¿No me creen? Esta vez los verificadores lo tienen difícil y van a tener que hacer más equilibrismos que los habituales, porque aunque es frecuente oír mascullar al presidente frases que nadie podría descifrar, en este caso se escucha con suficiente claridad, escuchen:

Bueno, sí, evidentemente es la enésima confirmación de que el inquilino de la Casa Blanca rige regular, por ser caritativos, aunque lo verdaderamente caritativo sería cogerle de la manita, como Angels Barceló a Pablo Iglesias, y llevarle a un sitio donde le puedan atender.

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Y esa es una de las circunstancias más inquietantes del relevo en la Presidencia, una que te deja con la desasosegante sensación de estar viviendo una extraña y multitudinaria broma: que nadie, en la clase política o mediática, parece ver lo que puede ver cualquiera. Y cuya conclusión inapelable es que, quienquiera que esté gobernando Estados Unidos, no es Biden, no puede ser Biden.

Ya hemos comentado en estas páginas en diferentes ocasiones que esta Administración ‘woke’, centrada en perseguir un fantasmal ‘supremacismo blanco’ y en fomentar todas las fantásticas distinciones tribales de lo políticamente correcto se compadece poco o nada de lo que podría deducirse de la larguísima carrera del demócrata, un político oportunista y de raza que se ha mantenido siempre en la línea de un posibilismo muy del montón, ya saben, el típico anciano blanco y heterosexual.

Pero se supone que debemos creer que este gris apparatchik que no recuerda en qué día vive o dónde se encuentra está pilotando una espectacular transformación de Estados Unidos en la República Popular al Norte de Río Grande.

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Y todo -o mucho-, para ‘volver a la normalidad’, para “reparar las heridas” abiertas por Trump y volver a unir el país. Solo que la ‘normalidad’ es cualquier cosa menos normal y el país está cualquier cosa menos unido. Realmente, si lo primero que haces es criminalizar implícitamente a los votantes de tu rival, lo que vas a conseguir no es precisamente una más perfecta unión.

Eso es, por otra parte, lo que dicen los propios estadounidenses. Según una reciente encuesta de ABC News/Ipsos, un 28% de los norteamericanos creen que el país está “más dividido” con Biden, frente a un 23% que opina lo contrario. 

Por supuesto, la propia cadena que había encargado la encuesta la leyó como le dio la gana, es decir, como si fuera totalmente favorable a Biden, confirmando así otra encuesta de Forbes según la cual el 61% de los norteamericanos cree que “los medios están fallando en su misión de ser objetivos y no ideológicamente sesgados”. 

En cualquier caso, escenas como la que recoge el vídeo hacen pensar que, denostado o alabado, Biden es apenas responsable de lo que está sucediendo en la vida política norteamericana y, nos tememos, apenas consciente de ello.

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