que están todos influidos entre ellos- y del otro lado, la tradición realista de Occidente, que viene de Aristóteles hasta nuestros días y que ha construido un edificio lógico y realista para interpretar el mundo.
Por ejemplo, tomemos el caso aristotélico del principio de no contradicción o principio de identidad por el cual una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Estamos en una época que nos introduce en la negación del principio de identidad aristotélico. Para entrar directamente en un tema bastante intenso, una persona puede reclamarse de un sexo que no es el suyo y lograr afirmar esa sexualidad imaginaria o subjetiva ante los registros públicos.
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Entonces esto es preferir la subjetividad, una larga tradición que no solo es la filosofía posmoderna y del estructuralismo sino que se remonta al subjetivismo de Occam y finalmente a los sofistas que enfrentaba Sócrates, y que no es otra cosa que aceptar que es una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo, que una persona pueden ser biológicamente de un sexo pero imaginariamente puede ser de otro sexo y que el sistema legal está obligado a inclinarse ante la subjetividad y dejar de lado la objetividad cuya estructura lógica se proyecta desde el siglo III a.C hasta el siglo XXI.
Esto se traduce en la política y produce un enorme impacto en la política a través del periodismo, de los medios, a través de los círculos académicos politizados que hoy dominan muchas universidades importantes, a través de sectores empresariales que literalmente tienen un interés en estos conceptos como productos o que no quieren políticas de defensa del orden realista por llamarlo de una manera o del orden tradicional por llamarlo de otra manera, porque tienen negocios.
Por ejemplo en la China, que hoy está bajo objeto de un debate y de sanciones por parte del gobierno de EEUU, a muchos no les importa que ese país sea ahora tiranía de partido único o un capitalismo de estado donde los famosos millonarios chinos tienen como capital semilla la plata que el partido les da, es cierto que los dividendos son de ellos. Entonces se acepta eso y se oblitera la realidad política con tal de obtener beneficios.
Y se genera además todo un lenguaje que convalida todo, un lenguaje de lo políticamente correcto. Esto es el new speak, la novo lengua que George Orwell mencionaba en su novela 1984, que es un tratado de teoría política y que Michel Onfray ha desarrollado en un libro que se llama “Teoría de la Dictadura” para analizar Maastrich y para analizar la realidad francesa.
Lo que ocurre en EEUU es la confrontación de estos dos bandos: los realistas políticos de un lado contra los subjetivistas del progresismo que quieren crear un mundo a partir de una idea que no tiene anclas en las realidades del mundo, o sea la utopía.
Ya hemos pasado por varias utopías: por la utopía husita en Bohemia radical protestante, por la utopía racista del nacionalsocialismo, por la utopía igualitaria radical del jacobinismo en la Revolución Francesa, por la utopía radical del marxismo leninista en la Unión Soviética y en los países sojuzgados, y naturalmente todas esas experiencias de subjetivismo han terminado en catástrofe, muerte y sufrimiento.
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Esa es la coyuntura en la cual el mundo está ahora. Si escogemos el subjetivismo y nos hacemos posmodernos, estructuralistas, gramscianos, partidarios de Engels, etcétera, termina la civilización occidental, porque se ha minado las bases de su resistencia con una ofensiva que empezó en mayo del 68.
La otra opción es que triunfe Occidente con su concepto de razón y verdad. Occidente ha desarrollado un aparato lógico filosófico que da certeza y verdad respecto a las cosas. Puede definir una jirafa y no decir que una jirafa es simultáneamente una hormiga. O es una hormiga o es una jirafa. Es el principio de identidad y eso está siendo impugnado.
El cientifismo no es ciencia. El cientifismo es la fe en el progreso que es una religión del progresismo, de las izquierdas neo marxistas e incluso en las izquierdas jacobinas porque ese fenómeno viene del siglo XVIII. No es de ahora. Es creer que el progreso que se da por sí mismo independientemente de las voluntades individuales, que produce mejoras tecnológicas, cosa que es cierta, pero que esas mejoras por sí mismas produce una mejora moral sin ningún esfuerzo individual. Y eso es falso. Es la fe de Rousseau en el buen salvaje.
El siglo XX con Auschwitz, Treblinka, con el gulag soviético, con los campos de exterminio en Camboya, con las ejecuciones de Guevara y Castro en Cuba, con la enorme crueldad de la revolución etíope de Mengistu que produce literalmente un genocidio, ha demostrado la absoluta falacia y la mentira del concepto del buen salvaje. Yo no necesito un iroqués como en el caso de Voltaire, o un buen salvaje como en el caso de Rousseau, o un persa como en el caso de Montesquieu, para que me diga cuál es la realidad. La realidad es la que un hombre, fruto de su civilización y con todo lo que su civilización ha acumulado, puede descifrar del mundo.
En el fondo todas las doctrinas de las relaciones internacionales se dividen en dos grupos conceptuales.
Las descriptivas y por lo tanto realistas, o sea, yo digo estos son los hechos. Y una vez que tengo los hechos y describa yo las cosas como son -las realidades de los equilibrios de poder, las realidades de las pugnas entre estados- entonces ahí voy a tomar mis decisiones.
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La otra escuela es la normativa. La normativa es la idealista. Esto es: yo no hago un análisis de los hechos por los hechos en sí mismos sino que le hago decir a los hechos aquello que yo quiero para el futuro. Remito los hechos a un deber ser. Entonces el análisis en las relaciones internacionales normativo siempre está viciado porque está en función de un objetivo ideológico y muchas veces utópico.
En las elecciones en EEUU nos estamos jugando una gran batalla ideológica por la supervivencia de nuestra civilización y del republicanismo constitucional con la división de poderes, los checks and balances. Eso es lo que está en juego.
Si el presidente Trump perdiera las elecciones, por el spoils system que hace que el partido ganador ocupe toda la estructura del Estado, los demócratas impondrían estas tesis de las cuales hemos hablado en política exterior y el relativismo que implicaría un ablandamiento respecto a la China y probablemente enormes conflictos en el espacio postsoviético con Rusia.
Si los demócratas ganan, irán a la confrontación frontal con Rusia. La victoria demócrata en EE. UU. implicaría una guerra ideológica contra los principios conservadores dentro de Rusia. Al mismo tiempo implicaría para América Latina el apoyo por parte de los EE. UU. de esas mismas izquierdas que Rusia está apoyando ahora. O sea, compounds the peril, duplica el peligro, lo potencia al cuadrado. La victoria demócrata sería una catástrofe para América Latina. Y sería una catástrofe para el mundo porque la hegemonía china solo puede ser detenida de la manera como está siendo combatida.
Esto es conformando a la China a las reglas que la China dijo haber aceptado de la Organización Mundial de Comercio pero que en el fondo nunca aceptó. Y se dedicó a hacer trampas con la propiedad intelectual y con la absorción de toda la tecnología de Occidente, cosa en la cual evidentemente la codicia de la naturaleza humana jugó lamentablemente un rol poco previsor del futuro.
India siempre fue aliado de Rusia. Y Persia también, lo que hoy es Irán que desde el siglo XVII tenían embajador en Moscú. Pero ahora los EE. UU. quieren unirse a esa alianza con la india. En ese espacio del mundo se da un fenómeno muy interesante: la India es aliada de Rusia y de los EE. UU. Lo que muestra que la política internacional es descriptiva y no se basa en consideraciones idealistas. Es realismo puro. ¿Por qué? Porque la China tiene una estrategia basada en Mahan, el teórico del poder naval americano de principios del siglo XX, el cual desarrolla una teoría que se llamará el “collar de perlas” del almirantazgo chino.
Esto es crear un mar interior dentro del mar del sur de la China y del mar del Japón e irlo extendiendo hacia el Océano Índico. Por eso la China invierte mucho en una gran flota. Y la India, consciente de esto, ha comenzado a construir una gran marina también porque evidentemente la idea es que la influencia china no trasvase al Océano Índico y rompa los equilibrios de los países de la región.
En el orden internacional la posición demócrata de entenderse con la China y de agredir a Rusia implicaría la ruptura del arco de contención que los EE. UU. y aliados europeos tienen respecto a sus rivales no occidentales. Europa, Turquía que está dentro de la OTAN, Israel, Arabia Saudita, India, Taiwán, Corea del Sur, Japón… forman un arco defensivo de contención sobre todo de la China.
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En el plano interno ideológico en EEUU, lo que está en juego es la tradición constitucional, la libertad religiosa, el orden de la familia, el respeto a la propiedad privada, la libertad económica. Todo eso está en juego dentro de los EEUU. Pero los EEUU son una potencia mundial. Son además la gran potencia difusora de ideas en nuestra época.
Entonces la negación de esos principios con un triunfo demócrata y la imposición de agendas del progresismo norteamericano que son naturalmente anti familia, partidarios de impuestos altos que son una forma de expropiación indirecta de la propiedad, solo el plan verde de los demás que otros costaría un trillón de dólares, además después de la crisis económica del COVID19… Todo eso debilitaría a la sociedad americana en el orden interno.
Las elecciones norteamericanas son unas elecciones mundiales debido a la tecnología y a las redes. En el mundo de las ideas se combate a través de la tecnología de las redes y combatirá a través de tecnología del 5G.
Pero hay más que eso. Los comunistas son personas dotadas de un materialismo ateo radical que impugna la visión de la concepción de la persona humana que el cristianismo aporta a Occidente. El cristianismo introduce una visión de la persona humana, en sentido de comprender qué es el prójimo, que es como uno, que sufre como uno, que quiere lo que uno quiere. El comunismo elimina esa empatía. Por eso los campos de exterminio. Por eso el comunismo mató a millones de personas.
¿Por qué mataba? Primero, porque para ellos el ser humano es un compuesto químico, desprovisto de espíritu, al cual le pueden dar una bala en la nuca y resolvían un problema. En segundo lugar, porque hacían ingeniería social. Esto es con la idea de la tabla rasa que también es desarrollada por la psicología occidental con Skinner. La idea es que el hombre cuando nace es una tabla rasa y que si yo lo educo no hay ningún factor hereditario que influya en la formación de un hombre nuevo.
Por eso la eliminación física de clases enteras de personas en estos gobiernos. Lo hacían para implementar una ingeniería social y para crear el hombre nuevo comunista. La ingeniería social requiere una mente científica, una mente numérica, desprovista de cualquier consideración moral y de cualquier emoción humana por la cual yo puedo mandar a la muerte.
Por ejemplo Stalin ponía cuotas. Decía: “En Kiev debe detenerse a 200 mil contrarrevolucionarios”. Entonces la policía política, la NKBD en esa época, recibía la orden. ¿De dónde sacaban esos 200 mil? Pues si no los había, los inventaban. Los mandaban al gulag y allí morían.
Con estas deconstrucciones del progresismo –agendas de medio ambiente, de género, de LGTB, de aborto- lo que están haciendo es reducir al ser humano, pasarlo de sujeto de derecho a objeto de experimentación y de dominación. El nuevo lenguaje y la political correctness (la corrección política) tiene como finalidad intimidar.
O sea que la gente se calle, tengan miedo de decir lo que piensan y repitan como unos papagayos “lo que deben decir”. Y si no dicen “lo que deben decir”, ocurre lo que está ocurriendo en los EE. UU., te cancelan. Esto es te eliminan de la vida académica, te eliminan de la vida periodística, te eliminan de la vida en general. Te convierten en los proles de Orwell.
El término socialdemócrata, que durante la guerra fría tuvo una connotación positiva, en realidad tiene una connotación muy negativa porque son comunistas. No lo niegan. Está en Kautsky. Y lo que buscan es llegar al comunismo a través de la conquista democrática. Persuadieron a la gente. Ahora han descubierto que no tienen que persuadir a la gente sino que lo que tienen que hacer es fabricar la opinión e imponerla a través de la prensa, academia, ONGs y fundaciones. Lo que en EE. UU. se llama “La Catedral”.
Las socialdemocracias ya han llegado a la conclusión que no basta con la vía democrática y que se necesitan la conquista cultural y la imposición, borrando el pasado con la modificación del lenguaje y la reescritura de la historia. El concepto nuclear es una fusión del marxismo con el psicoanálisis dentro de una visión utópica estructuralista posmoderna.
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El sistema es la deconstrucción. Los libros de todos esos académicos tratan sobre la opresión y la corrupción. Se nota que tratan de demostrar que en el pasado no hay nada grandioso, no hay nada que admirar, no hay héroes, no hay santos, no hay catedrales góticas magníficas, no hay el barroco, no hay el neoclasicismo, no hay la gran literatura. Todo eso es nada. Todo eso se borra y se reescribe la historia diciendo “a partir de acá somos morales y buenos, porque creemos en el buen salvaje de Rousseau y antes de nosotros la humanidad estuvo poblada de monstruos durante un millón de años”. Esa visión es una visión monstruosa de la historia humana.
En esa visión se ignora a los seres humanos de enorme valor en todas las civilizaciones que han planteado doctrinas morales y filosofías que han contribuido a la convivencia social. Todo ese universo quiere ser destruido por estos extremistas.
El mundo de los progresistas es el mundo de la negación de toda cultura y la búsqueda del racionalismo utópico sin expresiones.
La victoria de los demócratas, que a través del Instituto Carter mantienen un contacto permanente con la cúpula dirigencial de Cuba, implica socialismo para América Latina, implica el no confrontar al régimen venezolano, implica confrontar al régimen colombiano, implica a bendecir todos los experimentos de izquierda en América Latina.
De alguna manera, los EE. UU. han visto en América Latina una construcción enemiga, hija del imperio español al cual Inglaterra combatió ferozmente. Y por lo tanto, la cultura latinoamericana es una herencia que debe ser destruida en el departamento de estado, en las universidades americanas, etc. Lo sé porque he sido fellow y visiting scholar en Harvard, en Georgetown. Es consciente el esfuerzo de destrucción de esa esfera hispana y tratar de exorcizar sus culpas respecto al exterminio del mundo indígena en los EE. UU. convalidando el indigenismo en Latinoamérica.
La victoria demócrata significa la bendición de los Evo Morales, los Fernández, los Kirschner… Y la financiación de las ONGs radicales. Aquí en el Perú las ONGs radicales han sido financiadas por EEUU. Ha estado en el portal de la Agencia de los EEUU para el Desarrollo. Eso es una cosa que inmediatamente se incrementaría.
Sería una tragedia que los demócratas triunfen en esta coyuntura histórica en la cual estamos luchando por la existencia de nuestra cultura en todas partes del mundo. Sea Hungría, sea Austria, sea Italia, sea España, sea Inglaterra, sea el Perú. El Brexit es la prueba del esfuerzo británico de querer liberarse y regirse por su Constitución y sus leyes que se han desarrollado a lo largo de mil años. Y no por unos burócratas de Bruselas que también son progresistas como los demócratas americanos.
Esta lucha es global. La derrota del partido republicano y la victoria de los demócratas en los EE. UU. tendrán consecuencias globales muy serias para muchos países en el mundo que serán avasallados por estas doctrinas subjetivistas y socialistas.
Fuente: Actuall.com