Fuente: Minghui.org
Recientemente se han producido varios casos de asesinatos en China, todos con autores menores de edad.
Liu, una estudiante de secundaria de 14 años de edad del condado de Bayan, en la provincia de Heilongjiang, mató a su madre cuando esta le pidió que fuera a la escuela. Yang, estudiante de secundaria de 13 años, mató a Chengcheng, un niño de seis años del mismo barrio. Wu, un niño de 12 años de la ciudad de Yiyang, en la provincia de Hu’nan, mató a su madre a puñaladas. Shao, un niño de 13 años del condado de Jianhu, en la provincia de Jiangsu, también cometió matricidio.
En los últimos 20 años, ha habido unos 60 casos en los que los padres fueron asesinados por sus propios hijos de 16 años o menos. Solo en 2020 se registraron cuatro casos de madres asesinadas por hijos menores de edad.
La enmienda 11 a la ley penal de China, aprobada a finales de 2020, rebaja la edad de responsabilidad penal de 14 a 12 años, lo que indica el deterioro de la moral social y de la condición de la juventud china.
En este artículo, exploraremos las posibles causas de este deterioro moral, junto con algunas soluciones potenciales.
El partido comunista obligaba a los niños a ver las matanzas
Raymond J. de Jaegher, un misionero católico que estuvo en China entre 1931 y 1945, había descrito los horrores de cómo el partido comunista chino (PCCh) obligaba a los niños a ver cómo se mataba a otras personas.
Su libro The Enemy Within: An Eyewitness Account of the Communist Conquest of China (El enemigo interior: relato de un testigo ocular de la conquista comunista de China) fue considerado en su momento por el expresidente estadounidense Herbert Hoover como “la realidad del comunismo en acción en todo su horror al desnudo. Lo recomiendo a mis conciudadanos estadounidenses que quieran ver y conocer de cerca la fuerza demoníaca que ahora está suelta en nuestro mundo”.
En un relato del libro, el PCCh condujo a todos los aldeanos a una plaza pública. Los niños del pueblo también fueron llevados allí por sus maestros para ver las ejecuciones de 13 jóvenes condenados por oponerse al PCCh. Después de proclamar algunas afirmaciones infundadas, los funcionarios ordenaron a los maestros —que se habían puesto pálidos de miedo— que instruyeran a sus alumnos para que cantaran canciones a favor del PCCh. Mientras cantaban, entró en escena un soldado comunista blandiendo un machete de acero.
Caminando hacia la primera víctima, el soldado sostuvo el machete con ambos brazos y le cortó la cabeza de un solo golpe. La cabeza rodó por el suelo, chorreando sangre. Los cantos histéricos de los niños se convirtieron en un caos desordenado, mientras los profesores trataban de mantener el ritmo.
El soldado agitó su machete 13 veces, y 13 cabezas rodaron. Otros soldados se unieron entonces, abriendo los cuerpos para extraer los corazones de las víctimas para cocinarlos. Todo esto ocurrió delante de los niños. Los alumnos estaban pálidos de miedo, y algunos empezaron a vomitar. Los profesores reprendieron a estos alumnos mientras los ponían en fila para volver a la escuela.
Según de Jaegher, los niños fueron obligados a ver este tipo de ejecuciones varias veces. Pronto se insensibilizaron ante la violencia y el morbo; algunos incluso disfrutaban de este “entretenimiento”.
Reforma agraria: Un hijo arrastra a su padre como a un buey
Un año después de tomar el poder en 1949, el PCCh inició una brutal campaña de “reforma agraria”, en la que alentaron a los campesinos chinos a “recuperar” sus tierras de los terratenientes. “Las batallas se desatarán en todos los hogares; la sangre correrá en cada aldea”, decía un eslogan en ese momento. Al menos dos millones de propietarios perdieron la vida en la tragedia.
Un artículo en Dangdai Zhongguo Yanjiu (Estudios de China moderna) revisa algunos hechos durante la campaña de reforma agraria en el condado de Xupu, provincia de Hunan. Según Guo Jingqiu, subdirector general de reforma agraria en el distrito de Qiaojiang, cualquier funcionario del PCCh tenía el poder de decidir arbitrariamente quién sería asesinado en ese momento. Los funcionarios que no cumplieran con sus cuotas de asesinatos serían etiquetados como “derechistas” y se convertirían ellos mismos en objetivos.
Zhou Chiping, secretario del partido del distrito de Xiangxi, dijo que los funcionarios “no deben fallar ni un solo objetivo, incluso si tienen que matar a 100 inocentes por error”. Esto se convirtió en la guía para que los funcionarios inferiores implementaran la política. Después de que mataron a un hombre llamado Chen Renling, los aldeanos le quitaron los músculos y los órganos internos para cocinar. En poco tiempo, solo quedaba un esqueleto.
Niu Youlan, un caballero adinerado del condado de Xing de la provincia de Shanxi, era muy respetado en la región. Además de donar casi todas sus pertenencias al PCCh, también envió a sus hijos a unirse al ejército del PCCh. Sin embargo, durante la campaña de reforma agraria de 1947, los funcionarios designaron a Niu Youlan como blanco y le atravesaron la nariz con un alambre de metal. Luego ordenaron a su hijo, Niu Guanyin, que condujera a su padre por las calles como si estuviera conduciendo un buey.
El ataque y la humillación de Niu Youlan.
Durante este desfile macabro, el frágil hueso de la nariz de Niu Youlan se rompió y sangró. Al llegar a casa, el anciano Niu se negó a comer y murió tres días después.
Según un registro en ese momento, en junio de 1948, 1050 personas murieron en 209 aldeas. Incluían 380 terratenientes, 382 campesinos ricos, 345 campesinos medios y 40 campesinos pobres. Hay alrededor de 2.000 condados en China, por lo que si este nivel de destrucción se extrapolara a todo el país, podemos imaginar el alcance de la brutalidad que estaba inundando a la nación y su juventud.
El canibalismo en la gran hambruna
El historiador Yu Xiguang había encontrado una vez una foto impactante del departamento de policía de Liling, en la provincia de Hunan. Era la prueba de que un padre se comió a su hijo durante la gran hambruna china, entre 1959 y 1961. Liu Jiayuan, el padre, estaba esposado antes de su ejecución con el cráneo y el esqueleto de su hijo al lado. También había una olla de hierro: Liu había cortado carne de su hijo moribundo y la había guisado junto con zanahorias. Esta imagen de padre e hijo se guardó para el registro
Una imagen del historiador Yu Xiguang.
Según el libro la gran hambruna en la China de Mao, del historiador y profesor Frank Dikötter, de la Universidad de Hong Kong, al menos 45 millones de personas murieron en la hambruna. Sichuan, una provincia de 70 millones de habitantes, perdió una población de 10 millones. El condado de Tongwei, en la provincia de Gansu, perdió un tercio de su población. Cuando no había ningún alimento, se comían a los muertos de vez en cuando. Un informe de 1961 del departamento de policía de la provincia de Anhui reveló que se habían producido 1.289 incidentes de canibalismo en la región desde 1959.
Otro documento del gobierno de la provincia de Gansu en 1961 registró lo siguiente:
“El campesino pobre Yang Zhanlin desenterró cadáveres y los cocinó para comerlos”.
“El campesino pobre Jiao Wenzong encontró un feto de un aborto espontáneo y lo cocinó para comerlo”.
“El campesino pobre Kang Zamai mató a alguien con un hacha, cocinó el cuerpo y se lo comió”.
[Nota del editor: En la terminología del PCCh de la época, los “campesinos pobres” eran la clase dirigente y más avanzada de la sociedad. Los demás, especialmente los terratenientes y otros individuos ricos, eran considerados “enemigos de la sociedad”].
Según Dikötter, la gran hambruna china es una de las peores tragedias del siglo XX, junto con los gulags soviéticos y el Holocausto nazi. Song Yongyi, historiador chino-estadounidense, también cree que es uno de los capítulos más trágicos de la historia china. Además, este canibalismo se produjo justo en medio de la campaña del gran salto adelante del PCCh, en una época sin guerra.
La revolución cultural: Una era con caos
La propaganda de odio alcanzó nuevas cotas tras el inicio de la revolución cultural en 1966. Cuando la señora Fang Zhongmou criticó en su casa lo absurdo de la revolución, fue denunciada a las autoridades por su marido Zhang Yuesheng y su hijo de 16 años, Zhang Hongbing. Dos meses después, Fang fue ejecutada como contrarrevolucionaria. Zhang Hongbing también asistió al juicio público de su madre, junto con miles de espectadores.
Zhang Hongbing se hizo famoso de la noche a la mañana. Al igual que los soviéticos hicieron propaganda de Pavlik Morozov, un hombre que delató a su padre, la experiencia de Zhang se exhibió en el museo del condado como un ejemplo brillante de la ideología del PCCh.
No fue hasta 1979, cuando Zhang y su padre se enteraron de los numerosos casos de acusaciones injustas durante la revolución cultural —incluido el de Zhang Zhixin, una mujer violada en grupo y degollada antes de su ejecución—, que se dio cuenta de que había cometido un terrible error. Desde entonces, soñaba a menudo con su madre y rompía a llorar al despertarse. Lo más triste era que, por mucho que se arrepintiera, su madre no volvería.
Más de 40 años después, Zhang se disculpó abiertamente por la muerte de su madre durante una entrevista en 2013. Ya con más de 60 años y trabajando como abogado, Zhang dijo que lo que ocurrió en su familia era una norma en toda China porque la gente se había vuelto loca tras el intenso lavado de cerebro del gobierno. Como resultado, consideraban a Mao más cercano a ellos que a sus propios padres; quien se oponía a la ideología de Mao era un enemigo de clase, sin preguntas.
“Si vas en contra de nuestro querido presidente Mao, te romperé la cabeza de perro”, le había dicho Zhang a su madre.
Las luchas internas en las familias destruyeron milenios de cultura y valores morales chinos. La humanidad de la gente fue sustituida por el carácter del partido y el odio de clase. No fue hasta hace poco que Zhang se dio cuenta de lo absurdas que se habían vuelto las cosas. Todo el lavado de cerebro al que había sido sometido el pueblo era como una droga alucinógena, que inducía a la gente a cometer atrocidades contra falsos enemigos.
Luego continúa explicando que el respeto a la vida humana y a la familia son los valores más importantes de una sociedad. Cuando las doctrinas del PCCh tomaron el control de la gente, se perdió la cultura tradicional china que ha sostenido a la nación durante miles de años, lo que, en su opinión, ha puesto en peligro al pueblo chino y su futuro.
La transformación de un delincuente
Un artículo de Minghui habla del encuentro de un abogado con un practicante de Falun Gong. El abogado defendía a menudo a los practicantes. Una vez, por razones de seguridad, invitó a un practicante (“Nathan”) a quedarse en su casa antes de su comparecencia ante el tribunal. Después de que Nathan se duchara, el abogado vio por casualidad una larga cicatriz que iba desde el pecho hasta el estómago de Nathan.
“Debido a mi formación médica, sabía que no había ninguna cirugía que requiriera una incisión tan larga”, recordó. Por curiosidad, le preguntó a Nathan de dónde procedía la cicatriz.
Resultó que la cicatriz procedía de una herida sufrida en una pelea de bandas hace muchos años. En aquella época, Nathan era miembro de una banda. Estaba tan malherido que se le habían salido los intestinos y tenía cuatro costillas rotas.
De hecho, Nathan había conocido Falun Gong mientras estaba en prisión por robo, violencia y posesión de drogas. En la cárcel, vio que los practicantes de Falun Gong eran maltratados, golpeados y torturados por los guardias para obligarlos a renunciar a sus creencias.
Incluso Nathan se sintió perturbado por la crueldad a la que eran sometidos los practicantes.
“Los trataban tan mal que incluso un miembro de una banda como yo pensaba que era demasiado”, dijo. “Pero no insultaban ni se defendían. Y no eran solo uno o dos practicantes los que eran así; casi todos se comportaban así. Me impresionó mucho el valor que presencié”.
Los practicantes hablaron con Nathan sobre su fe y sobre la persecución. Además, le demostraron respeto y cariño, sin juzgar su origen.
“Antes”, dijo: “yo no tenía corazón y no le gustaba a nadie. Por el comportamiento de estos practicantes, comprendí que Falun Gong era algo fuera de lo común porque estos practicantes eran muy amables. Por eso quise practicar Falun Gong”.
La práctica de Falun Gong estaba prohibida en la prisión y los funcionarios hacían todo lo posible por “transformar” a los practicantes. Sin embargo, cuando Nathan le dijo a un funcionario que quería practicar Falun Gong, para su sorpresa, el funcionario no se lo impidió.
“¿La gente como tú quiere practicar Falun Gong? Por mí está bien. Tal vez incluso te pongan en libertad antes”, respondió el oficial.
Desde entonces, Nathan dio un giro a su vida y se convirtió en una buena persona (de hecho, le concedieron la libertad anticipada). Cuando volvió a casa, su madre estaba nerviosa, preocupada por si su hijo volvería a traer problemas a la familia. Pronto se alegró al ver que su hijo había cambiado y renunciado a sus malos hábitos. Su mujer y su hijo, que lo habían dejado antes, volvieron y también empezaron a practicar Falun Gong.
Después de hablar con Nathan, el abogado dijo que esa noche no pudo dormir. La cabeza le daba vueltas.
Explicó: “No hay esperanza para el sistema comunista chino. Piénsalo: en todo el sistema, nadie sabía cómo tratar a un pandillero como Nathan. Y sin embargo, se convirtió en una buena persona en tan poco tiempo gracias a Falun Gong. Un pandillero así era un dolor de cabeza para la sociedad y un gran problema para su familia. Sin embargo, Falun Gong cambió todo eso”.
En todo el mundo, la gente tiene la libertad de disfrutar de su vida normal. Sin embargo, en China, decenas de millones de personas son maltratadas por su creencia en Verdad-Benevolencia-Tolerancia. La persecución ha durado 22 años, desde 1999, y continúa hasta hoy. Si diéramos un paso atrás, reconsideráramos la situación actual y nos esforzáramos por abrazar la conciencia y apoyar a los rectos, podríamos encontrar una esperanza renovada para el futuro.